En la villa de El Bosque de Béjar, la puesta del sol se encaja como en una postal antigua. Supieron los duques dónde edificarla. La ventaja es que, hagamos lo que hagamos, el sol seguirá despidiéndose aquí cada tarde con esta elegancia de hoy. Enfurruñados como estamos con nuestras cosas, asistiendo a la innoble forma de hacer política de estos tiempos, no solemos levantar la vista y pararnos solo para esto, para dejar que el sol se vaya allá en el horizonte, hacia la peña de Francia mientras juega la luz en el estanque. ¿Seremos tan estúpidos que el griterío nos impida tener la conciencia de que lo importante -hoy más que nunca- está en el silencio y no en la consigna? Detén el ruido, no dejes que otros te impidan ver la belleza del momento.
9 comentarios:
El ruido, no solo no te deja ver, también hace todo mas feo y desagradable.
Ahí está, das en la clave. En la consigna se encuentra el ruido totalitario. En el silencio la reflexión sensata del individuo. Si ese sol de Béjar ayuda a ello, magnífico para ti. Por otra parte, el sol no distingue, afortunadamente, de paisajes. Es el subjetivismo de nuestra mirada la que le concede valores extras. Salud.
Gritan esos malditos.
Entonces, para apreciar más lo que nos rodea, muchos deberían quedarse mudos de por vida...
Es una excelente propuesta.
Un poco extrema, sí, pero tampoco tanto.
Saludos,
J.
Todas las consignas, vengan de donde vengan, deben cuestionarse. Seguirlas a pie juntillas nos despersonalizan y aborregan...
Es muy difícil encontrar, aunque tú lo haces, lugares y tiempos propicios para pensar.
Un abrazo
Ya no es la pureza de la luz, sino sobre todo la nitidez del aire, que casi hace daño.
Aquí las consignas callan y descansan, que buena falta nos hace.
Las fotos son un poema a la claridad. El ruido siempre la contamina y la entorpece. El silencio la hace mucho más bella.
Besos
Síque parece una postal sí...
La madre naturaleza nos ofrece estos elementos y estos encajes para disfrute de nuestros sentidos...
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