Mi paisaje es, ya lo sabéis, la meseta. Soy de una tierra sin límites que no comprende bien las fronteras. Esta Castilla, en realidad, está hecha para irse. A veces, después de una excursión fatigosa en pleno verano he subido a un otero y desde allí he contemplado esta tierra mía cortada a escuadra. La vista se pierde en el horizonte porque la mirada es, en realidad, el horizonte mismo. Hay que saber apreciar los cambios que las estaciones introducen en la tierra: verdes, dorados, marrones. Y en el momento oportuno la explosión de las amapolas, rojas como la sangre abierta en manantial en mitad del campo. Y los cambios en los tonos del cielo, que parece querer ser la perpendicular eterna del mundo. Hoy ya es otoño y las nubes pasaban con tanto mimo que parecían jugar al contraste con la dura tierra.
11 comentarios:
Precioso paisaje, parece que nada cambia, pero lo hace, y cómo.
Mi paisaje también es el castellano, Pedro. Las llanuras infinitas y el baile del trigo, de los girasoles. Y las pacas de paja...¡qué delicia!
El olor a tierra mojada después de la tormenta. Los colores amarillos, rojizos, verdes, incluso negros.
Bendito adobe, bendita Castilla de oro y de nostalgias.
Castilla tierra ancha, tierra fértil, tierra de castellanos, con olores y colores a la esperanza y los cielos tan almidonados para dejarse llevar por la mirada.
Preciosa es Castilla, tú Castilla, mi Castilla, nuestra Castilla.
Me ha encantado tu entrada dedicada a nuestra tierra, Pedro.
Preciosas imágenes, las voy a agrandar para apreciarlas mejor.
Un beso.
Buenas noches, profesor Ojeda:
¡Cuánta belleza en cielo y tierra en estos días de otoño!
La patria chica, el lugar al que se vuelve cuando se está lejos, y al que al final, sólo se regresa con el pensamiento.
Las fronteras, invento de los hombres.
Un abrazo
Ancho y vasto paisaje el tuyo.
Besos, Pedro.
Para mí, que no vivo en Castilla, aunque supongo que hay varias, tu paisaje es un espacio mental, que miro cuando paso y recuerdo durante días mientras miro mi paisaje habitual, muy diferente.
Un abrazo
La sencillez de la tierra le da el protagonismo a lo que va por por el cielo como se ve en las preciosas fotos.
Besos.
Los campos vestidos de amapola de retozones rojos Garibaldi rompen la monotonía en ocre de las tierras de Castilla. Sabor sordo y desolación en la mirada a la inmensidad poblada de tristeza y abandono. La dureza de la tierra organizó la huida de sus gentes.
el planeta está allí , con todos sus matices para el hombre pueda gozarlo y también preservarlo
bss
Qué bonita la impresión de perspectiva y movimiento de las nubes. Parecen, efectivamente, jugar con el punto de vista del espectador.
Corren que vuelan por encima de este suelo que, para ellas, es fugaz. No más que una etapa de paso en la que no detenerse. ¿Por qué no lo hacen, por qué no se detienen? ¿No se les ofrece mucho por irrelevancia, descuido, interés? ¿Esta tierra no las reclama por desdén, humildad, ignorancia, circunspección?
Yo prefiero las montañas. Quizás porque he nacido entre ellas. Y el mar, mejor surcado por bajeles con sus velas desplegadas. La línea del horizonte, mejor interrumpida...
Ya ves, hay gustos para todo
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