A veces es difícil salir del hueco negro en el que nos metimos porque nos negamos a ver la mano tendida, y nuestro vacío se intensifica hasta que nos llena, como la sombra que se extiende por el interior de estos edificios tabicados que esperan aun con los restos de una vida ya extinguida. El huésped de las nieblas que Alberti grabó en Sobre los ángeles nos conduce hacia esa negrura:
Llevaba una ciudad dentro.
La perdió.
Le perdieron.
El mundo entero se ha convertido en lugar de desorientación y la soledad nos arrebata hasta la quietud más muerta de las estatuas:
Solo, en el filo del mundo,
clavado ya, de yeso.
Y así quedamos, tan alejados incluso de nosotros mismos, cegados por nuestro vacío, como esas ciudades asoladas en las que no se oyen los cantos de los pájaros:
No es un hombre, es un boquete
de humedad, negro,
por el que no se ve nada.
Grito.
¡Nada!
Un boquete, sin eco.
De pronto, alguien deja abierta una ventana y un ruido, cuando ya hasta de nosotros estábamos olvidados, nos hace levantar la mirada y ver el rostro que tenemos enfrente, y su mirada, como en El ángel bueno del mismo poemario de Alberti:
Un año, ya dormido,
Un año, ya dormido,
alguien que no esperaba
se paró en mi ventana.
-¡Levántate! Y mis ojos
vieron plumas y espadas.
Atrás, montes y mares,
nubes, picos y alas,
los ocasos, las albas.
Vuelve el paisaje, vuelve el otro, ya vemos esa mano que, quizá, siempre estuvo allí, pero no la sentíamos, tan sumidos como estábamos en en nuestro dolor:
-¡Mírala ahí! Su sueño,
pendiente de la nada.
¿Estamos ya preparados para habitarnos y llenar otra vez de ruido nuestra casa, cerrar el hueco y el desgarro y ver de nuevo más allá de nuestra noche?
Alguien dijo: ¡Levántate!
Y me encontré en tu estancia.
4 comentarios:
Noto la ausencia de Kavafis en tus etiquetas.
¿Para cuando?
Querido amigo: Hay tantos grandes y tan poco tiempo... Hoy no tengo a Kavafis, pero me acompaña, pleno de Mediterráneo, Elytis:
"Traje mi vida hasta aquí
A esta señal que combate
Siempre cerca del mar
Juventud sobre rocas, pecho
Con pecho hacia el viento"
Gracias por el recordatorio. No tardaré.
Mi experiencia dice que la soledad es la madre generadora de un edificio atestado.
Hubo una época que estuve sólo, en el paro; gracias a ello soy indestructible, ésa época me rehizo como persona y así soy.
Acertado comentario, Javier: uno se vacía o llena en esas situaciones. Y esa opción marca la vida.
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