Esta mañana se ha defendido con feliz éxito en la Universidad de Burgos la Tesis Doctoral de Margarita del Hoyo Ventura sobre Lenguajes escénicos actuales sobre textos clásicos: Hamlet y la Europa del siglo XXI, que he dirigido. La Tesis propone una sólida metodología de análisis del hecho escénico y la aplica a la adaptación de los textos clásicos, en este caso, tres montajes de Hamlet dirigidos por Calixto Bieto, Thomas Ostermeier y Andriy Zholdak. Tres propuestas diferentes separadas unos pocos años pero que tienen en común la reflexión de estos directores sobre lo que puede aportar el drama de Shakespeare a la Europa contemporánea más allá del puro lenguaje teatral y su conversión a poéticas radicalmente actuales.
Como saben los más antiguos lectores de este blog, una de mis preocupaciones constantes -por profesión y por devoción- es la situación de los estudios de Arte Dramático en España. Salvo honrosas excepciones acometidas por algunos pioneros, estos estudios han estado alejados del mundo universitario. La mayoría de los estudios académicos sobre el teatro lo abordaban desde el punto de vista textual y filológico. No solían pasar del plano textual tampoco los estudios semióticos. Abordar así el estudio del arte dramático es insuficiente. De hecho, en monografías muy citadas sobre la historia del teatro español -algunas de ellos recientes-, la ignorancia de la condición espectacular del teatro llevaba a afirmaciones sorprendentes. Todavía hoy se habla, por ejemplo, de las escenificaciones del teatro de Lope de Vega sin mencionar que lo que se ha visto en escena no es el texto escrito por Lope de Vega sino otra cosa debida a los adaptadores, refundidores, directores de escena, etc. O se habla, con toda la naturalidad y sin matices, de un imposible: ver teatro barroco en un local construido en el siglo XIX. Falta en España una cultura de análisis del espectáculo, un desarrollo metodológico y un reaprovechamiento de todo ello para mejorar propuestas de los dramaturgistas y de los directores de escena. Y esto no solo en el ámbito académico sino también entre muchos de los profesionales que se dedican al teatro.
Por supuesto que todo esto está cambiando. La labor de formación de algunas Escuelas de Arte Dramático y un puñado de Tesis doctorales defendidas en los últimos tiempos abordan la cuestión desde perspectivas correctas. Pero aún nos queda mucho camino que recorrer para equipararnos a los países occidentales con los que tanto queremos compararnos. Las dificultades para el reconocimiento de los grados universitarios de Arte Dramático puestas por los equipos ministeriales de educación últimos, la incomprensible reticencia de algunas administraciones que no terminan de entender la urgente necesidad de introducir definitivamente estos estudios en el sistema universitario español, el desprecio con los que son tratados todavía por un buen sector académico y por otro no menos importante de profesionales son las causas.
En los últimos años se ha avanzado pero todavía queda un gran camino que recorrer para que sea normal lo que debe ser normal, es decir, que los estudios de arte dramático completen un abanico que vaya desde la mera afición hasta la profesionalidad y que se introduzcan de una manera evidente y no tangencial en todos los niveles de enseñanza y que en su fase superior puedan conducir a la obtención de títulos no equiparables a universitarios sino universitarios en todo su rigor. Con todas las consecuencias.
Por supuesto que todo esto está cambiando. La labor de formación de algunas Escuelas de Arte Dramático y un puñado de Tesis doctorales defendidas en los últimos tiempos abordan la cuestión desde perspectivas correctas. Pero aún nos queda mucho camino que recorrer para equipararnos a los países occidentales con los que tanto queremos compararnos. Las dificultades para el reconocimiento de los grados universitarios de Arte Dramático puestas por los equipos ministeriales de educación últimos, la incomprensible reticencia de algunas administraciones que no terminan de entender la urgente necesidad de introducir definitivamente estos estudios en el sistema universitario español, el desprecio con los que son tratados todavía por un buen sector académico y por otro no menos importante de profesionales son las causas.
En los últimos años se ha avanzado pero todavía queda un gran camino que recorrer para que sea normal lo que debe ser normal, es decir, que los estudios de arte dramático completen un abanico que vaya desde la mera afición hasta la profesionalidad y que se introduzcan de una manera evidente y no tangencial en todos los niveles de enseñanza y que en su fase superior puedan conducir a la obtención de títulos no equiparables a universitarios sino universitarios en todo su rigor. Con todas las consecuencias.
6 comentarios:
Enhorabuena a la doctora y a su director.
Toda la razón tienes en lo de los estudios de teatro en la Universidad. Me tocó en suerte de profe uno de los mejores especialistas de teatro clásico y, efectivamente, no pasamos del texto. El teatro es mucho más.
Ayer hablaba en mi clase de bachillerato sobre el teatro de los primeros comediantes que recorrían los caminos en forma de bululú, ñaque, gangarilla, garnacha, cambaleo hasta llegar a la farándula y compañía. La vida de comediante era dura. La probó el propio Molière en su recorrido de diez años con su compañía por Francia representando comedias que era lo suyo y no las tragedias que era su vocación culta. Era duro ser comediante. Les decía que era una profesión sin respeto social. Y que no podían ser enterrados en el cementerio en espacio sagrado. Fue el siglo XVII, el más teatral de la escena europea, pero en aquel tiempo no existían universidades ni grados universitarios para hacer a los dramaturgos, a los actores, a los escenógrafos. Era instinto, era aprendizaje sobre el terreno y en la práctica exponiéndose a las iras del respetable los que llevaban a aquellos actores a representar farsas y entusiasmar al público. ¿Es posible que un grado universitario haga a alguien ser actor de verdad? ¿Es posible que un grado universitario logre hacer un dramaturgo que tenga algo que decir? ¡Oh, Chejov, oh, Strindberg, oh, Ibsen ... ! ¿dónde estaban vuestros grados universitarios? Margarita Xirgu, Valle Inclán ¿dónde están vuestros grados universitarios? ¡Oh, Lorca! ¿En que universidad estudiaste arte dramático?
Interesante entrada Pedro y más que ahora estamos inmersos en estos temas, ya que mi hija mayor quiere estudiar arte dramático.
La pena que a mi me da, por lo que veo alrededor, que en el siglo que estamos hoy en día ser "artista" siga estando mal visto y no se considere una carrera como la de médico o cualquier otra, por poner un ejemplo.
Un beso muy fuerte acompañado de un abrazo.
Tus intereses suelen ser los nuestros, cuando los pensamos más de una vez. Respecto a lo de "artista", suelo pensar más bien en términos de bondad: un buen texto, una buena foto, una buena melodía, una armonización poderosa, o brillante, o términos de ese campo. Artista me suele parecer alguien excepcional en cualquier campo artístico, y se sabe al cabo de mucho tiempo.
Un abrazo
Felicitações para a autora e para ti.
Besos, amigo mio
Ojalá que así sea.
La cultura ganaría con ello.
Besos
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