A Llano Alto ya no llegaban los ruidos de las cosas de los hombres. El día era ligero y camino de la Peña Negra, todo acertaba con su tiempo. Lo sabían los serbales, que ofrecían sus pomos rojos como gotas salpicadas de corales. Hacia arriba, hacia las peñas últimas, camino del último esfuerzo, para contemplar la verdadera dimensión de la historia.
9 comentarios:
Buenas noches, profesor Ojeda:
¿Hasta ahí ha subido? Estos amigos bejaranos, se conservarán jóvenes eternamente. Manolo Casadiego seguro que iba el primero, mientras usted se quedaba mirando esos frutos,
con ese color tan increíble, transformado de una flor blanca.
Abrazos.
Precioso, todo.
Besos
hacia arriba, unos para hablarle a su dios, otros para escuchar el silencio
.
muy interesante, bello también
un abrazo, estimado Profe
Los cielos castellanos tienen algo que no vemos aquí, seré esa inmensidad sin fin.
Preciosa serie.
Abrazo
el cielo , esa cúpula que nos protege y nos contiene
a veces decanta en unas tormentas que remecen
pero que bien valen la vida experimentarlas
bss
pd... espero tengas un tiempo y te des una vuelta por mi blog y dejes huella/s
:D
Me fascinan desde niña los serbales y sus frutos...
Besos, Pedro.
Algo diferente al paisaje de aquí. Tú puedes mirar como un pintor, yo debo mirar como un geógrafo. Todo es mirar, al fin y al cabo.
Un abrazo
Querido Pedro, te imagino un hombre sencillo que se enriquece cada día con las cosas simples que te ofrece la vida. Descubrir los detalles como tú lo haces requiere "mirar" más allá de lo que se "ve"...es mirar y contemplar con los ojos del Alma lo que el Creador nos ofrece a cada instante
Saludos,
Ali
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