sábado, 22 de febrero de 2020

Menos campanas y más silencio. Meditación a la vista de Hervás


Hervás perteneció al ducado de Béjar hasta 1816, año en la que fue declarada villa libre. Con la reordenación del territorio, en 1833 pasó a la provincia de Cáceres y, por lo tanto, a la región de Extremadura. Durante la rebelión cantonal de 1873 a 1874, en la primera república, se declaró cantón, lo que era lo mismo que proclamar la república federal por su cuenta y riesgo. Cuántas cosas interesantes se pueden leer en estas líneas de arriba: ser parte de un señorío anacrónico hasta el siglo XIX y convertirse, en el inicio de la modernidad, en villa libre; tener conciencia de tierra fronteriza, hoy castellana y mañana extremeña; ver que el futuro debería ser federal o no serlo y con poco más de cuatro mil habitantes declararse osada y orgullosamente cantón sin esperar a las resoluciones del parlamento nacional. Todo ello ha dejado huella en la villa, así como la fuerte herencia judía de su pasado.

Desde la plataforma del ferrocarril, a la altura del río Balozano, se contempla Hervás desde arriba y piensa uno en todo esto y cómo explica gran parte de nuestra historia como país, que tanto oscila entre lo particular y lo general como una campana lanzada al viento casi de forma alocada. Necesitamos menos campanas y más silencio, pero así somos. En qué pocos casos hemos avanzado con los pasos acompasados para no echarnos las zancadillas ni trabucarnos.

Una parte del atractivo de esta villa -que es mucho y variado- se debe a ese complejo pasado. Es Hervás una localidad singular y muy viva en una tierra en la que todo merece una visita con calma: sierra, ríos, pueblos, gente. Abajo, el valle del Ambroz se presenta hermoso en esta primavera adelantada e invita a dejar los pensamientos. Arriba, el Pinajarro impasible me reta. El humo de algunas quemas se pega al terreno. Es hora de buscar el amparo de las viandas.

4 comentarios:

María dijo...

No conozco Hervás y la anoto para alguna ocasión poder disfrutar de ella, porque me gusta la tierra viva con sierra, ríos y gente del mismo modo.

Besos.

impersonem dijo...

Las meditaciones en la naturaleza adquieren otra dimensión que las de interior...

Interesanes datos nos trasladas acerca de esa Villa, gracias.

Abrazo

Ele Bergón dijo...

Hervás, villa que no conozco, pero sí he pasado por sus carreteras, o al menos, he visto su cartel.

Cuando llegas a lo alto de los montes y colinas, es un buen momento para oxigenarnos, tanto el cuerpo como la mente.

Tomo noto de este pueblo del Valle de Ambroz.

Besos

andandos dijo...

También tomo nota, del pueblo y de la historia que se repite.

Un abrazo