La Acequia, en gran medida, nació como reflexión sobre la destrucción de la identidad individual y colectiva que se dio en el siglo XX y aun continúa. Ayer hablaba del miedo a perder el sentido de pertenencia al mundo que nos rodea, con el suelo que pisamos. Pero hay un miedo que a algunos les atenaza más. El miedo a desconocerse a sí mismos. A levantarnos un día de la cama y no recordar nuestro nombre, no reconocer las cosas que nos rodean o a no reconocer ni siquiera nuestro cuerpo, como en Kafka. Tras la afirmación rotunda y exhibicionista del yo que se dio en el siglo XIX, el siglo XX nos trajo la destrucción de esa identidad que parecía firme. En la psicología, Freud nos descubrió las capas que nos constituyen y nos tuvimos que asumir en multiplicidad y contradicciones hasta comprender que somos en gran medida lo que no parecemos. Lo mismo sucede con las naciones, que vieron destruidos principios que parecían fijados en bronce eterno.
El arte, desde entonces, ha indagado en ese misterio de la identidad destruida y perdida. Por eso el predominio de los géneros del yo (diarios, autobiografías) en los que nos reinventamos desde un punto determinado para darnos un sentido que no tenemos pero deseamos. La descomposición de la figura en las artes plásticas va también por ahí. Buena parte de los grandes textos literarios que todos reconocemos como las claves de nuestra cultura no son más que eso: indagaciones en lo que constituye una persona. Y no sólo en el surrealismo, vanguardia que casi en exclusiva se dedicó a ello. En fin, que desde hace un siglo hemos perdido la señas de identidad y los documentos en los que aparece nuestra foto, nuestro domicilio, mienten por ser insuficientes. Como en una profundización en este desconocimiento, hasta hemos descubierto una terrible enfermedad que lo consagra: el Alzheimer.
Así vamos, entre los que quieren olvidarse de sí mismos para vivir sin conciencia de sus actos y los que sufren la desmemoria. La identidad ha naufragado y sólo nos queda establecer pequeños pactos con nosotros, nuestros semejantes y nuestro entorno para hacerlo más humano, más asequible, más equilibrado con la naturaleza que hemos destruido y comenzar desde ahí la reconquista de una nueva forma de entendernos que se revele mejor que la que nos ha traído hasta aquí. Si es que estamos a tiempo.
Mis disoluciones son parte de esa búsqueda porque no sé quién soy y me busco en lo que me rodea, que hoy toma el aspecto de un verde licuado: creo que la búsqueda, en estos tiempos, nos hace más humanos que las certezas. En verdad, nadie sabe quién es. Como mucho, hemos construido una ficción para no caer en la depresión, en la locura. Para seguir tirando sin pensarlo demasiado y rellenar nuestras tarjetas de visita. Lo que pasa es que, a veces, ese relato inventado está lleno de incoherencias semánticas, trucos sintácticos evidentes y faltas de ortografía. Pero disimulamos. O no. Algunos se niegan las dudas para no caer en la angustia y el miedo y se creen ellos mismos cuando se levantan cada día por la mañana.
25 comentarios:
Verde de la esperanza.
es o que no tenemos que perder, la poca que nos queda la esperanza de un mundo mejor, una vida mejor, unos sentimientos mejores mas puros, llenos como no!!
De esperanza
Un Besazul
Te has olvidado votar!!!
El Alzhimer tal vez o la boca abierta??
Quizás cuando descubramos quienes somos en realidad sea demasiado tarde, porque según las circunstancias somos personas diferentes.
Suerte en tu búsqueda Pedro.
Oro supplex et acclinis,
cor contritum quasi cinis,
gere curam mei finis.
Qué serie Pedro.
Destrucción de la identidad, su búsqueda.
Sri Nisargadatta Maharaj, titula sus conversaciones "yo soy eso".
El "yo soy" es cierto. El "yo soy esto" no.
¿para qué torturarse si todo tiene el mismo final?, esa búsqueda que puede tornarse angustiosa ¿para qué? ¿realmente se puede llegar a pensar que se va a encontrar algo especial, distinto? no, materia humana, mi madre ahora que no tiene ni idea quien es, está feliz, los que estamos tristes somos los de alrededor.
La esperanza verde me gusta.
contra la depresión: beber de esta acequia
Pedro, paso corriendo por tu blog, como ayer. En este momento solo puedo agradecerte las visitas y tus comentarios a mis fotos. Tus reflexiones de estos ultimos dos dias me provocan reacciones personales que me gustaria trasmitirte porque llevo 10 agnos viviendo fuera de mi pais y me he preguntado mucho de lo tu reflexionas y tambien porque mi actividad laboral se desempegna en el area sanitaria/medico. Espero tener un pelin mas de tiempo pronto y poder centrar estas dos reflexiones. Lo importante es que nos tienes a muchos pensado y reflexionando! Generando energia positiva! Un abrazo
- "No sé quién soy"
- Yo tampoco
- "¿Por qué me visitas?"
- Busco respuestas
- "No las tengo. Puedes irte"
- Pero me gusta visitar tu estanque
- "Es de bronce"
- Ya no lo recordaba...
Hola... pasé a dejarte un beso... mañana vengo a leer, estoy tan cansada y es tan tarde...
Nos vemos.
Cada vez (y van muchas) que en una peli americana oigo como un personaje le dice a otro aquello de "se tu mismo", siempre me pongo de mala leche y me pregunto "sí, pero ¿cuál de ellos?".
Estoy muy de acuerdo con la idea de los pequeños pactos con lo que nos rodea. Ante una realidad cambiante impera el corto plazo. Pero entre tanta maleabilidad, tan conveniente a nuestro querido sistema económico, siempre deberemos conservar nuestro "rosebud" a partir del cual reconstruirnos de vez en cuando.
No sé si nos contagiamos,
no sé si será nuestra edad,
no sé qué hacemos preguntándonos por nuestra existencia,
por nuestra identidad,
por nuestra entidad.
Convivimos día y noche con nosotros.
No podemos arrancarnos de nosotros mismos. Y a veces eso es agotador.
Somos uno y somos muchos.
Y entre los muchos, alguno de ellos nos sorprende un día y nos hace contemplarnos y asustarnos de lo que vemos. Entonces aplastamos a ese uno y a veces hasta lo matamos para que no nos salga gallito. Y sacamos otro yo de nuestra chistera existencial, y así el abanico de "yoes" lo abrimos y cerramos a nuestro antojo.Dicen que son roles, pero no sé si son actorcitos del gran actor.
Kafka, cómo me gustaba Kafka. Me lo recomendó (ha llovido) aquel maravilloso profesor que fue Luis Martín Santos. Un saludo
Una de las características más desconcertantes de los nuevos tiempos es la rapidez con que pueden llegar a cambiar las cosas. Pero no sólo las cosas, claro. También las personas. Incluido uno mismo. De hecho, aunque a veces cueste reconocerlo, lo cierto es que vamos cambiando sin darnos demasiada cuenta y como a regañadientes a medida que cambia todo a nuestro alrededor. Y en el fondo es una suerte que sea así, porque de lo contrario nos volveríamos locos. Aunque, pensándolo bien, ya nos volvemos bastante locos, de todas formas. En fin. De pronto, te ves a ti mismo asintiendo con la cabeza ante realidades que hace sólo unos años te resultaban más bien inverosímiles. Y no me refiero sólo al esfuerzo que hemos tenido que realizar para adaptarnos a las nuevas tecnologías, sino sobre todo a los cambios de mentalidad necesarios para percibir y aceptar las diferencias de los otros. En cualquiera de sus aspectos. Porque el mayor cambio de los últimos años ha sido precisamente el desmantelamiento de la homogeneidad social. O lo que es lo mismo, el reconocimiento del derecho de cualquiera a ser diferente. A no asimilarse. O a cambiar. A trasformarse en otra persona. A mudar de aspecto, de sexo, de pensamiento o de religión
No sé si será el azul del cielo de hoy, el sol brillando (puf, qué primaveral estoy!) pero la entrada y los comentarios son de nivelazo.
Con permiso de Pedro, un abrazo a todos
Son una maravilla tus reflexiones porque abren puertas, o las cierran, depende. Esa permanente búsqueda del YO, o su disolución, me parece un camino sin final, de los que se pierden en el infinito y nos agotan, o paralizan. Yo he llegado a la conclusión que al YO simplemente hay que dejarlo fluir y no preguntarle demasiadas cosas. Intentar acotarlo, descubrir su esencia, buscar el porqué y el paraqué es, en mi opinión, una tarea imposible, una entelequia, muy humana, eso sí.
Besos grandes.
Hoy ha tocado en Azul..
Sorpresa!!
Un Besazul
Como ya te conte, estos dos últimos años ha sido cuando más me he conocido ¿miedo a no conocerme o reconocerme? Creo que tengo más miedo a no gustarme o no caerme bien... Ver algo en mi que no este bien... Que mi escala de valores que cree sea erronea... No ser justa o compasiva... No ser tan buena persona como me creía... Que mis limites de "fuerza" sean más debiles de los creía... Creo que eso me da mucho más miedo.
Besicos y buen finde!
Para que llegue a darse el acto creativo, tiene que existir la necesaria tensión entre el deseo innato del hombre por singularizarse y el temor de que esa singularización sea motivo de rechazo por parte de la sociedad, que no suele dar la bienvenida al que tiene pensamiento propio.
Nadie sabe quién es, porque no interesa ponerse a pensar o porque, en esa búsqueda, sólo se encuentra lo que interesa en ese momento. Así vemos cómo los postulados que se creían más firmes y sólidos se desmoronan de repente, porque en un determinado momento interesa que así sea con el fin de buscar justificaciones: los pensadores se amoldan como la plastilina (que no son los hilillos) a las nuevas situaciones.
Creo que con esta entrada has dado un paso más allá en la complejidad de La Acequia. Lo mejor de todo, o lo peor, es que no se le ve el final. The sky ´s the limit.
pancho
¡Qué verde más bonito! y qué profundos tus posts. Lo de si nos conocemos o no, depende. Me parece que a todos nos vendría bien un poco de locura. Yo estoy rematadamente loca, lo reconozco pero dentro de mi locura soy relativamente feliz. y, ¿de eso se trata la vida, no? Besotes, M.
También el color verde es el de la envidia, como la que se te tiene por estas fotos que nos pones encabezando tus entradas,tan bien ligadas con el texto. En ésta me voy a arriesgar: ¿es un macro de una planta? La claridad que proviene de los pequeños agujeros irregulares parecen delatarlo. No se puede estar seguro.
pancho
AZUL: estoy de acuerdo contigo, no debemos perder la esperanza. Supongo que la sorpresa.
RUBEN10: quizá lo bueno sea no saberlo nunca porque eso significaría que ya no daríamos un paso más. Suerte en la tuya, Rubén.
DARGOR: me traes Dies Irae a La Acequia y en tuyo pones Stabat Mater. Latín que remite a músicas: Mozart, Pergolesi. Un lujo.
JAVIER: A veces, querido amigo deberíamos decir "yo pienso que soy". Sería más justo.
MAFALDIA: sólo puedo desearte lo mejor y darte un abrazo.
BLOGOCHENTA: Gracias. Trataré de que sea siempre potable.
SERNDIPITY: Aquí seguiré cuando quieras volver. Un fuerte abrazo.
BIPOLAR: puedes seguir viniendo, querida amiga.
MÓNICA: nos vemos cuando quieras.
XUANRATA: ¡está bien la cita de Ciudadano Kane, me gusta, es muy ilustrativa. Allí es donde, en el fondo, estamos. Un abrazo.
PILAR: A veces son máscaras, tienes razón. Otras son partes no asumidas de nosotros mismos. Somos así de complicados. O así de sencillos.
MANZACOSAS: qué gran profesor, qué recuerdos ha dejado.
ANÓNIMO: esa ha sido una de las revoluciones de los últimos tiempos, en efecto. Pero, a su lado, el demoledor efecto de la uniformidad. Un magnífico comentario. Se te ha olvidado firmarlo.
PILAR: con todo mi permiso, por supuesto. Un abrazo en anuncio de primavera.
ISABEL HUETE: lo malo es que a veces nos da sustos porque lo desconocemos. O a los que nos rodean. Besos, Isabel.
AZUL: te mandé sugerencia. Un beso.
NEREA: pero hay que enfrentarse a esos miedos con un buen chequeo por dentro. Besos y buen fin de semana también para ti.
PANCHO: me gusta este comentario que haces sobre estas dos fuerzas en tensión permanente. Es una buena definición de la búsqueda. Hacia el cielo, ya sabes...
MERCHE: en efecto, la locura es parte sustancial de nuestra esencia humana. No renuncies a ella. Besos.
PANCHO: No, no lo es, aunque lo parezca. Era un simple material plásitoc de un escaparate, eso sí, en disolución. Algún día debería explicar mejor cómo lo hago. Recuerda que no hay ningún tratamiento posterior de la imagen. Es tal y como la obtuve.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
El miedo a no conocerse, hemos de tenerlo en la realidad que vivimos en el día a día, en la confrontación a ella...luego ya dará igual...te sigo leyendo
luego ya dará igual..., en efecto, MANUEL, en efecto.
Hoy me siento verde gelatina licuada....
MYRIAM (por cierto, me gusta que te hayas cambiado el apodo y pongas tu nombre completo): tú, al menos te sientes. Otros se creen sólidos y ni se sienten.
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