miércoles, 22 de abril de 2020

Desde la galería, con un recuerdo a los libreros.


Estos días he publicado fotografías de lo que veo desde las ventanas, pero me había olvidado de lo que me permite ver la sierra: la galería acristalada curva que inunda de luz el salón en los días soleados. Galerías, añadió Antonio Machado a su primer libro de poemas en la segunda edición. Era toda una declaración poética desde el título: ver el mundo desde las galerías que nos los muestran, pero al amparo de él, ver el mundo desde nosotros, pero sin pisarlo. Machado tuvo que aprobar unas oposiciones y marchar a Soria para entrar en el paisaje de verdad porque aquel paisaje le era ajeno. Así andamos ahora viendo el mundo, desde nuestras galerías. Lo peor será que cuando salgamos al mundo, muchos se negarán a abandonar su interior y comprender que el paisaje tan familiar lo es solo aparentemente, porque en realidad el mundo al que volveremos nos será ajeno y tendremos que comenzar a entenderlo.

Estos días he preparado varias intervenciones para festejar mañana el día del libro a través de las redes sociales. Una celebración extraña la de este año, confinados y con las librerías cerradas. Me resisto a comprar libros en las grandes distribuidoras, no he comprado jamás ninguno a través de ellas. Mis libros proceden de librerías locales y pequeñas librerías de saldo o libro antiguo.  No critico a quien lo haga, allá cada uno, pero yo no puedo comprar un libro en otro lugar. Me llegan noticias de varios libreros y editores amigos que tienen grandes problemas para sostenerse en estas semanas y que no saben si podrán abrir los negocios de nuevo y cuánto tiempo podrán sostenerlos. Las librerías habían sufrido mucho en la anterior crisis económica y no resistirán bien la próxima. Por muchas razones, pero también por culpa de los lectores, que se han ido a formas de compra más cómodas y rápidas. La ansiedad por conseguir un libro inmediatamente ha llegado también al mercado. Me resisto a concebir mi vida futura sin pequeñas librerías en las que conversar amigablemente con el dueño, pero sé que muchos no piensan lo mismo, especialmente los jóvenes. Algunos de mis alumnos de los últimos años no han pisado jamás una librería o lo han hecho de manera excepcional.

Hoy he mirado el mundo desde mi galería. Me falta el aire.

7 comentarios:

María dijo...

Yo también noto que me falta aire. Necesitó respirar aire del campo. Creo que nos llevará tiempo el confinamiento, se necesita salir a de un paseo. Mientras disfrutaremos de la buena lectura de un libro.

Besos.

impersonem dijo...

Tienes razón, el mundo al que tendremos que salir nos será ajeno, tal vez más hostil y más complicado que el que teníamos, que ya lo era bastante...

Yo también prefiero las librerías...

Ya es 23...

Abrazo

Sor Austringiliana dijo...

Mi galería se abre solo al cerro de San Miguel, pero no me quejo. Necesitamos aire, Me siento incapaz de pedir un libro por Internet, prefiero releer. Y el Quijote, por supuesto, que es su día. Felices galerías.

El Deme dijo...

Galerías...y Soledades. Así, en plural, para dar a entender que cada uno vive su encierro a su manera. Sí, todos necesitamos respirar a pleno pulmón pronto.

LUISA M. dijo...

¡Qué bonito ese paisaje desde tu galería! Yo no tengo tan buenas vistas, pero tampoco puedo quejarme. Haces una buena reflexión sobre lo que nos encontraremos después de este período de confinamiento.
Aunque en alguna ocasión he comprado libros por internet, compro normalmente en librerías. Comparto contigo que no es comparable el placer de comprar en una librería y conversar con el librero o pedirle opinión a la librera, encargarle un determinado libro si no lo tiene... en fin, trato directo y personal.
Espero que hayas pasado un buen día del libro y haya ido bien tu participación en actividades en redes sociales. Un abrazo.

XuanRata dijo...

Imagino esa galería tuya llenándose de luz. Para mí el aire es la luz. Y un libro entre las manos el mejor de los pretextos para dejarse iluminar.

Ele Bergón dijo...

Yo también me resisto a comprar un libro y otras cosas por Internet, no me gusta, no quiero hacerlo. El contacto con los libreros, el hojear los libros, tocar sus pastas, el papel...
todo eso desaparece para dar paso a una persona que llama a tu casa y te da un paquete envuelto en plástico. Lo sé porque he tenido que recoger más de una vez los encargos del vecino.

Poco a poco vamos saliendo al mundo que nunca soñamos tener, pero que ha venido y no sabemos por cuánto tiempo.

Respira, que el aire, creo que aún lo tenemos y ahora se nos está presentando más puro.

Besos