lunes, 14 de enero de 2019

Sobre la tristeza


Cuando regreso a la tristeza, encuentro que guarda la forma de mi cuerpo.

Como el invierno, la melancolía es necesaria, pero no siempre debe ser invierno.

A muchos escritores les gusta la tristeza como estado de ánimo para escribir. Otros esperan a la alegría. A la escritura le da igual cómo esté el escritor.

Estuve triste incluso cuando brotó una yema del almendro pero con la primera hoja nueva me traicionó la sonrisa.

Una vez escribí que fui un hombre triste hasta que me nació un paisaje dentro, pero de vez en cuando se echa la niebla.

La tristeza oculta el sol.

Ensayó su cara más alegre, pero el espejo no le correspondía.

La melancolía tapa los oídos.

El día no está triste, solo invernizo.

En el prospecto de la tristeza se previene de que acorta la vida, pero conozco tristes nonagenarios que han enterrado a todos sus alegres familiares.

Al estirar las piernas para despejarme, vi el Arlanzón alegre en el Puente de Malatos. Al atravesar el Paseo de la Isla tuve ya una premonición de primavera.

9 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

El Paseo de la Isla esconde primaveras. Se irá la niebla. Esperamos.




Campurriana dijo...

Delicioso, Pedro. Soy una mujer que comprende perfectamente la tristeza. Me tachan también de sonriente. Paradojas que habitan en una. Porque, a veces, se dan ambas en el mismo instante.

Emilio Manuel dijo...

¿Las musas entienden de estados de ánimo?.

Ele Bergón dijo...

El invierno con sus nieblas y árboles desnudos, es propicio a la tristeza, pero también puede venir, y, con mucha fuerza, de esos paisajes interiores que tú mencionas y que todos llevamos dentro.

Besos

andandos dijo...

Falta mucho para la primavera. Quizás lo importante es trasladar lo que sentimos a palabras, a sonidos. Pero no es fácil. En fin, nos quedan los torreznos de Ibeas. Pero yo estoy lejos.

Un abrazo

Fackel dijo...

Si la tristeza es una máscara (de autodefensa) para proteger la alegría interior (la naturalidad personal), bonjour tristesse!

XuanRata dijo...

De esta tristeza tuya quisiera yo para mi. No hay que rehuir a la tristeza: gracias a ella se nos hace más llevadera la alegría.

Samuel Pérez Gutiérrez dijo...

Bendito paseo, entonces. Hay que andar la tristeza.

impersonem dijo...

Mi tristeza y mi alegría conviven en armonía... la primera le cuenta a la segunda el sentir de sus penas; la segunda le cuenta a la primera lo que vale la pena... pero ambas circulan a un tiempo por mis venas, pasan por mi corazón y se adentran en mis tuétanos imprimiendo experiencias...

Si me pusieran el melancolómetro daría un alto grado de melancolemia en muchas ocasiones....