lunes, 30 de abril de 2018

El turista no ama, acumula


Es extraño este mundo, en el que debemos encerrar la belleza para evitar su destrucción.

He visto en las noticias que han puesto tornos a la entrada de algunas de las zonas más visitadas de Venecia para evitar que el turismo masivo termine afectándolas irremediablemente. Recuerdo que hubo de construirse una réplica de las cuevas de Altamira por lo mismo. El turista no ama, acumula.

domingo, 29 de abril de 2018

Sorolla. Un jardín para pintar y Sorolla en su paraíso. Álbum fotográfico del pintor


Joaquín Sorolla (1863-1923) compró en 1905 un solar en el antiguo Paseo del Obelisco de Madrid para construir su casa, que amplió después con la adquisición de otro terreno anexo. Se había convertido ya en el pintor español más reconocido de su tiempo y el de mayor éxito con las ventas de sus cuadros en el mercado nacional e internacional. Poco después triunfaría en Nueva York y Chicago y recibiría en 1911 el encargo más importante y de mayor significado de su carrera: una serie de grandes pinturas en la Hispanic Society of America llamada Visión de España (o Las regiones de España) que fijaron una idea visual del país en los Estados Unidos y que trasladaron la luz mediterránea al Alto Manhattan (esta institución cuenta con una de las colecciones más importantes de la obra de Sorolla).

Convirtió su casa (que hoy es el Museo Sorolla) en un proyecto personal completo en el que reunía la vida íntima y social y el arte y en el que invirtió mucho tiempo y gran parte del dinero obtenido por la venta de sus cuadros. Más que un taller (era partidario de pintar al aire libre y solo se refugiaba en el taller cuando no podía pintar fuera), quiso que su casa fuera también un espacio abierto en el que residir con su familia, recibir a los amigos y en el que pudiera trabajar buscando la luz y el color en sus jardines. Encargado en 1909 el proyecto al arquitecto valenciano Enrique María de Repullés y Vargas, comenzó las obras en 1911. A finales de aquel año ya residía en la casa y comenzó a diseñar los tres jardines y el patio interior que servía de patio de luces. Este trabajo, además, le sirvió de entretenimiento para descansar del proyecto de la Hispanic Society. En la época gustaban los jardines íntimos y pequeños, jardines familiares donde refugiarse en el silencio o celebrar encuentros familiares y fiestas y sobre ellos se levantó una simbología que los llenó de fuentes, laberintos y especies botánicas que despertaban el atractivo sensorial. No solo en pintura: son una referencia constante de la obra de Rubén Darío, Antonio Machado, Ramón María del Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez, etc. Sorolla había dedicado muchas horas a pintar jardines, especialmente, en el Alcázar de Sevilla y la Alhambra de Granada. De allí tomó la mayor parte de las ideas que le inspiraron a la hora de diseñar los suyos y por eso casi todo en ellos nos recuerda Andalucía, desde donde llevó también fuentes, azulejos (sobre todo de Triana) y plantas.

Esta exposición que se exhibe en el Museo del Patio Herreriano de Valladolid (hasta el 24 de junio) nos permite un recorrido por todo este proyecto: planos, esbozos, cartas y una magnífica selección de óleos en los que Sorolla pintó los jardines andaluces además de los suyos. Cuenta también con una buena muestra de las esculturas que lo decoraban y se integraban en el pensamiento con el que eran diseñados. Casi todas las piezas mostradas proceden de los fondos del Museo Sorolla. Comisariada por María López Fernández, Consuelo Luca de Tena y Ana Luengo Añón, es un ejemplo de cómo realizar una exposición a partir de una idea central y llevarla a cabo excepcionalmente, con provecho de los visitantes. Pasear por las salas que ocupa no es solo reencontrarse con Sorolla y admirar una vez más su tratamiento magistral de la luz, el color y las texturas sino también aprender. La idea de la exposición está bien explicada y desarrollada y lo que ve el visitante es de gran calidad.

Todos los cuadros mostrados merecen detenimiento, en especial aquellos en los que la luz es la protagonista, pero párense en un cuadro que sobrecoge por su significado, al final del recorrido. En 1920 Sorolla pintaba en uno de los jardines de su casa un retrato de la mujer del escritor Ramón Pérez de Ayala cuando le sobrevino un ataque de hemiplejia de la que no pudo nunca recuperarse lo suficiente para volver a pintar. Fallecería el 10 de agosto de 1923. Y el cuadro ha quedado como boceto, la última obra de un artista excepcional.

Y si pueden, viajen después al Museo Sorolla de Madrid para comprender allí definitivamente todo lo que pretendió el pintor y la decepción que supone que la construcción de grandes bloques de pisos haya ahogado la luz y el aire que buscaba en aquella casa y algunas malas decisiones hayan estropeado bastante la idea botánica del espacio y lo que con ella buscaba Sorolla.

La visita se completa con la muestra Sorolla en su paraíso. Álbum fotográfico del pintor, comisariada por Publio López Mondéjar y tiene también gran interés. Primero, porque testimonia la vida y el trabajo de Sorolla gracias a la popularidad con la que gozó, que le hizo ser constantemente retratado por fotógrafos y estar presente en reportajes de las más importantes publicaciones ilustradas de su tiempo; segundo, por la atracción que sentía Sorolla por la fotografía tanto en lo artístico como en su potencial construcción de una imagen de sí mismo que se pudiera difundir por el mundo; tercero, porque testimonia el mundo de relaciones del pintor y su manera de trabajar; y cuarto, porque muestra una evolución de la fotografía española en el retrato del artista tanto técnica como temática. No olvidemos que el suegro de Sorolla fue Antonio García Peris, uno de los mejores fotógrafos de su tiempo.

sábado, 28 de abril de 2018

El camino de los corzos.


Me pregunto
si ya está
todo dicho,
consumado y hecho.

Pronuncio arrayán
y todo tiende
hacia el negro azulado
en la ribera,
cuando el otoño
nos salva del calor
y se amuella la vida
y la luz se calma y no ciega.

Se recoge el mundo entonces
hacia el silencio
y la labor callada.
En la umbría
hay un temblor de frío.
Necesita la vida nuestro otoño,
que pasemos al fin,
que otros sucedan.

Acampo
para verlos pasar
entre los mirtos,
junto a la orilla,
jóvenes,
vigorosos,
sanos.
Los saludo a veces,
cuando se detienen
un segundo,
sin contarles historias de los muertos
que se echaron al mundo,
codo a codo, conmigo.
Les indico el camino de los corzos
y la marca del lobo que los sigue.
Los veo partir,
decididos,
con el paso firme
de quien traza un plano del nuevo mundo.

Atizo el fuego,
se avecina el mal tiempo.

© Pedro Ojeda Escudero, 2018

viernes, 27 de abril de 2018

Acercando orillas. Expectativa y memoria: España-Marruecos / XX-XXI


Después de su exhibición en 2016 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (en donde se ilustró con una serie de conferencias), llega a Valladolid la muestra de fotografías Expectativa y memoria. Acercando orillas. España-Marruecos / XX-XXI (sala municipal de exposiciones de la iglesia de las francesas hasta el próximo 10 de junio), organizada con la colaboración de la Fundación Ankaria y comisariada por Sema D´Acosta.

La muestra arranca con los trabajos fotográficos de Nicolás Muller (1913-2000) y Bartolomé Ros (1906-1974). Muller, de origen judío, tuvo una vida de compromiso y perenigraje hasta que se asentó en Tánger, entonces parte del protectorado español, y diera el salto posterior a España. Aquí colaboró en la Revista de Occidente y en libros con autores de la talla de Azorín, Ridruejo, etc. Sus fotografías de corte documental sobre Marruecos nos reflejan un mundo cotidiano alejado de la  mera estampa turística. Bartolomé Ros se asentó desde muy joven en Ceuta y a él se deben buena parte de los reportajes más conocidos en España sobre aquella ciudad y el norte de Marruecos desde 1918 hasta 1931. Algunas de ellas, vistas desde hoy, hielan la sangre, como la del famoso abrazo entre los generales Millán Astray y Francisco Franco en el traspaso de mando de las tropas, que ha suscitado muchos comentarios.  Dialogando con ellos tenemos la obra más reciente de fotográfos españoles (Miguel Trillo, Atín Aya, Juan Manuel Castro Pireto, etc.) y marroquís (Bruno Barbey, Omar Mahfoudi, Leila Alaoui, Yasmine Taferssiti).

Las relaciones entre España y Marruecos han sido conflictivas de forma permanente. Por no remontarnos al pasado más antiguo, la dos guerras de Maruecos (1859-1860 y 1911-1927, aparte de otros pequeños conflictos en 1893-1894 y 1909), el protectorado español (1912-1958) y el infausto proceso de descolonización del Sáhara, han marcado  una relación difícil en la que España ejercía el papel de potencia neocolonial según se entendía desde el siglo XIX. Quizá sea en las dos últimas décadas la época de mayor estabilidad, complicidad y colaboración, tras las duras negociaciones que afectaron a la flota pesquera y el inicio de fuertes inversiones de empresas españolas en diferentes sectores (automovilístico, ferroviaro, construcción, alimentación, turístico, etc.). Pero quedan pendientes temas trascendentes que afloran de forma continua: Ceuta y Melilla, la barrera de la inmigración y la cuestión saharaui.

Han sido muchos los intelectuales, escritores y artistas plásticos españoles que se han relacionado con Marruecos bien porque acompañaron a las tropas (Núñez de Arce, Pedro Antonio de Alarcón) o eran parte de ellas (Ramón J. Sender, Arturo Barea), bien porque su curiosidad los acercó (Benlliure) o porque residían allí y tomaron testimonio de lo que veían (es el caso de Muller y Ros pero también de Bertuchi) o porque hay un recuerdo familiar que los relaciona con el protectorado (Álvaro Valverde). De hecho, coincidiendo con el tiempo en el que se exhibe esta exposición se realizará un homenaje el 4 de junio, durante la feria del libro de Valladolid, a un escritor que decidió residir en Marrakech gran parte de su vida, Juan Goytisolo.

No hay mejor manera de comprender algo que tender puentes, acercarse con la mirada abierta y dialogar con ello antes de opinar. Es lo que ocurre en la actualidad con Marruecos y España. España se ha mostrado siempre muy reacia a comprender y conocer a dos de sus vecinos, Portugal y Marruecos. Esta exposición no cumple del todo su propuesta inicial: hay un mal encaje entre las fotografías de Muller y Ros y las de los artistas contemporáneos. No está ni suficientemente explicado ni se comprende bien el salto entre ambas épocas más que como un mero marco conceptual. Tampoco se ha desarrollado una teoría crítica de lo que se ve y de lo que no se ve en la sala ni una propuesta que interrogue de verdad al espectador y se vea apelado por su propia relación con lo mostrado. Eso sí: todas las piezas que se muestran son dignas de contemplarse por su interés y calidad.

jueves, 26 de abril de 2018

La construcción mítica de una nación: El sílex, primera parte de Akúside y noticias de nuestras lecturas.


Akúside se divide en tres partes: El sílex, República y Las memorias de Axiámaco. En su Prólogo aclaratorio, el autor las define: la primera parte recoge veintinueve textos breves que constituyen el libro sagrado de los akusaras, cuyo origen se pierde en la memoria del tiempo. Nutren, por lo tanto, una visión mítica de este pueblo y su historia y deberíamos leerlos como los relatos de los pueblos primitivos, que hablan más de la visión que tienen de sí mismos y su relación con el territorio y los pueblos fronterizos que de la realidad. A la vez son la construcción de una identidad y la base sobre la que debe definirse toda pertenencia a esa patria que es Akúside.

Como todos los relatos de orígenes, contienen en sí mismos la seña de reconocimiento de lo propio y la pretendida legitimidad de destrucción de lo que no se identifica como tal (el enemigo exterior e interior, el relato sagrado como verdad incuestionable que es adoptada como creencia unánime). Por supuesto, dada su clave mítica y sagrada, estos textos necesitan sacerdotes que los interpreten y que decidan quién es buen o mal patriota. En la segunda parte de la novela se pone en evidencia la duda sobre si estos sacerdotes no se los han inventado realmente para justificar las acciones y política del presente.

El lector se encuentra ante unos relatos en los que predomina la violencia, lo poético, la reinterpretación continua y circular del pasado (hasta contradictoria) y la construcción de unos personajes, un territorio y unas leyendas con aire premoderno, es decir, prehistórico y mítico. Debe leerlos como lo hace con los relatos fragmentarios que nos han llegado de los pueblos primitivos o sus falsificaciones modernas. Vallecillo ha declarado que se ha basado en relatos de ese tipo, sobre todo africanos.

Todo nacionalismo ha compuesto estos relatos del pasado para explicar su presente, pero fueron especialmente mistificadores los nacionalismos modernos que surgieron en el siglo XIX. Frente a la construcción de la historia científica y documental que ya predominaba en los círculos académicos, optaron por explicarse desde perspectivas míticas. Muchos de aquellos relatos y leyendas siguen nutriendo, con todas sus consecuencias negativas, el núcleo central de estos nacionalismos en su versión actual. Vallecillo fabula una historia basada en el nacionalismo vasco pero puede ser aplicado a cualquiera de los que existan hoy en día porque una de las bases de cualquier nacionalismo etnicista (sea cual sea su disfraz) es, precisamente, la mistificación de la historia para crear un espíritu colectivo a partir de una amalgama en la que se mezcla lo verdadero y lo falso, la historia y la leyenda, con predominio siempre de un pensamiento mítico, que siempre busca apelar más a las tripas y las emociones de las personas que al cerebro. Y suele tener éxito. En la novela de Vallecillo estos relatos constituyen el punto de partida sobre el que se asienta la justificación de la patria Akúside, un tiempo circular basado en la desmemoria, el victimismo, la violencia y la repetición continua de los mismos actos a la que cualquier pueblo en el que triunfa un pensamiento premoderno se ve abocado:

Los ancestros, los penantes, construyeron un enorme barco de madera y se hicieron a la mar. Vagaron cien años por los océanos hasta que por azar retornaron al mismo cabo desde el que partieron. Al desembarcar, nadie recordó que aquella tierra fuera la misma que antaño abandonaron sus antepasados. Al reino lo llamaron Akúside, y a su mar, mar Alado. Levantaron una ciudad de hierro y lucharon contra sus vecinos del sur. La guerra les hizo fuertes y soberbios y el reino de Akúside sufrió un diluvio que anegó los campos y ahogó la vida. Sus habitantes construyeron una nave de chapas de acero y navegaron cien años a la deriva hasta que una corriente los devolvió a la playa desde la que partieron. Nadie reconoció su antiguo reino.

El ritmo de estos fragmentos es perfecto, ajustado a su pretensión y función dentro de la novela. Y nos deja la sensación extraña de que por muy mítico y premoderno que sea un pensamiento así, en alguna ocasión  hemos sido sus víctimas, a veces, sus seguidores. La textura del relato mítico se hace biografía en nuestros recuerdos y en nuestros temores sobre lo que podemos apreciar en las noticias.


Noticias de nuestras lecturas

Mª Ángeles Merino publica un excelente comentario de El sílex, la primera parte de Akúside. En él incluye la intervención del autor en la entrada anterior sobre esta novela de este club de lectura. Una magnífica forma de comenzar su lectura junto a Austri, claro...


Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos.
Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, aunque en las últimas semanas no haya podido cumplir esta promesa por diferentes cuestiones que espero se vayan remansando en las próximas.
Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

miércoles, 25 de abril de 2018

Air guitar


Esta tarde me he dado un largo paseo por la ciudad. He visto jardines preparados para la primavera, personas que han abandonado la ropa de invierno y salen a la calle en manga corta y sandalias, jóvenes enamorándose. Andaba yo preocupado por esta España nuestra y las cosas de la res publica, todo tan extraño por previsible, entre el sainete costumbrista y la ópera bufa. Cuando sacamos un consenso, qué país tan enérgico y creativo tenemos. Pero cómo nos gusta la pelea de taberna, la cuchillada trapera y barrer debajo de la alfombra, mandar todo al carajo y pescar en río revuelto. Pues eso, que andaba yo entre la gente que disfruta del sol y del buen tiempo mientras van a sus cosas y me ha dado por pensar que todos deberíamos practicar el bello arte de hacer que tocamos la guitarra poniendo en ello todo el empeño, muecas de guitarrista de los buenos y gestos cómplices con quienes pasan a nuestro lado y desearían unirse al concierto, pero no se atreven.

martes, 24 de abril de 2018

Versos de agua de Clemen Esteban Lorenzo


El pasado viernes día 20 de abril, en el salón de actos de La Casa Grande Ayamonte, acompañé a Clemen Esteban Lorenzo en la presentación de su nuevo libro, Versos de agua (Juglar, 2018), junto a las concejalas y tenientes de alcalde del ayuntamiento de aquella localidad, Gema Martín y Marisol Guadamillas. El salón se llenó y la autora estuvo cariñosamente arropada por el grupo de poetas del Guadiana, que leyeron algunos poemas.

Siempre es un placer celebrar la poesía en Ayamonte y a ambos lados del Guadiana, que ya no es frontera. Allí el agua y el cielo, la marisma, el río y el mar, son parte de la luz que lo llena todo.

Cuando Clemen me pidió hace unos meses que le escribiera el prólogo de este libro (al que di el título de Agua de carne) mi primera sorpresa fue encontrarme con un trabajo diferente a lo que había publicado antes esta poeta, casi siempre dirigido al público infantil, que es también su ámbito laboral, aunque ya le había leído y escuchado algunos poemas de contenido amoroso. Versos de agua es un poemario pasional desde una voz femenina muy marcada. En estos versos hay una entrega absoluta a la necesidad de comunicación de una pasión que pide respuesta. Todo se concreta en imágenes físicas de un fuerte impacto, se pide la ruptura de las barreras y el contacto físico hasta el canibalismo amoroso en una entrega feliz en cualquier momento:

Me gusta
cómo me asaltas
en cualquier esquina
o lugar.

Aunque sucede en espacios de interior no es un monólogo: el yo poético exige la respuesta física o verbal del tú al que se dirige:

Cuando llegues a mí, solo mírame a los ojos.

Celebro este nuevo camino de la autora, que ha abierto la puerta a la expresión poética directa de las emociones más íntimas:

Me gusta verte rastrear mi ombligo
morder mis pechos bajo tus mano
y a la sombra de mi vientre.

Por otra parte, el libro está muy bien y cuidadosamente editado. La maquetación y las imágenes (que acompañan con elegancia y acierto a los poemas) son un ejemplo más del buen hacer de Antonio Garrido Álvarez-Monteserín.







(Las fotografías están tomadas de varios perfiles de Facebook y usadas en el muro de la autora en esta red social.)

lunes, 23 de abril de 2018

Ante la sorpresa de la acacia florecida en las calles de Sevilla esta semana


¿Ves? La acacia en flor,
¡pámpanos sobre las calles,
a puñados!
Se hace todo infancia
en las manos llenas
de su olor, tan blanco y leve.

De niño, camino
del colegio, lenta
la tarde de mayo,
primavera ya en Castilla,
con la cartera cargada
de los libros de clase,
la cabeza en las islas de Borneo
-yo soñaba aventuras de piratas
sin comprender la importancia
de las sumas y las restas-.
Una, dos, tres, seis acacias
en flor al alcance de la mano.

No están ya pero estuvieron,
recuerdo su aroma
-como todo el camino hacia mi casa-
y el sabor de su pureza
ya perdida.

Estas flores
aún tienen un algo
de aquellas tardes de mayo
de Malasia
cuando las llevo a la boca
una a una
como quien conoce
el valor
de la especia más exótica
de la tierra.

© Pedro Ojeda Escudero, 2018

viernes, 20 de abril de 2018

Akúside de Ángel Vallecillo y noticias de nuestras lecturas.


Akúside es un anagrama de Euskadi. En esta novela, Ángel Vallecillo ha planteado una situación en la que el terrorismo etarra y el nacionalismo separatista vasco triunfaran, consiguieran la separación de España y un caminar como república independiente. Una novela distópica que parte de un contexto concreto pero que sirve también como denuncia a todos los nacionalismos. Podríamos decir que es una propuesta que aborda la misma cuestión desde una vertiente contraria a Patria de Fernando Aramburu: de la ficción distópica  de Vallecillo al realismo de Aramburu. Si Aramburu ha novelado los acontecimientos desde lo acontecido buscando la reconciliación que intenta la sociedad vasca pero sin olvidar, Vallecillo plantea radicalmente las peores consecuencias de una ideología nacionalista basada en el supremacismo, la exclusión étnica y la mistificación de la historia confundida con lo legendario.

Los diez años y varias redacciones del proyecto han dado como fruto una novela arriesgada tanto en lo temático como en la estructura que desconcertará al lector habituado al realismo y que sorprenderá para bien al acostumbrado a las fábulas fragmentadas y rupturistas. En la primera parte de la novela, una serie de relatos legendarios construyen las bases de una nueva historia basada en el mito y en la violencia. En la segunda parte, un relato de la construcción de un país sobre la visión excluyente de los nacionalismos. En la tercera, unas memorias personales del líder fundador que culminan en su arrepentimiento.

La lectura de la novela de Vallecillo es apasionante e interroga continuamente al lector, nada amable ni en lo temático ni en la disposición estructural. Uno de sus muchos valores -que iremos analizando- es que se aparta del camino predominante en la novela española actual. No dejará indiferente a los que decidan seguir este título que nos acompaña en este mes de abril.

Noticias de nuestras lecturas

Mª Ángeles Merino trascribe, en su última entrada, mi invitación a leer Akúside. La hice en Tordesillas y sirva para incitar a dejarnos sorprender.

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos.
Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, aunque en las últimas semanas no haya podido cumplir esta promesa por diferentes cuestiones que espero se vayan remansando en las próximas.
Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

miércoles, 18 de abril de 2018

Hacia el río Guadiana


Ha salido el sol. Paseo por el jardín de la Universidad, miro las copas altas de los pinos, la mata de romero en flor. Tengo ganas de meter las manos en los bolsillos y silbar camino de clase: voy al encuentro de Cervantes, ya fuera de Argel, que escribe El casamiento engañoso y Coloquio de los perros, una obra maestra que asombra todavía hoy. El césped se ha llenado de flores y las zonas no ajardinadas de gordolobos de terciopelo. Estos días me espera el Guadiana, con su lento curso camino del mar. Y no pienso decirle que no.

martes, 17 de abril de 2018

La reina Juana en Tordesillas y noticias de nuestras lecturas, con anuncio de la próxima, Akúside de Ángel Vallecillo.


Como estaba anunciado, el pasado sábado 7 de abril nos desplazamos hasta Tordesillas un buen puñado de lectores de este club de lectura, patrocinado por Alumni UBU en su formato presencial, para comprender mejor el encierro de la reina Juana en aquella ciudad castellana. Fuimos acogidos magníficamente por José Luis Sainz y Montse Rubio, del Centro de de Iniciativas Turísticas de Tordesillas, a los que tenemos que agradecer sus atenciones y la cesión de la sala en donde celebramos el encuentro académico por la tarde. El CIT de Tordesillas es una iniciativa privada de voluntarios amantes de la historia de la localidad. Si tienes interés en una visita guiada de gran calidad ponte en contacto con ellos: los ingresos que consiguen de esta manera los invierten íntegramente en un interesante programa de actividades culturales, incluida la escenificación de la entrada de la reina Juana en Tordesillas cada mes de marzo.



Con José Luis y Montse realizamos la visita guiada a las Casas del Tratado por la mañana. Para comprender mejor las circunstancias de esta reina debemos incluirla en su contexto tanto geográfico como político. Castilla era, en su tiempo, el reino cristiano más importante y rico de Europa y Juana, sin duda, se vio afectada por esta circunstancia. Como hemos apreciado en la biografía escrita por Manuel Fernández Álvarez que nos ha ocupado estas semanas, gran parte de las decisiones que se tomaron para apartarla del poder están motivadas por esta cuestión clave. Tras la muerte de su madre, Isabel, ni su padre ni su marido ni su hijo se lo iban a poner fácil. A pesar de eso, pudo ostentar durante el resto de su vida el título de reina de Castilla, del que no fue desposeída en ningún momento por la Corte. De hecho, algo que muy pocas personas saben, Carlos fue rey durante escaso tiempo -desde la muerte de su madre hasta su abdicación.

No es menos significativo que el encierro de Juana tuviera lugar en Tordesillas, en el palacio real hoy desaparecido, en un territorio muy vinculado con su madre y muy cerca de las Cortes de Valladolid. Un territorio que fue sacudido también por una de las revoluciones más apasionantes de la Europa del siglo XVI, el movimiento comunero, que estuvo a punto de hacer caer el poder de Carlos V. Tordesillas ocupa un lugar trascendente en la historia del mundo gracias al tratado que allí se firmara el 7 de junio de 1494. En virtud de ese tratado España -Castilla y Aragón, en realidad- y Portugal se repartieron el mundo.

Fue en ese lugar, en apenas unos cientos de metros, en donde trascurrió la mayor parte de la vida de Juana. Encerrada, aislada del mundo, pasó más de cuatro décadas: un lugar tan cargado de historia para aislar a una reina. Poco sabemos de lo que ocurrió en su mente en esos años. Sin duda alguna, su estado mental debió resultar afectado por este encierro y aislamiento pero no sabemos en realidad hasta qué punto porque podemos sospechar que todas las informaciones sobre ella fueron controladas por quienes decidieron tenerla allí. El desequilibrio sufrido tras la muerte de Felipe y el parto de su hija (que agravaba las condiciones mentales de la joven) podría haberse tratado mejor en otras condiciones y haber evitado su apartamiento del gobierno, pero esto es jugar a la ficción histórica. Lo único real es que fue reina pero no llegó a gobernar nunca.

Todas las circunstancias de su vida han convertido a la reina Juana en un personaje legendario, favorable a la mistificación y al tratamiento literario romántico y una lectura feminista de la historia: una mujer pasional en una época trascendente del mudo. A veces se nos olvida esta condición humana de los grandes personajes históricos. Sobre Juana seguirá escribiéndose mucho, habrá ocasión de volver a ella y a su época.

Asomarse a la vega de Tordesillas desde donde estuviera el palacio real y pasear las calles y la plaza mayor de esta localidad es comprender mejor la historia de la reina Juana. La visita merece la pena. A nosotros nos llovió pero eso no impidió que disfrutáramos de una jornada de encuentro, con comida incluida, que rematamos por la tarde con la visita al Real Monasterio de Santa Clara, un lugar único en Castilla que también tiene su propia e interesante historia desde que fue mandado levantar en 1340 por Alfonso XI como palacio de estilo mudéjar para celebrar la victoria de la batalla del Salado y acoger en él a su amante Leonor de Guzmán, con la que tuviera nueve hijos. Uno de estos hijos, Enrique II de Castilla fue el primer rey de la casa de Trastámara, nuestra Juana la última de la dinastía. Cuando le fue permitido, Juana pasaba al convento para visitar el cadáver momificado de su amado Felipe. Como si en Tordesillas se abriera y se cerrara un círculo dinástico tan vinculado con la grandeza de Castilla antes de dejar de ser para dar paso al imperio de los Austria.

Noticias de nuestras lecturas

Mª Ángeles Merino preparó excelentemente el viaje del sábado pasado a Tordesillas gracias al sueño que su amiga Austri tuvo, en el que recreó una entrevista entre el biógrafo y la biografíada... Para no perdérselo.

Y la misma Mª Ángeles, que como cronista y levantadora de actas no tiene precio, escribe fielmente lo que pasó en nuestra visita en Tordesillas, acompañada del reportaje de fotos de Yolanda Delgado, que completan todo. Un buen recuerdo de un día para recordar.



Pancho llega al relato final de la novela de Abella y comenta su giro estilístico acompañando al fraile caminante y a nuestro hombre pez... hasta Miguel Ríos. No te lo pierdas. Como tampoco puedes perderte el final (que suena a Leonard Cohen) en el que asistimos a la alegría del regreso a Liérganes con todo lo que supone. En las últimas frases de su entrada, Pancho define a la perfección el estilo de Abella.

Próxima lectura



Como saben los más antiguos seguidores de este club de lectura, suelo vincular alguna de las lecturas a los libros que obtienen el Premio de la Crítica de Castilla y León, de cuyo jurado soy miembro. En el presente año lo han obtenido ex aequo la novela Akúside, de Ángel Vallecillo (editorial Difácil) y Los refugios de la memoria de José Luis Cancho(editorial Papeles mínimos). Con este motivo, tras la lectura de la biografía de Juana la Loca -que terminamos la próxima semana-, iniciamos la de la novela de Vallecillo y en mayo abordaremos el libro de memorias de Cancho. Con ambos autores nos encontraremos durante la celebración de la Feria del Libro de Burgos.

Akúside es un libro valiente tanto en su estructura como en lo que dice: una distopía sobre el nacionalismo y, en concreto, sobre la posibilidad de que hubiera triunfado el terrorismo de ETA, construyendo un nuevo país y, por lo tanto, una nueva realidad entre lo mítico y lo histórico. No dejará a nadie indiferente.

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Paco Cuesta comienza con ganas el comentario de Akúside, reseñando su condición de narración diferente y rupturista. No te lo pierdas.

miércoles, 11 de abril de 2018

hoy de mi patria y de mí mismo salgo


Deberían vaciar las tierras cada ciertos años y rotar la población. Las personas prepararían las casas para que las habiten los nuevos y llegarían a casas con olor a limpieza y un ramo de flores silvestres en la mesa del comedor. Pero no se hace. Siguiendo el verso de Cervantes, a veces uno piensa -por no verse ante las puertas muerto- salir de la patria y de sí mismo. No se puede más y el aire se vicia por culpa de quienes desean tener el control de calles, actos y vidas: sucede en todos los ámbitos de vida, porque hay poder en el ejercicio de la política, en el mundo académico, en una comunidad de propietarios y en la cultura, que debería ser la actividad más libre del ser humano y con frecuencia se convierte en la más rastrera. Fuera queda mucho campo, mucha gente y mucho mundo y ancha es Castilla. También, casi siempre, un saco de amargura y de tristeza que conviene olvidar en la primera o en la segunda posada para caminar más ligero. Cuando no es posible, anda uno con los ojos hacia atrás y terminará regresando. Y entonces sí que se convertirá en extranjero de la propia tierra y de la propia vida. Es mejor regresar, si se regresa, con los ojos delante del rostro: a la propia patria y a la propia vida.

martes, 10 de abril de 2018

Un silencio blanco


La sorpresa de la nieve. Escucho La isla de los muertos de Rachmaninoff y nieva. Respira la música mientras nieva. El crescendo remarca alguna de las rachas que provocan que los copos sean más intensos y grandes. Rachmaninoff compuso su poema sinfónico basándose en una copia en blanco y negro del cuadro de Arnold Böcklin titulado de la misma manera. En el ordenador lo busco y repaso las diferentes copias que hizo el pintor desde la primera, en 1880. Me quedo con la V, de 1886. En ella, la figura blanca que algunos han identificado con Caronte se inclina ligeramente hacia adelante, no sé si en señal de respeto o de vencimiento. La barca, con su fúnebre carga, se encuentra más cerca de la isla -apenas un erizado peñasco- que en el resto. La cala de las primeras versiones ha sido ya sustituida finalmente por un pequeño embarcadero. Qué hizo a Böcklin obsesionarse con este tema y pintarlo repetidamente. Según escribo, la música llega a ese momento de silencio, tan dramático: el silencio, tan importante para la música como las notas. ¿Se puede anotar el silencio? Caronte, quien sea -el artista nunca lo aclaró-, se inclina. ¿Se puede anotar ese momento de silencio en el que ya no somos, en el que acabamos de dejar de ser? Es primavera, extraño inicio de primavera el de este año. Nieva sobre la ciudad, que se cubre de un silencio blanco.

jueves, 5 de abril de 2018

La adolescente Juana y noticias de nuestras lecturas, con anuncio de las próximas.


¿Una joven de 16 años del cruce entre los siglos XV y el XVI era una adolescente? ¿Lo era una hija de los Reyes Católicos con esa edad? De la inestabilidad emocional y psicológica de Juana hay suficientes pruebas y testimonios de los que no podemos dudar. Sí cabe cuestionar la forma en la que se la apoyó y trató médicamente: los avances en la cura de las patologías de la mente son relativamente recientes.

No tardaron en llegar noticias y rumores de su extraño comportamiento a Castilla y sus padres enviaron al dominico fray Tomás de Matienzo, prior de Santa Cruz, a comprobar todo lo que se comentaba sobre su hija y, especialmente, la falta de devoción que parecía tener. Su relación es uno de los más tempranos testimonios sobre las depresiones sufridas por Juana (no faltarán los años posteriores). Los historiadores de todo tiempo se han puesto de acuerdo en una cuestión esencial más: la activa sexualidad de Juana y sus celos obsesivos. ¿Había fallado la educación moral recibida en Castilla o no había sido esta como suponemos?

Una de las líneas esenciales del retrato biográfico de Juana levantado por Manuel Fernández Álvarez es la sensación de abandono y desvalimiento de la futura reina. Quizá uno de los atractivos de este personaje es que se manifiesta como cualquiera de nosotros, en contra de la lejanía que debería mostrar debido a su rango. Los tiempos, sin duda, estaban cambiando: la época de Juana ya avanzaba hacia la modernidad y había cosas que no se podían guardar entre las paredes de un palacio.

Quizá Juana hubiera podido tener otro tipo de vida si hubiera seguido en Castilla o si las circunstancias -la muerte de todos los que le precedían en la línea sucesoria- no le hubieran convertido en la heredera de Castilla y de Aragón. Pero la presión de las cosas no hizo más que agravar su tendencia a la depresión. Eso y que se convirtió en una pieza esencial de la política del momento: era hija de los reyes más poderosos de la Europa del momento y esposa de un joven ambicioso. Tuvo pocas oportunidades para una vida sosegada.

Además, sus padres habían elegido para ella un destino lejano y extraño en costumbres y clima y sin duda, se resintió de ello. De hecho, sus celos parecen causados por este choque cultural, al menos en parte.

Alguna de las cuestiones de la vida de Juana nos llaman la atención por su modernidad: el amor que sentía por su esposo, puesto incluso por encima de su posición social; la manifestación exaltada de las emociones -el apetito sexual, los celos-; una cierta independencia de carácter que le hizo enfrentarse a algunas decisión de Felipe, etc. Su madre, la reina Isabel, ya había iniciado ese camino.

Esta singularidad de Juana y su trascendencia como personaje histórico han propiciado su estudio desde diferentes perspectivas y metodologías y su tratamiento en el arte posterior. Algunos de los resultados se alejan de la realidad porque no contextualizan al personaje ni el código del pensamiento que regía en su tiempo y construyen un personaje demasiado actual que no puede corresponderse con aquella mujer encerrada en Tordesillas. Seguirá pasando porque, en el fondo, buscamos en el pasado las cosas que nos reafirman en nuestras propias creencias.


Noticias de nuestras lecturas

Luz del Olmo lee la biografía de Juana planteándose serias dudas sobre las razones de la depresión de la protagonista y si pudo o no elegir su destino... Una magnífica lectura.

Este sábado 7 de abril, el Club de lectura desembarca en Tordesillas para seguir los pasos de Juana. El viaje, organizado por el formato presencial del club (sostenido por Alumni UBU) asistirá a la visita teatralizada que allí se celebra y entrará en el monasterio de Santa Clara. También habrá lugar para el comentario de la biografía de Juana antes de regresar a Burgos. Una nueva experiencia de hermandad lectora. Daremos cuenta del viaje.


Pancho nos lleva a cerrar el círculo de red a red del protagonista de la novela de Abella: pero, como bien advierte, queda aún la coda final del libro, una de las más hermosas.

Próximas lecturas
Como saben los más antiguos seguidores de este club de lectura, suelo vincular alguna de las lecturas a los libros que obtienen el Premio de la Crítica de Castilla y León, de cuyo jurado soy miembro. En el presente año lo han obtenido ex aequo la novela Akúside, de Ángel Vallecillo (editorial Difácil) y Los refugios de la memoria de José Luis Cancho (editorial Papeles mínimos). Con este motivo, tras la lectura de la biografía de Juana la Loca -que terminamos la próxima semana-, iniciamos la de la novela de Vallecillo y en mayo abordaremos el libro de memorias de Cancho. Con ambos autores nos encontraremos durante la celebración de la Feria del Libro de Burgos.

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos.
Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, aunque en las últimas semanas no haya podido cumplir esta promesa por diferentes cuestiones que espero se vayan remansando en las próximas.
Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

miércoles, 4 de abril de 2018

Paisajes

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Por diferentes motivos, estos días he bajado desde Logroño hasta Ayamonte con paradas en otras localidades para encontrarme con amigos. En Logroño fue todo memorable y en su sitio: la buena gente, la calle Portales y la catedral, el río Ebro camino lento del Mediterráneo. Desde el río Cárdenas he visto la sierra de la Demanda, los árboles tumbados por estos meses de nieve y vientos. En la cueva en la que dicen que San Millán vivió cuarenta años contemplé el San Lorenzo blanco y señero, quizá así lo viera Millán. Atravesé esa tierra riojana entre sierras, la meseta castellana (Burgos, Valladolid, Salamanca), hasta la alta nieve de la sierra de Béjar. Allí Oliva me regaló un ramo de narcisos de Candelario y con aquel tesoro de los Canalizos recorrí Extremadura y llegué a Sevilla: azahar ya en la melena verde de los naranjos. Y Ayamonte, río y mar, monte y marisma. Qué importante el paisaje.

El mío es la planicie castellana hasta las ondulaciones de los Torozos y si cierro los ojos veo los campos rojos del terciopelo de la amapola en un atardecer eterno de verano. Pero echo de menos el fatigoso ascenso al Calvitero, las lagunas del Trampal; la pizarra llena de jaras florecidas y el Guadiana inmenso. Cuando no puedo, me muevo entre calles y de vez en cuando me subo a un bordillo para ver si más allá de los tejados la sierra blanquea aún.



martes, 3 de abril de 2018

Anda la jara en flor


Anda la jara en flor en las marismas
sobre los pizarrales, verde y blanca.
Ando yo entre jarales, con las manos
a la espalda buscando primaveras
con los ojos cerrados,
tan ciego y hacia adentro,
todo entero invernizo.

© Pedro Ojeda Escudero, 2018

lunes, 2 de abril de 2018

Una boda de estado y noticias de nuestras lecturas.


El 21 de agosto de 1496, partía Juana hacia Flandes para desposarse con Felipe, conde de Flandes. Como bien señala Manuel Fernández Álvarez en su biografía, poco pesaban en aquella decisión la voluntad o los sentimientos de la joven hija de los Reyes Católicos. En la estructura social de aquellos tiempos los padres decidían el destino de sus hijos y en las casas reinantes estos eran en muchas ocasiones mercancía con la que pactar acuerdos entre los reinos. Y esto es lo que sucedía con Juana: una pieza más de la política internacional de los Reyes Católicos que habían convertido sus reinos en la primera potencia europea y se hallaban en plena expansión hacia el Mediterráneo y las Indias.

Todo lo que podamos suponer de lo que ocurrió en la mente de Juana, que contaba 16 años, es mera especulación. Sabemos que su padre no la acompañó a Laredo pero su madre sí: Isabel llegó a pasar junto a su hija la última noche en el barco antes de partir hacia Flandes. Todos los indicios nos conducen a una joven que había sido educada para afrontar este momento, que sabía perfectamente cuál era su posición en el entramado político del momento. Si tuvo miedo, sentimientos contrapuestos o rechazo no quedó constancia. Es fácil suponer que lo hubo: de hecho, es la parte más sustanciosa para la leyenda de Juana y también para la literaturización de su biografía.

Lo único que sí sabemos es que aquel viaje a Flandes, el matrimonio posterior y los acontecimientos que siguieron convirtieron a Juana en la pieza esencial de un momento histórico que cambió la historia de los reinos españoles y del continente europeo. Juana se convertiría en la heredera del amplio imperio construido por sus padres y ese hecho hizo pasar de la dinastía Trastamara a la Austriaca; también -seamos sutiles con los nombres- del príncipe Juan de Aragón, heredero natural de los reinos de Castilla y de Aragón, a Carlos V de Alemania. No es una circunstancia menor: los reinos españoles pasaron al eje central de la convulsa situación europea del siglo XVI y sus reyes entendieron la forma de gobernar de manera bien distinta a como había ocurrido hasta ese momento.

Por lo tanto, esa jovencísima infanta que embarcaba rumbo a una tierra que no conocía llevaba en sí, sin saberlo, el cambio del pulso de la historia. 


Noticias de nuestras lecturas

Paco Cuesta, en su comentario de la biografía de la reina Juana, llega al momento en el que el emperador entra a ver su madre en su residencia de Tordesillas... ¿qué debieron pensar de verdad todos los protagonistas de la escena, qué debieron sentir? En su última entrada se pregunta sobre la guerra de las comunidades y su significado: un punto esencial en aquella época.




En su comentario de la novela de Abella que nos ocupó hace unas semanas, Pancho llega a un momento clave que cambiará la historia: cuando el protagonista comprende que su lugar no está entre los de su misma especie... Para disfrutar completamente de su entrada, no os perdáis al Dylan final...

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos.
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domingo, 1 de abril de 2018

Llegas al sur


Llegas al sur y lo primero que haces es rendir tributo al mar. Tienes tantas preguntas que hacerte mientras lo miras. Se van borrando, una a una, hasta desaparecer todas, en silencio: frente al mar no hay ninguna otra cosa.