jueves, 6 de noviembre de 2008

La historia comienza a girar hacia su final: culminación de la penitencia de don Quijote y reaparición del cura y el barbero (I.26).

Autorretrete con Quijote en la Facultad de Humanidades y Educación de Burgos,
en homenaje al Sr. K. y cualquiera de los dos lados de su cabeza.

Este capítulo es la bisagra en la que la novela comienza a girar hacia su final. Cervantes -recordemos que ya hemos aludido al cambio que introdujo en algunos elementos de la narración para equilibrarla, lo que produjo el error de la desaparición del asno de Sancho- quiso que ocupara, además, la posición central para significarlo (el número 26 de 52 capítulos).

De ahí dos cosas que suceden en estas páginas: la expresión máxima de la locura de don Quijote y la reaparición del cura y el barbero.

Don Quijote, empujado por el estímulo de otro loco, Cardenio, ha decidido hacer penitencia de amores: medio desnudo, tras dar unas cuantas cabriolas para que Sancho pueda dar testimonio a Dulcinea de su trastorno, reflexiona sobre los dos modelos posibles en esas circunstancias. Por un lado, Roldán, enloquecido y brutal tras saber que su Angélica había dormido más de dos siestas con Medoro, un morillo de cabellos enrizados; por otro, Amadís, que, sin ser ofendido sino desdeñado por su amada Oriana, se refugia en la Peña Pobre en compañía de un ermitaño para penar el desamor. Don Quijote, decidido a seguir este segundo ejemplo, se fabrica, con las faldas de la camisa -lo que aumenta su desnudez- un rosario y se dedica a rezar y escribir versos en las cortezas de los árboles y en la arena, dedicados a Dulcinea.

Debemos observar que don Quijote hace esta reflexión de forma consciente, sopesando los pros y los contras de ambos modelos porque él mismo sabe su condición de personaje paródico puesto que así ha decidido salir al mundo.

Hay más cosas en estos primeros párrafos.

En primer lugar, volvemos al juego con los diferentes planos de la narración: nada más arrancar el capítulo, se nos recuerda la condición de historia (dice la historia), es decir, de relato verídico con el que se disfraza la novela para fomentar el juego intertextual establecido con las novelas de caballerías. Este recuerdo sirve para construir el motivo según el cual se pudieron rescatar con posterioridad fragmentos de los poemas escritos por don Quijote en su penitencia. Estos versos se publican y establecen, a su vez, un inteligente guiño con el que se recuerdan los poemas de Garcilaso.

En segundo lugar, una divertida alusión a la religiosidad externa, tan criticada por el erasmismo que descubrimos en varias ocasiones en el Quijote. El protagonista, decidido a imitar a Amadís, lamenta la ausencia de un ermitaño, que le ayude en sus oraciones, y de un rosario, como si este objeto fuera la única forma de hacerlo. Cervantes, con la ironía erasmista presente en estos párrafos, evidencia la ridiculez de la religión externa y hace que su personaje se lo fabrique con la poca tela que le queda de su camisa. Tuvo dudas sobre el exceso de su broma y, en la segunda edición, redujo la carga crítica, puesto que don Quijote ya no se fabricará así el rosario, sino con las agallas de un alcornoque. La Inquisición portuguesa prohibió las frases de la primera edición.

Después, el narrador nos cuenta que Sancho ha llegado de nuevo a la famosa venta en la que fue manteado. Allí se encuentra con el cura y el barbero de su pueblo, que lo reconocen. Tras contarles todas las aventuras vividas y lamentarse de la pérdida de la cédula de los pollinos, fabrica, de memoria, la divertida contra-carta de amor de don Quijote a Dulcinea (la genialidad cervantina es sorprendente: de una carta de amor, modelo de este género pero que se despeñaba en la parodia al ser obra de un loco, hace una contra-lectura humorística de Sancho, que la traduce al lenguaje literario de lo rústico en un juego que saca Cervantes del teatro).

La aparición de estos dos personajes de la aldea de don Quijote supone, en primer lugar, la constatación de la fuerza de la locura del protagonista: nos hacen ver cómo Sancho se ha dejado arrastrar por ella en tan pocos días y ellos mismos terminan participando de sus manifestaciones, al planear disfrazarse de doncella (el cura: debemos imaginar la hilaridad de cualquier lector de la época al imaginarse la escena carnavalesca) y su escudero (el barbero) para ganarse la voluntad de su vecino.

En segundo lugar, su propósito de devolver a don Quijote a su lugar de origen anuncia ya el camino de retorno: el giro argumental de la novela hacia su final y la solución de los conflictos abiertos.

Veamos, el próximo jueves, si el cura se disfraza o no de doncella. En el capítulo XXVII.

52 comentarios:

Ariel Luque dijo...

Ya me imagino el cura cambiando la sotana por el disfraz de doncella jajja Seguire a la espectativa Pedro! Muy buen capítulo, un abrazo!

Ariel.

Anónimo dijo...

Buena combinación Quijote + autorretretes.

Vale, ya me pongo a ello. Ya no tengo excusa. Además de este cruce de referencias, me regalaron hace poco una edición del Quijote y el pedazo de índice que se ha currado Verba Volant hace las cosas más fluídas.

Me tengo que poner al día. Vosotros seguid, yo, a mi ritmo que es tranquilo. Preguntaré dudas cuando las tenga. Otro más pal carro.

Martine dijo...

No me chivaré... sobre los hábitos que se pusieron cada uno... Sigo poniendóme al día incluso anticipando...

Por cierto contagiosa costumbre la de retratarse en baños diversos...Sr K responsable, sín duda... Eso si, estás guapísimo en esta foto... y no te ruborices que la foto está en color y se nota más...

Un beso Pedro.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Llego ahora mismo de una terrible reunión...y no pude resistir la tentació - mañana te leo - solo apuntar una cosa y en apoyo a tu foto
¡Cada uno lee en donde puede y cuando puede!...jaja. vuelvo en unas horas. Saludos

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Fantastico este capitulo, Pedro. Tu analisis, impecable, como siempre.

Yo destacaria dos cosas: la enesima vez en que el cura y el barbero se admiran de la vehemencia de la locura del amo, que ha arrastrado a la del escudero, y los delicisisimos pormenores de la "portentosa" memoria de Sancho; y de otra, la muy buena observación sobre la religiosidad, incluyendo la censura portuguesa.

Muy bueno.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Siento la ausencia. La ciencia consume mucho tiempo.

García Berrio comentaba que en este capitulo Cervantes cambiaba el yo de la obra y empezaba una variación que a el le parecia interesante. Yo creo que hasta mas adelante no hay demasiada variacion del dinamismo que mantenemos hasta ahora.

Silvia_D dijo...

Excelente autoretrete, sales muy guapo ;)

Mañana me leo el capítulo, ahora estoy medio dormida.

Besitos, hasta mañana :)

Señor De la Vega dijo...

Fue una disección perfecta su introducción a este capítulo y me gusta coincidir en el corte.
Siento expresarme desde la ignorancia académica y con una siempre subjetiva mirada de Zorro.
Pero ya he comentado, mi intento de leer el Quijote desde el corazón de Cervantes, y siempre temo naufragar en el aspecto espiritual, si creo a veces entenderlo en el platónico, irónico, humano, sentimental, por la abstracción posible de su tono poético, es en lo religioso donde se vuelve demasiado farragoso y gira mareándome (o mareando a la censura con excesos de vueltas y carnavalesco).
Me explico, me resulta casi imposible empatizar con la espiritualidad de los hombres del XVI o XVII, y de la influencia tan aplastante que la religión tenía como condicionante en sus vidas, su pensamiento o todo. (Sin olvidar inquisición presente, expulsión de moros, censuras...)
Cervantes, en estos capítulos de entrelazadas aventuras, realiza lo que a mí, me parece (desde hoy) una lectura absolutamente irreverente y cómica de al menos, prácticas católicas, musulmanas y animistas... (y desconozco si hay algo de 'kabala' escondido). Sin embargo ofrece una visión de humanidad y mixtura religiosa, que me parece post-moderna (comparada con nuestro actual presente... y llegarán los capítulos, donde admirarse).
Sobre el sarcasmo, ya se mofó en el "bálsamo de fierabrás" (con una doble lectura sobre el lienzo de Cristo, que él sustituye por aceite, vino, sal y romero) sobre nombre, uso, etc. exagerando al imposible, lo ritual...Diciendo rezar entonces, 80 padres nuestros, 80 avemarías, 80 salves, 80 credos y hacer unas 20.000 cruces. En este capítulo riza el rizo y son un millón exacto de avemarías con un rosario trenzado con jirones de camisa, que por golpeada y maltratada, bien podría haber servido de sudario.
Si únicamente leo, desde mi visión del siglo XXI, tanto este, como algunos otros, serían comprados como viñetas cómicas de "El Jueves" en sátira crítica a los usos del cristianismo, curas y obispos, y la caballería andante de la Conferencia Episcopal, emperadores de las ondas y feudos políticos. Y seguro que saltarían chispas sobre Cervantes, por querer travestir curas, incluida la hoguera de la Cope para el Quijote, en manos de un Losantos.
Usted señor Ojeda, lo relaciona con el espíritu erasmista soterrado en la época Cervantina, algunos críticos hasta eso han cuestionado en el debate. Yo mirándolo con ojos legos, no puedo menos que asombrarme de ese traer como si tal cosa, por el autor, en tiempo de expulsiones, las relaciones interreligiosas y raciales, que vuelven a hacerse presentes, escusándose en la lectura de un razonante loco sobre las narraciones caballerescas, y repetirá la práctica muchas más veces, en este inacabada trama, con más cuentos y acciones.
Llega El Quijote, al retiro eremita, con diálogo directo al cielo, y un abusar sarcástico de millones de rezos, pero elevar por lo contrario, a mayor estima y tiempo, el ejercitarse en la poesía que acaba ocupando el suyo, grabando el monte con rimas cómicas, y así alzarse en misticismos de amores perfectos, propios de sufí, o jienense y santo, al ritmo recurrente de El Toboso.
Mientras el cura y Sancho, banalizan a los miembros de la iglesia, comparando emperador y obispo, en términos de prebendas onerosas al escudero, destino que podría ocupar un loco y triste figura, sin que parezca insulto a los estamentos más sagrados. (Felipe II y Clero)
Y finalmente no tiene pudor en sugerir, en boca del mismo cura, que bastaría travestir sotana por faldas de mujer, para convencer a un hombre, sin que extrañase ni mucho ni tanto, en esos tiempos. ¡Es impresionante! ¿no le parece?
En fin, ya me pasé un bien poco, como siempre.
Suyo, Z+-----

Anónimo dijo...

Cornelivs: gracias por su dilicisísimo adjetivo. "delicisísimo". Me encanta. Y usted,señor de la Vega, no pierda el sueño en disquisiciones tan enredosas y goce el Quijote como un delicisísimo (ya no hay quien me lo quite) divertimento, no tan diferente, salvando las distancias y los siglos, y perdóneseme la irreverencia si la cometo, a esas dos fantásticas obras de la literatura española contemporánea que son "El misterio de la cripta embrujada" y "El laberinto de las aceitunas" de Eduardo Mendoza, en las que no ya sólo el héroe enloquecido y las situaciones desquiciadas, sino el propio lenguaje se suma como elemento del juguete (en su más noble sentido) haciendo sátira de sí mismo. Hay libros que fueron escritos para hacernos pensar; otros para acariciar nuestra sensibilidad; otros para hacernos olvidar nuestro entorno y otros para hacernos reir. El Quijote es de estos últimos aunque intente hacerlo, como los payasos clásicos, con un personaje patético. A muchos no les hace puta gracia. Es cuestión de gustos.

Anónimo dijo...

¡Me olvidaba!
Es una lástima que este espacio no permita pegar JPG's; tendríamos esta noche un gracioso "Autoretrete Contest".

Merche Pallarés dijo...

Me he reido un montón con este capítulo. Tambien me llamó la atención la frase que citas "Angélica había dormido más de dos siestas con Medoro, un morillo de cabellos enrizados y paje de Agramante..." (encima de ser moro era ¡un simple paje!) Tambien cuando el Quijote se da cuenta de que "Sancho se había ido sin querer aguardar a ver más sandeces..."
Por cierto ¡vaya poder que ejercían las mujeres en esa época! Los caballeros se enfrentaban a grandes batallas por ellas... ¡qué romántico!
¡Muy bueno el autoretrete y sí estás muy guapetón! Besotes, M.

Señor De la Vega dijo...

Gracias por su consejo Señor Portillo, que todos se agradecen para que sea comedido en comentarios... el sueño lo perdí hace tiempo por esta obra, soñando.
En mi caso, más me divierte lo que mejor entiendo, pues pienso que esta, es obra para que rían todos, lerdos y sabios. (Y si ya me reí como lo primero, busco también lo segundo, aunque difícil lo veo).
Por lo demás concuerdo, también en alabar al discretísimo Cornelivs.
Suyo, Z+-----

Anónimo dijo...

Capítulo que comienza con D. Quijote en el culmen de su locura, cavilando sobre penitencias apropiadas y que termina con el barbero y el cura, viejos conocidos, haciendo planes para intentar sacarle de la sierra y ver si su locura tiene remedio.

Una vez que D. Quijote se ha quedado solo, no le queda al autor otro remedio que recurrir al narrador si quiere que la historia continúe. Lo hace sumergiendo a nuestro caballero en dudas sobre la imitación de penitencias. No consideró conveniente emular a Roldán cuya dama le había cometido desaguisado con un morito de rizos. Como Dulcinea no le había dado motivos para desconfiar, puestos a imitar, se decidió por Amadís. Piensa D. Quijote que su locura no es lo suficientemente grande como para enturbiar el agua de los regatos y fuentes, no tendría de dónde beber.

Mientras esto pasa en la sierra; Sancho, desandando el camino que les había llevado a ella y a lomos de Rocinante, llega a la misma venta del manteo donde, temeroso de que le vuelvan a robar las alforjas (ahora bien repletas) no se atreve a entrar, a pesar de que no había comido caliente desde hacía días. Aquí le reconocen el barbero y el cura de su pueblo. Le hacen hablar de su amo, so pena de acusarle de robo al llevar el caballo de su amo. Sancho, fingiendo una memoria como una criba, les cuenta lo que quiere y así consigue que le saquen la comida caliente para él y su caballo.

Aunque no cabe duda de que la obra ( hasta ahora)está toda ella impregnada de religiosidad: la influencia de La Biblia está patente en las metas caballerescas de: desfacer entuertos, ayudar al desvalido, penitencias redentoras ... Si algo se puede deducir del texto de hoy sobre la religiosidad del autor es que conocía los oficios religiosos. Sabía que un misterio del rosario se compone de diez avemarías y un padrenuestro, que se corresponde con el nudo más grueso. No estoy seguro de que muchos novelistas actuales lo conozcan. Sin embargo, no parece tratado este aspecto con mucho respeto por la manera de hacer el rosario y la afirmación de que en tres días de penitencia se puedan rezar un millón de avemarías, (no sabemos si con los correspondientes padrenuestros) en plan de amodorramiento hare krisna. No obstante, demasiado meticulosos me parecen los “torquemadas” portugueses con la censura.

Con todo, creo que lo más destacable del capítulo es el afán que pone D. Quijote en alcanzar el amor ideal, cómo se muestra decidido a padecer todo tipo de privaciones y humillaciones para conseguirlo.

Bueno Pedro, como ves, nada nuevo he podido añadir a lo expuesto por ti ( a pesar de la extensión) tan magistralmente en la entrada, también por los comentadores precedentes,(¡Lo que sabe la gente!) pero algo había que poner. pancho

El Ente dijo...

Me imagino la escena carnavalesca, me imagino a Sancho contandole al cura y al babero todas las peripecias...
Lo que no me imagino es un autorretrete tan concurrido de gente jejejejjej pero es una genialidad más de las tuyas Pedro.

Un abrazo!!!

Alatriste dijo...

Anda que no a dado juego el autorretrete, siempre buscando nuevas genialidades para la foto de la entrada.

Por cierto con respecto a este capítulo, a mi me ha dado algo de pena el pobre Quijote quedándose solo, allí en Sierra Morena; mientras su escudero Sancho, parecía preocuparse más por llegar pronto al pueblo y conseguir los tres pollinos prometidos.

De todas formas ahora vendrá lo bueno.

Alatriste dijo...

Anda que no a dado juego el autorretrete, siempre buscando nuevas genialidades para la foto de la entrada.

Por cierto con respecto a este capítulo, a mi me ha dado algo de pena el pobre Quijote quedándose solo, allí en Sierra Morena; mientras su escudero Sancho, parecía preocuparse más por llegar pronto al pueblo y conseguir los tres pollinos prometidos.

De todas formas ahora vendrá lo bueno.

SAU dijo...

penitencia de amores?

muy linda exprsion....me he quedado con eso por ahora...
bonita foto pedro ---como siempre!

besines y buen fin de semana!

Unknown dijo...

No puedo decir nada de Don Quijote, sólo de la foto, je,je muy buena.

Antonio Aguilera dijo...

Hola Pedro: Esta semana he podido realizar un comentario màs exhaustivo, dentro de mis limitaciones temporales y literarias, a ver que te parece.


CAP. XXVI DE DON QUIJOTE

Capítulo éste, verdaderamente fecundo en comicidad e hilaridad.
Primero que nada, nuestro caballero, duda si hacer penitencia a lo Roldán o a lo Amadìs; decantándose por las formas del autodenominado Beltenebros.
Nuestro Sr. D. Quijote hace juramento de que su señora Dulcinea está “entera como la madre que la parió”, ya que no ha “yacido” con ningún “morillo” ni ningún otro varón. Ésta es la gran diferencia entre él y el ultrajado Amadìs, cuya señora había “dormido más de dos siestas con el morillo Medoro. Su dulcinea, fin máximo de sus rocambolescas aventuras andantes, no ha sido tocada por nadie, y menos de un morillo que como todos, tiene el pelo “enrizado”.
A continuación, después de fabricarse un rosario con cortezas de Encina, se dedica nuestro caballero a grabar en los troncos de los árboles, poemas en alabanza de Dulcinea, de los cuales se conservan tres enteros. Cervantes se empeña, sin interrupción en toda la novela, en demostrar sus dotes para la lírica. Parece ser que de forma mediocre; usted Sr. Pedro Ojeda, especialista en estas lides versiculares podrá aclararme si Cervantes fue, o no fue, un aceptable bardo.
Me gusta el final de las estrofas: “….aquí lloró D. Quijote ausencias de Dulcinea….”. Creo que quedan “decentes”.
Sancho Panza se encamina a entregar el correo a la Sr. Dulcinea y en su pensamiento está la idea fija de cobrar los pollinos, que por ello cabalga entusiasmado. De pronto llegó a la venta de la manta “ y se vio de nuevo por los aires”. Allí se encuentra con el cura y el barbero, quienes le amenazan por aparecer con Rocinante y sin D. Quijote. Una vez que Sancho ofrece sus explicaciones y dicho que llevaba una carta a Dulcinea, de quien su señor estaba “enamorado hasta los hígados”.
Sancho tiene miedo de entrar en la venta, y pide al cura y al barbero que le saquen algo de comer, así como cebada para Rocinante. Hubiese, quizás, preferido ayunar que enfrentarse a la gente de la venta. Eso de volar por los aires no es lo suyo.
Finalmente, me gustaría destacar del ejemplo que ponen a Sancho, el cura y el barbero, sobre si su señor preferiría ser arzobispo o emperador. En el cual observamos lo ruin del espíritu humano, en el transcurso de todos los siglos. Por nada, Sancho, aceptaría ser sacristán o sucedáneo eclesial, pues él era casado, y lo más importante, que estos anejos a los clérigos reciben unos emolumentos muy nimios, comparado con los obtenidos en el ejercicio de gobernación de una ínsula, y las rentas que de ella sería beneficiario.
Ni qué decir, de lo que nos espera en el capítulo XXVII con el cura y el barbero disfrazados. Espero poder compartirlo con ustedes la semana que viene.

Gracias profesor Ojeda por brindarnos esta oportunidad.

Buenas tardes.

Anónimo dijo...

Anoche leí el discurso de ingreso a la RAE de W. Fernández Flórez y, hablando de la atrofia de la fantasía en la novela de su época, habla del Quijote de una manera muy tierna: "...allí donde el ceño adusto nada logra, la sonrisa acierta a abrir un camino".
Tengo un otoño fernandoflorino... ¿Has leido Las Siete Columnas? Me ha dejado fascinada.
Un abrazo.
Concha.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

sin duda Don Quijote aparece en su locura máxima, en su locura de amor... haciendo cualquier cosa por ser querido ante la misiva enviada a su Dulcinea...y la vuelta de los inquisidores de libros...no es una burla al clero disfrazarlo? contraposición de Don Carnal - Doña Cuaresma?... la crítica está abierta... saludos

São dijo...

Sin tiempo, sin tiempo!
Feliz final de semana, Pedrinho.

Antón de Muros dijo...

La novela se encamina hacia su parte final y yo, en medio de la primavera y con casi 30°C de temperatura, quiero comentar que me ha gustado mucho el autorretrete...

Perdonad mi falta de profundidad ;-)

Nada más.

Un abrazo.

Antón.

ESPOLON UNIVERSAL dijo...

Querido profesor:
Atento al quijotesco asunto hemos elaborado unas peticiones:

NUESTRO SEÑOR DON QUIJOTE

LÍBRANOS SEÑOR:

De los banqueros ,
De los usureros.

De los constructores,
Especuladores.

De los trajeados charlatanes
De los galanes patanes.

De la tauromaquia:
Del toreo, del rejoneo;
De tratar al toro con pitorreo.
De los toros de cuerda,
(que lo tratan como una mi…),
De los toros embolaos
Vilmente ultrajados. LÍBRANOS SEÑOR

De las estéticas
Dermocorporaciones,
De las tetas postizas
Y liposucciones.

De los leguleyos,
De los impostores,
De los misántropos
Estafadores. LÍBRANOS SEÑOR

De los coléricos´
De los cleptómanos,
De los sevicidas
De la Bushifilia.

De los pistoleros
De los fusileros,
De los violentos.

De los indiferentes:
De los tibios.

De los insolentes,
De los ruidosos,
De los imprudentes. LÍBRANOS SEÑOR

De los desnatados ,
De los descafeinados,
De los destetados(de mala leche). LÍBRANOS POR SIEMPRE SEÑOR.

Suyos afectisimos admiradores, quedamos tristes y sin amores.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ARIEL: no te rías tan pronto. Veremos el próximo capítulo.

SR.K.: me alegro. Me he tenido que hacer un autorretrete con Quijote para que te sumes.

SELMA: no, no lo digas. Así será más sorpresa. Vaya, me ruboricé, sí. Un beso.

MANUEL: no es mala lectura para ningún sitio, en efecto...

CORNELIVS: tres elementos esenciales, sin duda.

DARGOR: no te preocupes, disculpado. Más que el yo, cambia la circunstancia.

DIANNA: espero tu comentario, a la hora que sea.

SEÑOR DE LA VEGA: en efecto, como señala, es una de las cosas que más nos separan del texto hoy -no cuando yo era joven-, puesto que estamos muy lejos de sentir la profundidad de estas ironías cervantinas como propias. Es impresionante todo esto. Y veremos más. Y en la segunda parte, aplicado a la gobernación de las cosas públicas. Excelente comentario. Saludos.

FERNANDO: es excelente el hallazgo del palabro. Acabaremos todos usándolo, sin duda. En el Quijote hay mucho de juego que invita a disfrutar, pero la semilla de la reflexión irá creciéndonos dentro. Divierte y mucho más: no hay nada más profundo que una risa inteligente. Me quedo con ganas del "Autorretrete Contest". Como, a través del grupo de Facebook he pedido a los lectores habituales que me envíen su autorretrato cervantino, te pido que me lo hagas llegar a través del correo electrónico y lo publico...

MERCHE: la risa provocada por este capítulo tiene una gran carga de profundidad. Las mujeres siempre han ejercido más poder del que se dice, pero en el ámbito de la intimidad. En la literatura se exageran esas cosas, que no eran tan públicas. Gracias y besos.

SEÑOR DE LA VEGA: como he dicho, no hay nada mejor que la risa con causa inteligente. Y de eso hay mucho en el Quijote.

PANCHO: excelente comentario. Los inquisidores portugueses andaban a lo suyo, sin duda: es decir, a extremar el celo. He visto listas de libros prohibidos ¡en el siglo XIX! que causan risa vistas desde hoy y temor sólo de pensar lo que había en aquellos tiempos. Como bien señalas, Don Quijote se esfuerza, pero, al pobre, no le acompaña el género. Has puesto mucho, sin duda.

EL ENTE: bueno, estaba solo, pero podría haber ido público y todo...

ALATRISTE: hay, leído desde hoy, cierto punto melancólico en la soledad del Quijote, sin duda alguna.

MAE: Gracias y no penes...

ANTONIO AGUILERA: buen resumen del capítulo, que evidencia tu lectura con calma y provecho. Disfrutemos juntos del próximo capítulo. Gracias a ti.

CONCHA: ¡Fernández Flórez! Deberíamos leerlo más, mucho más: lirismo, humor e inteligencia. Pongo textos suyos en clase y funcionan.

MANUEL: y qué bien lo cuenta Cervantes todo esto que señalas, en especial la alusión carnavalesca.

SAO: espero que descanses y tengas más tiempo. Feliz fin de semana.

ANTÓN: tranquilo, quedan 26 semanas para que termine la Primera parte, para entonces habrá cambiado el tiempo...

Gracias a todos por vuestros comentario y un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ESPOLÓN: ¡Qué letanía más oportuna y cervantina! Que nos libre, que falta nos hace. Gracias por dejar aquí vuestros versos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MAFI: me ruborizaste tanto que no vi el piropo. Gracias, pero no te salvas de la lectura...

Abejita de la Vega dijo...

Ya tenemos a Don Quijote dando volteretas y enseñando sus desnudeces, de medio cuerpo para abajo, dudando entre seguir la senda de Roldán furioso o del penitente Amadís, eligiendo a este último. En este capítulo del ecuador de la primera parte, yo destacaría:
El erasmismo burlón
Comienza con el rosario de jirones de camisa que, tras la censura, serán agallas de roble., sigue el millón de avemarías recitadas con su ayuda y concluye con los privilegios de un hipotético escudero adjunto a un “arzobispo andante” : “algún beneficio, simple o curado, o alguna sacristanía, que les vale mucho de renta rentada, amén del pie de altar”…Ahí queda eso.
El de la Triste Figura convertido en poetastro, grabando versos donde pilla.
Un poema pseudogarcilasiano malísimo, dirigido, cómo no, a los árboles, yerbas y plantas y con la rima estropeada, por querer forzadamente incluir la palabra Toboso. Cervantes admira la buena poesía, especialmente la de Garcilaso que conoce muy bien .Le hubiera gustado ser un buen poeta; poseer esa “gracia” que no quiso darle el cielo, Por eso mismo, me lo imagino disfrutando con la creación de versos malos a posta.
La quijotización de Sancho
Al igual que su señor “cree lo que quiere creer y termina creyéndoselo”. Emperador o monarca será su amo y echa a volar la imaginación, sin ponerle cortapisas. Con la boca abierta ,leemos qe su señor le había de casar, porque ya sería viudo y le había de dar por mujer a una doncella de la emperatriz, heredera de un rico y grande estado de tierra firme. ¡Pobre Teresa Panza!
La reaparición de las figuras del cura y el barbero que anuncian el final,
Llevan la misión de llevar al hidalgo hasta su aldea. Empiezan intimidando a Sancho, posteriormente celebran los disparates al memorizar la carta a Dulcinea y le siguen en sus fantasías. Así cuando al escudero manifiesta preocupación por su amo arzobispo, el barbero le contesta que “le aconsejarán que sea emperador y no arzobispo, porque le será más fácil, a causa de que él es más valiente que estudiante”. El cura, vestido de doncella afligida, será el reclamo…veremos lo que pasa. De momento, como señala Pedro,el lector de la época, amedrentado por el poder eclesiástico, se imagina a un sacerdote vestido de mujer y …se parte de risa.
Un saludo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ABEJITA: en efecto, como señalas en tu buen comentario y resumen del capítulo, es en este donde comenzamos a ver girado a Sancho hacia su proceso de atracción por la locura. Ya estaba, sin duda, desde el principio de su viaje con don Quijote, pero es justo cuando hay contraposición con el cura y el barbero cuando se evidencia.

Unknown dijo...

ja,ja.. a ver si nos centramos...ja,ja...igual en vez de leer lo puedo escuchar XDD

Unknown dijo...

vaya no funciona el vínculo
a ver ahora...

Merche Pallarés dijo...

¿Qué sabemos de los castores? Besotes, M.

Anónimo dijo...

el cura y el barbero me caen fatal. Un abrazo.

Abejita de la Vega dijo...

Gracias Pedro por enmendar mi entuerto y enhorabuena por las palabras que te han dedicado en "La palabra de Burgos".
Me voy a mi blog.
Otro saludo

Señor De la Vega dijo...

Normalmente, suelo coincidir con mi tocaya, la "abejita de la vega", pues estando muy de acuerdo, Cervantes lleva sobre elevada la codicia de Sancho y será avaricioso hasta muy adelante en la primera y segunda parte, causa esta, fundamental de nublar su llano juicio, a veces más que el amo.
Pero la visión que tiene de la poesía de Cervantes, no la comparto. Quizás por mi respeto en no llegarle al autor, tampoco en eso, ni a las canillas, y bien que intento rimar en cualquier 'parto'.
Al no ser yo académico poeta y nuevamente experto en nada, solo puedo opinar en mi genuino sentir de lector entusiasmado.
Y mantengo, que tiene más poesía Cervantes, en algunos párrafos de su Quijote, que cien metrados poemas de otros cogotes afamados. Si bien, vivió en un periodo donde hubo genios de una altura inigualable, que elevaron la lírica hasta el más alto juicio o encumbraron la comedia y la tragedia.
Pero no toda la poesía reside en eso. (yo creo)
A él, que le hubiese gustado lucir en el teatro, y las cosas no le fueron, o a Willian Shakespeare, que su mayor ambición era la poesía, solo en su tiempo le reconocieron como afamado dramaturgo.
¿Alguien duda hoy, que en sus obras, hay alguno de los más bellos poemas de la vida?.
En fin, pienso que con estos autores geniales, poco cabe la ortodoxia, sobre el medio, que ellos profundamente transformaron.
Suyo queda, Z+-----

Esther dijo...

A mi me suena de cuando lo leí hace tiempo en la edición infantil de verlo vestido de doncella,veremos en el proximo capitulo si tengo o no buena memoria :)

besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MAFI: jo, qué lío me he liado...

MERCHE: Seguimos sin noticias. Pobrecitos. Besos.

FERNANDO: ¡Vaya! En el fondo, son dos lugareños que quieren a su vecino. Un abrazo.

ABEJITA: nada, ha sido fácil. En la entrada del sábado doy cuenta de la noticia en La Palabra.

SEÑOR DE LA VEGA: tiene usted razón en la valoración de la poesía cervantina. Su problema es que hubo de competir con Lope, Góngora, Quevedo... Por eso el supo usarla, y muy bien, en sus libros. Aquí, dando el necesario giro paródico. Hay algunos versos de Cervantes que deberían servir para fustigar a los poetas de ahora. Un placer sus palabras.

ESTHER: veremos, veremos.

Teresa dijo...

Quijote prepara consciente su escenario. Rima versos guasones.
De una mujer que sabe no merece
esos renglones.

Sancho su hacienda repasa
unos pollinos, lo que le den (aunque la sacristía... le espanta)
hasta de viudo se adapta
a vida de rico y olé
¡Que porfíe alguien por él!

El de la triste figura, triste la ha de tener, que hasta su mejor amigo, huye cuando los pelendengues le ve.

Todos se burlan de todos
¿quién de ellos, loco es?

Teresa dijo...

El blanco te sienta muy bien...
¿Has visto copycat?

Pedro Ojeda Escudero dijo...

BIPOLAR: ¡comentario en verso guasón, bien! Sí la he visto, pero te aseguro que no la tenía en la cabeza cuando me hice el autorretrato.

matrioska_verde dijo...

¡¡acabo de leer hace un ratito este capítulo y anda que no me he reído un poco!!

ya he enlazado con el siguiente así voy equilibrando el adelantamiento de mañana con el retraso de la semana pasada.

biquiños,

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ALDABRA: me alegro de tu risa y de que nos hayas alcanzado. Besos.

Don Peperomio dijo...

supongo que sus alumnos saben que usted, como cualquier otra perversión, se hace foto en los lavabos con el quijote...

Ojalá algunos de mis profesores de la facultad hubieran hecho algo así...

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MARTIN: creo que mis alumnos esperan de mí ya cualquier cosa.

Juan Luis G. dijo...

Hola Pedro.

Yo quisiera destacar de este capítulo las dos caras que muestra Sancho Panza; por un lado vemos un Sancho cuerdo (dentro de lo que cabe) frente a D. Quijote al que trata de convencer de que lo de las locuras y calabazadas pueden solventarse con un apaño (darse contra algodones en lugar de peñas), y por otra parte cuando Sancho se encuentra con el barbero y el cura y éstos se admiran de como Sancho ha sido absorbido por la locura de D. Quijote.

Ni me imagino la comicidad que supuso en su tiempo las escenas del travestismo eclesiástico.

Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

JUAN LUIS: Sancho ya está ganado para la causa, sin duda.

Asun dijo...

En un principio he pensado que cuando S. se encuentra con el cura y el barbero le va a ser fiel a su amo y no va a desvelar donde se encuentra ni por qué, pero unas lineas mas abajo, al verse amenazado, larga todo de corrido. Por una parte quiere mantener el secreto pero es de carácter débil y sucumbe con facilidad.

Eso sí, lo que más le preocupa cuando se da cuenta de que no tiene el libro de memoria es el quedarse sin los pollinos.

Me traslado a esa época (incluso sin hacerlo) y me imagino al cura y al barbero vestidos de doncella y escudero y también me parto de risa. Además en estas fechas que estamos a las puertas de los carnavales... ¡Lástima que este año no entre en mis planes el disfrazarme!
Lo tendré que dejar para otro año.

Un beso

Asun dijo...

PD: La foto viene a confirmar la entrada de mi blog del lunes: cualquier sitio es bueno para leer jajajajajaja

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ASUN: y algunos sitios que siempre han sido buenos...

Dionisio Areopagita dijo...

Aunque no tenga relación con el texto que se comenta en esta sección, me gustaría saber qué piensas sobre algo que he leído recientemente. Se trata de las hermanas de don Miguel, llamadas las Cervantas, de quienes se dice que recibían frecuentemente “visitas” de hombres diversos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ANTONIO: Los hechos y los documentos son tozudos. En efecto, en la familia de Cervantes hay mujeres que venden su cuerpo bajo promesa de relación -más, es de suponer, aquello que no dejó muestra testimonial-. Cuando la promesa de relación o el pago equivalente no se cumplía, el hecho se llevaba a juicio. No era algo infrecuente en la época. Según parece, hasta parte del rescate de los hermanos en Argel se pagó así. La sociedad de la época, con férreas normas morales, practicaba esta y otras hipocresías.

Susana dijo...

A propósito del “autorretrete gate” que habéis levantado, compañeros lectores, quiero hacer una mención especial al talento retratista de Cervantes, que ya hemos atestiguado en numerosas ocasiones en lo que va de Quijote. La imagen de Sancho tratando de hacer memoria sobre la carta a Dulcinea no tiene desperdicio: “…ya se ponía sobre un pie y ya sobre otro, unas veces miraba al suelo, otras al cielo, y al cabo de haberse roído la mitad de la yema de un dedo, teniendo suspensos a los que esperaban que ya la dijese, dijo al cabo de grandísimo rato”.
Saludos.
Susana.