Como todavía no tengo mi Kandinsky, he decidido comprar dos jarrones. Así, además, querido Blogófago, tapo un poco el naranja, no vaya a ser esa la causa de mi insomnio. Como alguien me ha dicho que el cabecero de mi cama es demasiado masculino, incorporo en la pared contraria dos gatos cuya elección se debe a mi hija Elena. Aun debo decidir los libros de esa estantería.
Además, he colgado una chica japonesa con pluma y cremas en otra parte de la casa...
Como verán los amigos que me solicitaron un giro de color, lo he dado radicalmente. Pero prometo no convertir ahora La Acequia en una guía de decoración.
Lamentablemente, en estos días no tengo demasiado tiempo para hacer entradas largas y, como ya sabéis, este blog no quiere entrar en la campaña electoral hasta que esta no se eleve un poco.
[Tengo una montaña de cosas pendientes que me roban el tiempo, pero prometo entrada más a tono. Considerad esto como las antiguas cartas de ajuste.]
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