La vida como viaje es una antigua metáfora literaria que sigue siendo exacta y oportuna. Hay un momento, en todo viaje, que nos sentimos llegar al final del recorrido, aunque sepamos que es posible que aún nos queden muchos años por delante. No es necesariamente que percibamos la muerte, sino una sensación que nos hace pensar que esa es nuestra estación, que allí queremos quedarnos y pasar el resto de la vida: en ese lugar, en ese paisaje, con esa gente, con esas ocupaciones. Es afortunado aquel que encuentra el apeadero adecuado en el que descender del tren, respirar y comprender que ese es su lugar. Que podrá viajar a otros lugares o conocer otras personas, pero que es allí, en el espacio que vislumbra desde el andén, en donde quiere estar. De pronto, el viaje se hace presente y todo adquiere una dimensión ajustada. Incluso si nos giráramos inmediatamente, podríamos vernos al bajar del vagón y sonreír, con sorpresa, como si no nos pesara el pasado, porque ese es lugar que estábamos buscando y esa luz que queremos tener en cada uno de nuestros días.
Eso es lo que encontramos en el poemario Estación término de José Luis Rúa (Sevilla, Wanceulen editorial, 2017). Nacido en Alcoy en 1950, la vida lo llevó hasta Ayamonte, en donde ejerció como profesor de Educación Física hasta su reciente jubilación y, sin renunciar a sentirse alicantino, Rúa comprendió pronto que Ayamonte era su estación término, su destino final. No es de extrañar: Ayamonte es un lugar muy especial entre mar, río y marisma, entre tierra y cielo. La luz es allí amable, el clima benigno y la gente acogedora. De hecho, la frontera con Portugal allí se difumina.
José Luis Rúa es uno de los integrantes más activos y significados del colectivo poético Poetas del Guadiana que desde hace ya muchos años procura la unión de ambas riberas y celebra periódicas citas en las que poetas españoles y portugueses se juntan para construir un espacio de encuentro, comprometidos en esa labor de hacer desaparecer las fronteras levantadas por una historia no siempre amable. También es parte del grupo de escritores que impulsa infatigablemente la vida de Ayamonte con acciones poéticas, recitales, presentaciones de libros y publicaciones a través de Los libros del Estraperlo y Los Cuadernos de la Barranca. Desde el año 2000 ha publicado varios poemarios en una sucesión periódica que ha construido ya una obra de voz propia y reconocible: Cuaderno de poemas, Se ha vuelto loco, Mar cien veces mar, Los versos que te gustan, Poemas en el lienzo, etc. También ha publicado en antologías del grupo o colaboraciones como A pedales entre los escombros, con Eladio Orta. Conviene recordar también su trabajo como documentalista de las actividades culturales y deportivas de Ayamonte porque su labor se ha convertido ya en una referencia obligada para los investigadores de lo que allí ha ocurrido en las últimas décadas.
En Estación término hay conciencia de esos dos significados del final del viaje. Por una parte, la llegada al momento de la vida en el que el horizonte se estrecha; por otra, la conciencia serena y feliz de que se está donde se quiere estar y que la mirada se ha hecho parte del paisaje que habita. Por eso no hay sensación de tristeza ni de despedida sino de apurar el presente de forma vital y todas las emociones que brinda. Incluso cuando se aborda la inevitable decadencia física que implica la edad: es como si estuviera alojado en un cuerpo extraño, dice el poeta:
Me dirijo la palabra solo por buena educación,
pero no me reconozco.
Sin embargo, la relación de padecimientos y medicamentos (Jodida bioquímica) que implica cumplir años en realidad no importa:
Es un juego de equidistancias y equilibrios
entre la naturaleza humana y yo mismo.
No es Estación término un poemario de despedida ni de tristezas, sino un canto apasionado a lo mejor que se tiene: la propia gente, el amor y el paisaje. Se abre con una referencia al nieto recién nacido -Mateo, al que va dedicado el libro- al que recomienda: Lucha con todas tus fuerzas / y con un poema en cada mano. Por la misma razón, una de las partes esenciales del poemario son los poemas dedicados a Cinta, su mujer:
A poema,
tu cuerpo sabe a poema.
De rima libre y verso más libre todavía
En Estación término también está el paisaje ayamontino (Canela, el espigón, el río...), los poetas con los que ha recorrido parte del camino (Eladio Orta, Uberto Estabile, Antonio Orihuela) y una reflexión sobre la misma labor poética, que le llevan al compromiso con la propia escritura y el sentido social de la misma. Por supuesto, en el recorrido vital también hay momentos dolorosos, como la despedida de la madre (Madre, buen viaje y dale recuerdos al viento).
Es Estación término una celebración de la madurez y de la felicidad que otorga saberse en el lugar en el que uno quiere estar y con las personas que ama, con el amor que acompaña y la vida bien hecha. Y en él está José Luis Rúa tal y como es: entregado, pasional, directo, generoso. Y la luz de Ayamonte, que lo preside todo. No es, sin duda, el final del trayecto de la obra de este poeta, siempre lleno de energías y propuestas, generoso en la entrega y que sabe cómo hacernos visible ese estado de gracia:
Sé que tienes razón,
como lo tiene el alba cada mañana,
más, la madrugada e frases van haciendo camino
hacia ese poema que llevas en la falda
y que algún día vas a regalar al mundo.
Estación término cuenta con un excelente prólogo del poeta portugués Fernando Cabrita (en español y portugués, recomiendo la lectura de la versión original) y una magnífico diseño y maquetación de Antonio Garrido, con fotografías del escritor, que es un excelente fotógrafo.
4 comentarios:
El sonrojo ha sido el primer instante de este día. La generosidad siempre ha sido tu forma mas exprsiva de tender la mano. Que los vientos te sean favorables y siempre haya un punto de encuentro donde una "bica" y un poema nos den algo de descanso de vez en cunado. Muchas gracias y un fuerte abrazo, amigo.
Magnífica semblanza de un excelente poemario.
Una estupenda reseña que incita a la lectura
de este poemario.
Besos
PD: 1- Además de todo lo que dices de José Luis Rua,
un pajarito me contó que él cocina unas de
las mejores paellas de toda España.
2- Justamente yo elegí Madrid como mi "estación Término".
El lugar, inmóvil él, nos busca a nosotros.
Publicar un comentario