Basta con aumentar un punto el carácter para que salga la caricatura. Esta es una técnica que Azcona usa mucho en sus guiones cinematográficos y que en esta novela también encontramos. Pero solo un punto, porque nunca pierde el contacto con la realidad. Lo justo para que ese pequeño aumento en el retrato de personajes y situaciones revele los comportamientos habituales de las personas y de una sociedad completa, pero sin exagerar tanto que no podamos reconocer el tipo en lo que nos ocurre a diario, en nuestros propios comportamientos o en lo de quienes nos rodean. Este punto de más, junto al suceder de muchas cosas en primer y segundo plano del que hablábamos en la entrada anterior de esta lectura, es una exitosa estrategia narrativa del autor.
Con ese punto de más Azcona nos desvela una sociedad asfixiada por la moralidad hipócrita, en la que el catolicismo impuesto oficialmente sirve como excusa para controlar la vida de las personas. Todos deben acatar o fingir acatar esa moral, especialmente en lo referente al sexo y a la exagerada demostración exterior de comportamientos moralmente irreprochables.
Rodolfo y Petrita llevan catorce años de novios porque no pueden casarse y no pueden casarse porque no tienen acceso al bien escaso y caro de un piso. Como no pueden casarse, deben abstenerse de mantener relaciones sexuales, según las normas católicas impuestas en la sociedad franquista triunfante después de la guerra. Apenas unos besos a escondidas en el portal, algo de cintura para arriba al despedirse, o un rápido alivio con la mano derecha de ella cuando Rodolfo se excita demasiado. En esos catorce años, a Rodolfo le ha dado tiempo a enamorarse y desenamorarse. Quiere a Petrita pero siente más una responsabilidad hacia ella que amor, al pensar que si cortan el noviazgo ella no encontrará otro hombre porque ya es mayor para las convenciones del momento. El pelota de Honorio -que finge sumisión a su jefe cuando está delante y se muestra revolucionario a su espalda- tampoco pudo hacer nada con su mujer mientras fueron novios.
En la novela hay un capítulo magnífico en el que se muestra mejor que en otros la suma de las dos técnicas de las que hablo y el objetivo para lo que son usadas. En la visita a don Luis, el casero, Rodolfo y Petrita extreman su adecuación a la moralidad para conseguir que este les ceda el piso tras la muerte de doña Martina. Don Luis tiene fama de hombre católico y de derechas de toda la vida. Rodolfo y Petrita dicen todo lo que deben decir para convencerlo pero este se muestra como en realidad es y les niega el piso -tras meter el dedo en el culo a una gallina fugitiva para comprobar si ha puesto o no un huevo-: el dinero manda más que la moral. El primero, se tiene o no se tiene, la segunda hay que fingirla para mantener la jerarquía social y la estructura de poder. Como dice Hipólito:
Lo que quieren es gente casada y cargada de hijos; así te tienen agarrado por los sentimientos y no hay dios que se rebele. ¿Cómo se va a rebelar uno, cuando necesita el sueldo para mantener a la familia?
Veamos en las dos próximas semanas si Rodolfo y Petrita son capaces de salir de su apuro -sentimental, sexual y económico...
Con ese punto de más Azcona nos desvela una sociedad asfixiada por la moralidad hipócrita, en la que el catolicismo impuesto oficialmente sirve como excusa para controlar la vida de las personas. Todos deben acatar o fingir acatar esa moral, especialmente en lo referente al sexo y a la exagerada demostración exterior de comportamientos moralmente irreprochables.
Rodolfo y Petrita llevan catorce años de novios porque no pueden casarse y no pueden casarse porque no tienen acceso al bien escaso y caro de un piso. Como no pueden casarse, deben abstenerse de mantener relaciones sexuales, según las normas católicas impuestas en la sociedad franquista triunfante después de la guerra. Apenas unos besos a escondidas en el portal, algo de cintura para arriba al despedirse, o un rápido alivio con la mano derecha de ella cuando Rodolfo se excita demasiado. En esos catorce años, a Rodolfo le ha dado tiempo a enamorarse y desenamorarse. Quiere a Petrita pero siente más una responsabilidad hacia ella que amor, al pensar que si cortan el noviazgo ella no encontrará otro hombre porque ya es mayor para las convenciones del momento. El pelota de Honorio -que finge sumisión a su jefe cuando está delante y se muestra revolucionario a su espalda- tampoco pudo hacer nada con su mujer mientras fueron novios.
En la novela hay un capítulo magnífico en el que se muestra mejor que en otros la suma de las dos técnicas de las que hablo y el objetivo para lo que son usadas. En la visita a don Luis, el casero, Rodolfo y Petrita extreman su adecuación a la moralidad para conseguir que este les ceda el piso tras la muerte de doña Martina. Don Luis tiene fama de hombre católico y de derechas de toda la vida. Rodolfo y Petrita dicen todo lo que deben decir para convencerlo pero este se muestra como en realidad es y les niega el piso -tras meter el dedo en el culo a una gallina fugitiva para comprobar si ha puesto o no un huevo-: el dinero manda más que la moral. El primero, se tiene o no se tiene, la segunda hay que fingirla para mantener la jerarquía social y la estructura de poder. Como dice Hipólito:
Lo que quieren es gente casada y cargada de hijos; así te tienen agarrado por los sentimientos y no hay dios que se rebele. ¿Cómo se va a rebelar uno, cuando necesita el sueldo para mantener a la familia?
Veamos en las dos próximas semanas si Rodolfo y Petrita son capaces de salir de su apuro -sentimental, sexual y económico...
Noticias de nuestras lecturas
Luz del Olmo nos regala un delicioso relato autobiográfico: la memoria disparada por la novelita de Azcona. No os podéis perder esta joyita.
Pancho continúa con el comentario de Akúside de Ángel Vallecillo que nos ocupó hace unas semanas y llega aquí al núcleo ideológico del relato, que pone en evidencia todo pensamiento nacionalista. El encuentro de Axiámaco con los cios litas deja claro todos los males de estas corrientes de pensamiento: obsesión por la pureza, nula posibilidad de diálogo y anulación del individuo. Pancho cierra con un merecido homenaje a la recientemente fallecida Mª Dolores Pradera.
Final de curso del Club de lectura
Sábado 7 de julio.
Clausura del curso 2017-2018 y fiesta de despedida.
Este año el Club de lectura se
clausura en un lugar muy especial. Con motivo de la exposición de la Galería de
escritores modernos y contemporáneos de Castilla y León del pintor palentino
Félix de la Vega, recientemente fallecido, el Instituto Castellano y Leonés de
la Lengua nos cede sus instalaciones en Burgos para celebrar nuestro fin de curso. Allí
nos encontraremos para una visita cultural, celebrar nuestra reunión habitual,
explicar las novedades del curso que viene y cerrar el año académico.
Esta actividad será gratuita y en abierto, hasta completar el aforo, con todos los que quieran acercarse a compartirla con los miembros del club de
lectura.
Programa:
12:00 hs. Recepción y visita
guiada al Palacio de la Isla, que fue sede del gobierno militar de Franco
durante la guerra civil pero que tiene una amplia historia que conoceremos.
12:30: Visita a la exposición
Galería de escritores modernos y contemporáneos de Castilla y León de Félix de
la Vega y sesión académica con el comentario de El pisito de Rafael Azcona. Se presentarán las novedades del
próximo curso en el club de lectura y se cerrará informalmente el año.
(Tras el acto académico se celebrará una comida a la que hay que apuntarse por los cauces habituales.)
Nota: dado el día de celebración del fin de curso, los participantes
podrán acudir vestidos a la pamplonica. El profesor Pedro Ojeda regalará un
ejemplar de su poemario piel
ilustrado con un poema inédito de su próximo libro, al primero -miembro o no
del club- que se presente vestido de dicha manera. La entrega del libro se cerrará con
un fraternal abrazo.
Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles hayan publicado los blogs amigos. Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, Información sobre el presente curso en el club en este enlace. Esta lectura de junio es la última del presente curso.
4 comentarios:
La España del franquismo era como el piso del casero,: beata y marcial a la fuerza, con su caudillo melifluo e implacable, cruel e insolidaria. Era imposibile escapar y poner el huevo fuera . Al ifugitivo le harían como a la gallina. O como a las mariposas de la vitrina. El ascensor no bajaba.
A ver si puedo terminar lo que hace dos semanas que tengo a medio cocer. Me bloqueé con Petrita y sus cuitas. Hay días...
Un abrazo, Pedro.
Como te adelanté en FB, publico martes y miércoles
mi pequeña contribución a la lectura.
Al acto no podré concurrir, lamentablemente,
estaré en Atenas, entonces, en un compromiso
adquirido con anterioridad.
Besos y disfruten, ya me enteraré por las
maravillososas crónicas de María Ángeles,
Lo de vestirse a la pamplonica me ha impactado, pero resulta que los santos se conocen por la víspera, y las mujeres hemos decidido vestir una camiseta negra el día 6, así que ahí también lo dejo, para la que se quiera sumar.
Por lo demás, espero veros.
Lo tenía programado para poder estar con todos vosotros el sábado día 7, pero no voy a poder ir. Los siento mucho. Ya nos contaréis.
Gracias por el bonito comentario que haces a la entrada de este pisito que me ha inspirado para recordar y escribir
Besos
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