lunes, 6 de abril de 2020

Los manzanos han florecido y una alegoría del miedo.


Esta mañana, la sierra tenía el aspecto de los cuentos de misterio. Esos en los que te recomiendan no internarte en el bosque, no transitar sus caminos, pero en los que siempre hay alguien que incumple la prohibición y desencadena el mal. En estos relatos, el desastre no se cierne sobre el que rompe la prohibición, sino sobre toda la aldea. Pasan años en los que las cosechas son malas, el ganado enferma, los niños desaparecen. Algunos se ofrecen a buscar el origen del mal y destruirlo y perecen uno tras otro sin conseguirlo. Hasta que uno, al fin, se interna solo en el bosque, encuentra el mal y lo derrota. Justo en ese momento se abren las nubes y el sol resplandece. Si se pregunta cuál es la diferencia entre el héroe último y el primero la respuesta es clara aparentemente: este se internó en el bosque de forma temeraria, incumpliendo las normas colectivas y trajo el mal; aquel lo hizo para salvar a la aldea de un castigo, se sacrificó por todos. Sin embargo, algo no encaja en esta historia, porque el mal ya existía, la niebla rodeaba la aldea y nadie se atrevía a atravesarla. El héroe último no existiría sin el primero. Quizá el que trasgredió las normas lo hizo por un único afán individual de ir más allá, de comprobar por sí mismo si existían tierras al otro lado de la niebla o por mero afán de aventura. El último siempre será alabado en los cantos épicos nacionales como aquel que trajo la felicidad a la aldea y los hijos de sus hijos llevarán el título de nobles, pero qué falso es conformarse con este significado de las tradiciones. En realidad, quien contribuyó a la luz fue quien trajo el mal intentando cruzar al otro lado. Ninguna sociedad puede ser feliz rodeada de niebla.

Desde la ventana, hemos visto que los manzanos ya han florecido. Comienza el trabajo de la manzana para ser fruto. Cuando sean realidad, a principios del otoño, ¿seremos conscientes de esta flor que vimos desde el confinamiento?

Las cifras dicen que el porcentaje de número de afectados y fallecidos comienzan a bajar. Respiramos aliviados a pesar de saber que detrás de ellos hay nombres y que todavía nos queda mucho dolor por delante. Sin embargo, en otros países las cifras aumentan. En las horas de aislamiento me da por pensar que el virus camina de oriente a occidente, de este a oeste, como si siguiera la rutina diaria del sol, sin respetar las fronteras que hemos levantado los seres humanos.

Llevo unas noches durmiendo mal.

Me ha dado por recordar un verano en el que fui feliz leyendo por primera vez el Quijote. El verano en el que cumplí los quince años. En septiembre había pegado un estirón -aquel verano estuve unos días en cama por no recuerdo qué enfermedad- y cambié del colegio al instituto de bachillerato. Leí el Quijote en una edición de bolsillo de la colección Austral, con una letra minúscula. Aquel verano fue el más hermosamente lento de toda mi vida.

12 comentarios:

El Deme dijo...

Para hacer el bien, efectivamente alguien tuvo que hacer el mal antes. Pero siempre pagan justos por pecadores, que es lo que produce una inmensa inquietud.

Ele Bergón dijo...

"Ninguna sociedad puede ser feliz rodeada de niebla". Dices y dices bien. Esperemos que poco a poco, se despeje el horizonte y salga el sol radiante que hace florecer a todos los frutales, para alimentarnos en el verano y el otoño. ¡Ojalá estemos ya dando pasos en esa dirección, y con un poco de suerte, consigamos conciliar el sueño, como en tiempos donde la rutina nos atrapaba y el aburrimiento nos dejaba dormidos.

Besos




Paula Cruz Roggero dijo...

En el vasto universo de los blogs me he encontrado con el tuyo y me pareció muy interesante, te sigo desde ya.
Me gustó mucho esta entrada.
Te dejo un besazo al alma desde Uruguay...
Muakkkk

LA ZARZAMORA dijo...

Me hiciste pensar en el Golem...
y en el miedo, ese algo intrínseco e indomable.

Besos, Pedro.

Emilio Manuel dijo...

No se quien va a recoger este año las frutas que penden del los árboles, posiblemente se pudra, otra consecuencia de nuestro sistema económico,

Tengo varias ediciones del Quijote y una de ellas es esa de Austral, he intentando releerlo en estas fechas, me resulta imposible, ni con lupa.

Saludos

Rita Turza dijo...

"Desde la ventana, hemos visto que los manzanos ya han florecido" la primavera no se detiene y nos llena las ventanas de esperanza. Ya queda un día menos.

Un abrazo enorme mi querido Pedro.

XuanRata dijo...

Yo duermo bien pero sueño mucho, supongo que mi cabeza trata de rellenar por la noche los vacíos que se crean durante el día.
En cuanto a la historia de los dos héroes me ha hecho pensar aquello de que a menudo uno siembra y otro recoge los frutos.

© Lucía Conde Parmés dijo...

El bien y el mal se necesitan para existir.

Lo que está pasando es una tragedia que duele ya a muchas familias.
Ojalá pase pronto.

Mil besos.

Abejita de la Vega dijo...

Soñamos un verano lento y sin nieblas alrededor. Que las flores se hagan manzanas y luzca el sol. Y echemos a andar, con el dolor de los que se quedaron atrás, andaremos.

Besos

Luis Antonio dijo...

La reclusión forzada nos lleva a recordar episodios de toda índole. Algunos nos consuelan y distraen...

andandos dijo...

Desde aquel verano hasta hoy seguramente todos nuestros veranos se han acelerado progresivamente. Ojalá podamos reducir esa velocidad, incompatible con tantas cosas.
Un abrazo

Myriam dijo...

Aquí llovió toda la noche y sigue lloviendo ahora.

La luz no existiría sin la Oscuridad. Es cierto.
lo mismo que el Bien sin el Mal o el frío sin el calor.
La niebla es un estado indefinido y borroso, necesitamos claridad.

Besos