En las películas clásicas, el sonido y la imagen subrayaban el estado anímico de los personajes y anticipaban lo que iba a suceder. Si se veía un cielo lleno de nubarrones, no había que dudarlo: nos encontramos ante un drama. Esto viene del romanticismo decimonónico en el que se comunicaban la naturaleza y espíritu humano. De vez en cuando uno echa en menos algo parecido en la vida real. Que una buena tormenta nos prevenga de lo que nos va a ocurrir en la siguiente escena. Y si puede venir acompañado de música de violines, mejor. ¿Seríamos capaces de salir de plano a tiempo?
7 comentarios:
Para montar un bueno "pollo" no necesitamos música de rayos, relámpagos o truenos, nos valemos por nosotros mismos.
Un solo de fagot nos puede anunciar que viene el demonio o algún romántico empedernido.
Salud
Francesc Cornadó
No sé si las tormentas naturales purifican. Las políticas, en España no solo no lo hacen sino que encima lo embrollan todo. Deben ser producto del secano intelectual que pervive en el rebaño social.
Barruntamos las tormentas.
Después de la tormenta viene la calma, eso dicen, pero cuando estamos viviendo todo el aguacero, no vislumbramos la siguiente escena, aunque es verdad que todo tiene su fin.
Muchos besos
Y lo que aún tiene que llover..., y a cántaros!!
Besos, Pedro.
Puede que salir del pkano ayude. Otra opción es tener las herramientas internas (y usarlas) para capear el temporal.
Besos.
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