martes, 26 de septiembre de 2017

No hay forma de saber si estoy despierto


El olor a café del desayuno
me anuncia que amanece:
el aviso feroz de la tristeza
del ser humano.
No hay forma de saber si estoy despierto.

Antes de irme a la calle,
te beso. Ya en el tren cierro los ojos
para soñarte
(aún dormida y a salvo).

Hecho paisaje, el tiempo
ocurre al otro lado
del cristal como ruido.
Se empaña la ventana.

Quizá logro dormirme
al fin. O despertarme.

© Pedro Ojeda Escudero, 2017

6 comentarios:

mojadopapel dijo...

Las dos cosas son parte de un mismo acto.

Abejita de la Vega dijo...

Vivimos un sueño.

impersonem dijo...

Escena matutina... con café y metáforas...

Dormir y despertar... soñar y vivir...

Abrazo

Myriam dijo...

El tren se presta a eso,
más, con vaivén y ronroeneo.

Besos

Myriam dijo...

¿Sabes?

Justamente por lo que dices en tu poema.
para despertar la conciencia, es que se
toca el Shofar (cuerno de cordero)
en algunas celebraciones religiosas
judías como en Iom Kipúr, el Dia del perdón.

(La granada, te contesté en mi blog
-no sé si lo viste-, es símbolo
de abundancia, generatividad, fertilidad)

Besos

Campurriana dijo...

El olor a café me inspira ternura, felicidad.