Hay momentos que parecen eternos. Toda vida tiene derecho a un puñado de ellos. Son aquellos en los que uno no tiene la cámara fotográfica a mano y a pesar de eso se graban intensamente en la memoria. Recuerdo un beso adolescente en la mejilla debajo de un almendro en flor centenario como si ahora mismo estallara el azahar de la primavera. ¿Cuántos más, diez, doce, veinte a lo sumo? Son un puñado de ocasiones que preceden al beso, en los que nada importa porque el tiempo se ha detenido. Uno mira a los ojos y se ve en ellos y percibe que es el exacto momento de anular la distancia que hay entre los labios, mientras siente un puño en la boca del estómago y le embarga el olor de la piel deseada. Si nos parásemos a reflexionar estropearíamos el momento, pero si nos parásemos sentiríamos que ese momento es eterno aunque luego los días hagan su labor de zapa y nos alejen de aquella persona que era para siempre. Y quedará aquel momento colgado de la memoria, como las hermosas fachadas de los edificios que fueron derribados por la pala de la excavadora. Hay momentos que parecen eternos y toda vida tiene derecho a un puñado de ellos pero cuántos nos quedan.
17 comentarios:
Ciertamente, querido Pedro: ¡cuántos nos quedan! Y te lo dice un viejito que sigue disfrutando de algún que otro "puñadito".
En una misma imagen: el amor, la ciudad y la calavera. Hermoso resumen de la vida.
Y un brindis también por todos esos momentos olvidados que no merecieron serlo.
cierto PEDRO, hay momentos que se hacen eternos y otros que apenas alcanzan a notarse
besitos
Son esos momentos caprichos de la memoria... cuando un aroma o un rincón nos devuelve inconscientemente a uno de esos momentos vividos pero no perdidos en el olvido...se trata de seguir fabricando momentos para que un día y en nuevas circunstancias pueda la memoria recobrar sus caprichos.
Te siento Proustiano Pedro, me gusta.
Todos los que queramos, si quererlos queremos...
Bueno, de los besos, sólo soy capaz de acordarme de los últimos... la cámara, no se me suele olvidar.
Besos, Pedro.
Que gran verdad,Pedro. Y esos momentos eternos, cuando reaparecen en la memoria aún con el paso de cien años, hacen que el corazón se dispare, nos surja una sonrisa, o quizá nos duelan también.
Besos.
Hay gente que no se da cuenta y deja pasarlos sin saberlo. En su caso no les queda ninguno. El sensor de sus sentidos no se les impresiona con la luz propia de esos momentos.
Has escrito una belleza.
Qué belleza, Pedro. Y así, tan sencillo. Precioso.
gracias por tus huellas PEDRO
feliz finde
Buenas noches, profesor Ojeda:
Qué lástima no contar con una cámara que guardase esos instantes mágicos que quedaron grabados en la memoria.
Confiemos en poderlos recordar durante mucho tiempo, para no perder ninguna secuencia de la película de nuestra vida.
De la mayor parte de esos puñados de momentos imborrables no suele quedar ni una fotografía.
Le dejo:
una ‘rama de almendro en flor’, de Van Gogh.
Un abrazo
P.D.: Me costó encontrar la calavera que decía Xuan Rata.
Es altamente saludable la permanencia en esos recuerdos.
Una abrazo
Seguimos siendo, a veces, los adolescentes que fuimos.
Un abrazo
Todos los que queramos dejar fluir.
Sí, hay montentos eternos e irrepetibles y la mayoría de las veces duran en su realidad muy poco tiempo, pero nuestro recuerdo, los guarda para siempre.
Besos
Luz
Y son esos momentos que hacen que la vida merezca ser vivida. Doy fe.
Besos
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