A veces eres sombra
en mitad del camino,
te agarras como un puño
y no me sueltas.
He de sentarme entonces
en una piedra
o sobre el suelo,
a respirar,
con los ojos cerrados,
lento:
dentro de mí
hay voluntad de abismo.
De pronto,
no sé con qué intención,
sucede que la vida
me salva,
me propone este viento
ligero
y húmedo,
el río
todavía marisma,
las jaras
en flor,
la suave ondulación del horizonte
llena de día.
© Pedro Ojeda Escudero, 2017
6 comentarios:
Reconozco el paisaje y el puntual poema.
Hay brisas que obran milagros :-)
Un beso
Un poema interesante. Vengo hasta aquí desde la casualidad, y descubro un espacio abierto a muchas cosas, donde explorar.
Saludos. Nos leemos.
(Te enlazo, con mucho gusto, a mi orilla literaria)
... Y respiro despacio para molestar poco.
:)
La vida nos propone cosas y nos salva. Nos salvamos también unos a otros. Bueno, la vida somos nosotros también, los demás para cada uno de nuestros amigos. Y la naturaleza también.
Un abrazo
La vida de la propia naturaleza nos va salvando en sos altos que hacemos en el camino para poder respirar
Besos
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