lunes, 2 de abril de 2018

Una boda de estado y noticias de nuestras lecturas.


El 21 de agosto de 1496, partía Juana hacia Flandes para desposarse con Felipe, conde de Flandes. Como bien señala Manuel Fernández Álvarez en su biografía, poco pesaban en aquella decisión la voluntad o los sentimientos de la joven hija de los Reyes Católicos. En la estructura social de aquellos tiempos los padres decidían el destino de sus hijos y en las casas reinantes estos eran en muchas ocasiones mercancía con la que pactar acuerdos entre los reinos. Y esto es lo que sucedía con Juana: una pieza más de la política internacional de los Reyes Católicos que habían convertido sus reinos en la primera potencia europea y se hallaban en plena expansión hacia el Mediterráneo y las Indias.

Todo lo que podamos suponer de lo que ocurrió en la mente de Juana, que contaba 16 años, es mera especulación. Sabemos que su padre no la acompañó a Laredo pero su madre sí: Isabel llegó a pasar junto a su hija la última noche en el barco antes de partir hacia Flandes. Todos los indicios nos conducen a una joven que había sido educada para afrontar este momento, que sabía perfectamente cuál era su posición en el entramado político del momento. Si tuvo miedo, sentimientos contrapuestos o rechazo no quedó constancia. Es fácil suponer que lo hubo: de hecho, es la parte más sustanciosa para la leyenda de Juana y también para la literaturización de su biografía.

Lo único que sí sabemos es que aquel viaje a Flandes, el matrimonio posterior y los acontecimientos que siguieron convirtieron a Juana en la pieza esencial de un momento histórico que cambió la historia de los reinos españoles y del continente europeo. Juana se convertiría en la heredera del amplio imperio construido por sus padres y ese hecho hizo pasar de la dinastía Trastamara a la Austriaca; también -seamos sutiles con los nombres- del príncipe Juan de Aragón, heredero natural de los reinos de Castilla y de Aragón, a Carlos V de Alemania. No es una circunstancia menor: los reinos españoles pasaron al eje central de la convulsa situación europea del siglo XVI y sus reyes entendieron la forma de gobernar de manera bien distinta a como había ocurrido hasta ese momento.

Por lo tanto, esa jovencísima infanta que embarcaba rumbo a una tierra que no conocía llevaba en sí, sin saberlo, el cambio del pulso de la historia. 


Noticias de nuestras lecturas

Paco Cuesta, en su comentario de la biografía de la reina Juana, llega al momento en el que el emperador entra a ver su madre en su residencia de Tordesillas... ¿qué debieron pensar de verdad todos los protagonistas de la escena, qué debieron sentir? En su última entrada se pregunta sobre la guerra de las comunidades y su significado: un punto esencial en aquella época.




En su comentario de la novela de Abella que nos ocupó hace unas semanas, Pancho llega a un momento clave que cambiará la historia: cuando el protagonista comprende que su lugar no está entre los de su misma especie... Para disfrutar completamente de su entrada, no os perdáis al Dylan final...

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos.
Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, aunque en las últimas semanas no haya podido cumplir esta promesa por diferentes cuestiones que espero se vayan remansando en las próximas.
Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

3 comentarios:

pancho dijo...

Los Reyes Católicos no tuvieron mucha suerte con los hijos, sobre todo con la muerte del heredero, el Príncipe Juan, que murió aquí en Salamanca a los diecinueve años y recién casado con la infanta Margarita que vino en los barcos de vuelta que llevaron a Juana a Flandes. Viaje bien aprovechado para transporte de personajes de sangre azul.
Era la política de la época: buscarse aliados a través de los matrimonios. En este caso para privarle a los franceses de los mismos. Francia era la otra potencia europea.
Había que estar en la actuación de Bob Dylan, ya costó conseguir entradas, el día que las pusieron a la venta por internet se acabaron en un santiamén. Aunque cantara canciones desconocidas (para mí) la mayor parte y de las conocidas de toda la vida las transforme tanto que parecen otras. Conserva la voz mejor de lo esperado a pesar de los 76 años que ya tiene. El tiempo pasa para todos.
Otra cosa positiva de "El hombre pez" es que aguanta bien cualquier examen al que se le someta. Habrá que terminarlo aunque sea poco a poco.
Un abrazo.

Abejita de la Vega dijo...

Una joven princesa Juana a la que habían educado para someterse mientras a su hermano, el príncipe herederoJuan, lo hicieran para mandar. El alejamiento de los suyos y de todo lo que le era familiar. Un viaje peligroso por mar y la llegada a un país extraño, para casarse con un desconocido príncipe que la manejaría de acuerdo con sus intereses. Incluso la pasión amorosa era moneda sabiamente administrada por el Hermoso. Para volverse loca...Pobre Juana, pieza clave de una nueva dinastía , tras el trabajo de la guadaña mortal: Juan, Isabel y Miguel de la Paz. Una monarquía española, europea y autoritaria que tendrá su origen en una adolescente asustada que se despedia de su madre en un barco cascarón de nuez, a merced de las tormentas. Era para volverse loca pero la historia no había hecho más que empezar.
Un abrazo, Pedro.

Myriam dijo...

Estoy metida leyendo el libro y me gusta mucho.

"EL cambio del pulso de la historia": tremendo peso para una joven de 16 años, en un ambiente extraño y si Felipe el Hermoso, tenía rasgos psicopáticos como podría muy bien suponerse, y la princesa fue aislada por él de su séquito en una corte extraña... mal termina lo que mal comienza...

Besos