Ayer nevó. Lo hizo sin ganas, como si se estuviera practicando para nevadas próximas. Ya no nieva como antes, decimos. Y nos quedamos así, mirando cómo caen estos copos de ahora, que no nos gustan. En el monasterio de las Huelgas apenas se cubrieron los tejados y la hierba. Las manzanas tampoco saben como sabían aquellas manzanas como las mordíamos. Quizá no sea la nieve la que nos falte sino lo que recordamos al verla caer. Pronto dejó de nevar y volvió la normalidad gris de un día de invierno plomizo y cubierto.
7 comentarios:
No nevará por ahí, pero aquí hace un frío del carajo.
A las nieves de antaño les perdimos el rastro hace mucho tiempo.
Para nevadas las de antes, sindudamente.
En cuanto a las manzanas y tomates..., siempre queda ese huerto escondido y medio salvaje.
Tal vez ya no nieve como antes pero te aseguro que aquí ahora llueve como nunca y de una forma escandalosa que la nieve, más digna, nunca hubiera aceptado.
Aquí nevó con ganas, y el invierno, sonrío.
Besos, Pedro.
Las cosas son... y nosotros las vemos como somos... y la biografía determina nuestras conclusiones sobre lo que percibimos bien fuera o bien dentro de nosotros...
Abrazo
Todo lo que vemos, lo percibimos con una absoluta dosis de subjetividad.
Alrededor de aquellas nevadas, pululaban muchos que ya no pululan.
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