Hace unos días, Susana me preguntó, extrañada, si no tenía alguna canción que me conmoviera. Como no podía hacerle comprender mi incompetencia musical -una de mis grandes limitaciones-, esquivé la pregunta por la perspectiva intelectual: «Más que una canción, le dije, la interpretación de La Marsellesa en Casablanca. Se me humedecen los ojos cada vez que veo la escena». La emoción, a través del arte.
Y es cierto, por mucho que reconozca el momento como efectista y demagógico y que intente prepararme para que no me ocurra cuando vuelvo a ver la película.
Desde entonces no he podido dejar de pensar que no respondí a la pregunta. Primero, porque más que el canto del himno francés, lo que me emociona es lo que pasa en la escena. Segundo, porque me resistía, con ese pecado del intelectual a reconocer sentimientos no explicables racionalmente.
A los pocos días, explotó la respuesta, no sé bien por qué: Suspiros de España. Tras dudar, por temor a incurrir en el tópico fácil, y con miedo a ser acusado de patriotero, se lo dije. Claro, me justifico a mí mismo: Suspiros de España viene ligada a películas que me gustan mucho como Suspiros de España (y Portugal) de José Luis García Sánchez (1994) y la clásica de Benito Perojo con Estrellita Castro rodada en la Alemania nazi (1939). La última, la de David Trueba, Soldados de Salamina (2003), basada en la excelente novela de Javier Cercas. En esta película, casi lo mejor es precisamente la secuencia del soldado bailando esta canción. Y también otros han caído en sus redes, me digo, como Terence Moix. Y que mi admirado Diego "el Cigala" hace de ella una canción íntima y rota que la salva definitvamente de toda circunstancia.
Pero no sé explicarlo bien. Dentro de mí, resuena machacona, mal tocada y con esa letra tan fácil:
Quiso Dios, con su poder,
fundir cuatro rayitos de sol
y hacer con ellos una mujer.
fundir cuatro rayitos de sol
y hacer con ellos una mujer.
Ahora que no me oye nadie, me reconozco a mí mismo que este pasodoble, que suena a orquesta de pueblo en mi cabeza, me pone la carne de gallina desde antes de ver estas películas, y no sé explicar por qué, ni lo necesito.
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