Hace un momento tronaba. No ha llegado a caer nada de lluvia. Todo son incertidumbres, pero sé que las certidumbres ahora no las quiero. Solo tienen seguridad los creyentes y los fanáticos. No les envidio su tranquilidad, tampoco su rabia cuando perciben que el mundo no les hace caso. La primera entrada en este blog la publiqué el 11 de octubre de 2006 y se titulaba así, precisamente, Incertidumbre. Con esta de hoy, llevo publicadas 3658 entradas. Sigo en la incertidumbre porque pienso que es lo más humano que tenemos, lo más radicalmente humano que tenemos. La mayor parte de los conflictos humanos, de las guerras y del dolor que nos hemos causado, se deben a las certezas.
Hoy ha sido día de compra. Hemos apurado tanto las existencias para no salir a la calle, que hoy la compra ha sido grande. Lamentablemente, he visto comportamientos más descuidados que en los días pasados, más imprudencias a la hora de guardar una distancia o tocar las cosas. Quizá muchas personas piensen que ya ha pasado todo o que si han resistido hasta ahora ya no les tocará la enfermedad.
Según parece, algunos han lanzado una campaña en las redes sociales para provocar una cierta desobediencia de las medidas tomadas para el confinamiento, predican incluso echarse a la calle. Noto que no procede de los más desfavorecidos, aquellos que no pueden aguantar más porque su economía no se lo permite, sino personas con una situación más o menos cómoda y que se han radicalizado poniendo lo que entienden por derechos individuales por encima del bien colectivo o la productividad del país por encima de la salud, hablan de cosas que yo no detecto por ningún lado. Supongo que no les importarán los contagios que cause su imprudencia, ni los muertos que provoque. Sin embargo, la mayoría de la población seguimos respetando el bien común, pero cuánto ruido hacen esos y qué poco contribuirá el ruido para salir lo mejor posible de esta crisis sanitaria y de la futura crisis económica que los expertos auguran.
Se va haciendo de noche lentamente. Al fondo ladra un perro. Esta tarde, desde el ventanal que da a la sierra he oído balar una oveja. Al final, ha descargado la tormenta. La lluvia se ha venido anunciando. Me la he imaginado mojando primero el suelo de la plaza Mayor, subiendo por la calle Mayor de Pardiñas, la plaza de la Piedad, alcanzando los nidos de cigüeña de San Gil, llegando ya a la altura de esta casa. Llueve, como anunciaron los truenos por la tarde. Todavía no estamos en tiempos de tormentas secas como las del verano.
10 comentarios:
Esos que tanto saben y tanto pontifican, los de las certezas que son dogmas, esos hacen mucho daño.
Celebro que sigas bien.
El confinamiento no es un hecho aislado, sino un proceso. Un proceso fatigoso. Somos como Sísifo, que hemos de esforzarnos insensibles al desaliento. Y dices bien. En cada uno de nosotros se halla el tesoro de la salud de los demás. Limpios nosotros, seguros los que nos rodean.
Qué bonita foto, con el oscurecido cielo a lo Greco de fondo.
Aquí también ha habido truenos, pocos; y cuatro gotas, no sé si en la capi ha llovido más...
Yo es lo que más tengo, dudas e incertidumbres que algunas veces me anudan el estómago y la garganta... no es miedo ¿o sí?... no sé, creo que es más desasosiego...
Ya hay mucha gente presionando en la dirección que dices, y sí, no son los más desfavorecidos, obedece más a intereses políticos y mediáticos soterrados para desgastar y tumbar a este gobierno... ¡qué se va a hacer!
Aquí las nubes pasaron, eran negras y con cuerdas, no ha llovido todavía, pero anda un vehículo desinfestando las calles, huele a lejía...
No es tiempo de tormentas secas... pero a mí la de esta tarde me inquietó (era la hora de sacar al perro), dudé y salimos, no nos mojamos, hubo suerte...
Abrazo
Efectivamente hay muchos perros que ladran.
Con el silencio interior, estamos escuchando sonidos exteriores que antes nos pasaban inadvertidos. Es una buena señal de que estamos renovándonos el espíritu.
Durante demasiado tiempo hemos apoyado a los portadores de la seguridad y la certeza porque nos daban una confianza vedada por la realidad. Así nacen las religiones, las ideologías y los espantos subsiguientes. Las crisis nos aportan vulnerabilidad pero sirven de ayuda para acostumbrarnos a lidiar con la propia duda y hacerla amiga, casi como si fuese un animal de compañía.
Toda nuestra vida es incertidumbre, nos acompaña como un perro fiel.
Esos tan seguros dan miedo.
Tienes razón en eso de que aceptar la incertidumbre es radicalmente humano, tan cierto como que tratar de reducir la incertidumbre de mil y un maneras es lo que nos ha hecho ser lo somos, para bien y para mal. La cuestión es, creo yo, qué grado de incertidumbre somos capaces de soportar, y sobre todo, qué cantidad de incertidumbre no solo es inevitable sino además necesaria.
Los de la campaña que citas de pasada son los que se dedican como siempre a poner palos en las ruedas del país, aunque hablan, eso sí, de boquilla, siempre en nombre del país. Encabezados por un oscuro personaje que lo primero que hizo cuando se decretó el confinamiento fue a largarse a su chalé de Marbella. Personajes pobres de espíritu, que no de cuentas corrientes.
Esos de las certezas, dan miedo y quieren que todo se desbarate para ellos tomar el poder. Su personalidad rígida, es ambiciosa y solo piensan en sí mismos, pretendiendo arrastrar con sus odios y soflamas a muchas personas, que sin saberlo, caen en sus redes.
A ver si con un poco de suerte, la lluvia se lleva sus malas palabras, junto con sus hechos.
Besos
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