viernes, 6 de septiembre de 2013

Un puñado


Hay momentos que parecen eternos. Toda vida tiene derecho a un puñado de ellos. Son aquellos en los que uno no tiene la cámara fotográfica a mano y a pesar de eso se graban intensamente en la memoria. Recuerdo un beso adolescente en la mejilla debajo de un almendro en flor centenario como si ahora mismo estallara el azahar de la primavera. ¿Cuántos más, diez, doce, veinte a lo sumo? Son un puñado de ocasiones que preceden al beso, en los que nada importa porque el tiempo se ha detenido. Uno mira a los ojos y se ve en ellos y percibe que es el exacto momento de anular la distancia que hay entre los labios, mientras siente un puño en la boca del estómago y le embarga el olor de la piel deseada. Si nos parásemos a reflexionar estropearíamos el momento, pero si nos parásemos sentiríamos que ese momento es eterno aunque luego los días hagan su labor de zapa y nos alejen de aquella persona que era para siempre. Y quedará aquel momento colgado de la memoria, como las hermosas fachadas de los edificios que fueron derribados por la pala de la excavadora. Hay momentos que parecen eternos y toda vida tiene derecho a un puñado de ellos pero cuántos nos quedan.

17 comentarios:

Boni dijo...

Ciertamente, querido Pedro: ¡cuántos nos quedan! Y te lo dice un viejito que sigue disfrutando de algún que otro "puñadito".

XuanRata dijo...

En una misma imagen: el amor, la ciudad y la calavera. Hermoso resumen de la vida.
Y un brindis también por todos esos momentos olvidados que no merecieron serlo.

lichazul dijo...

cierto PEDRO, hay momentos que se hacen eternos y otros que apenas alcanzan a notarse

besitos

Spaghetti dijo...

Son esos momentos caprichos de la memoria... cuando un aroma o un rincón nos devuelve inconscientemente a uno de esos momentos vividos pero no perdidos en el olvido...se trata de seguir fabricando momentos para que un día y en nuevas circunstancias pueda la memoria recobrar sus caprichos.
Te siento Proustiano Pedro, me gusta.

Myriam dijo...

Todos los que queramos, si quererlos queremos...

LA ZARZAMORA dijo...

Bueno, de los besos, sólo soy capaz de acordarme de los últimos... la cámara, no se me suele olvidar.
Besos, Pedro.

Nieves LM dijo...

Que gran verdad,Pedro. Y esos momentos eternos, cuando reaparecen en la memoria aún con el paso de cien años, hacen que el corazón se dispare, nos surja una sonrisa, o quizá nos duelan también.
Besos.

dafd dijo...

Hay gente que no se da cuenta y deja pasarlos sin saberlo. En su caso no les queda ninguno. El sensor de sus sentidos no se les impresiona con la luz propia de esos momentos.

virgi dijo...

Has escrito una belleza.

Estrella dijo...

Qué belleza, Pedro. Y así, tan sencillo. Precioso.

lichazul dijo...

gracias por tus huellas PEDRO
feliz finde

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

Qué lástima no contar con una cámara que guardase esos instantes mágicos que quedaron grabados en la memoria.
Confiemos en poderlos recordar durante mucho tiempo, para no perder ninguna secuencia de la película de nuestra vida.
De la mayor parte de esos puñados de momentos imborrables no suele quedar ni una fotografía.
Le dejo:
una ‘rama de almendro en flor’, de Van Gogh.

Un abrazo

P.D.: Me costó encontrar la calavera que decía Xuan Rata.

Paco Cuesta dijo...

Es altamente saludable la permanencia en esos recuerdos.
Una abrazo

andandos dijo...

Seguimos siendo, a veces, los adolescentes que fuimos.

Un abrazo

mojadopapel dijo...

Todos los que queramos dejar fluir.

Ele Bergón dijo...

Sí, hay montentos eternos e irrepetibles y la mayoría de las veces duran en su realidad muy poco tiempo, pero nuestro recuerdo, los guarda para siempre.

Besos

Luz

Myriam dijo...

Y son esos momentos que hacen que la vida merezca ser vivida. Doy fe.

Besos