"La vida es pura y bella", afirma el arriesgado jinete de Rubén Darío en su poema Pegaso de Cantos de Vida y Esperanza (1905). En este poemario, Rubén une la exaltación del Arte con la de la Hispanidad. Ambas las teje del mismo modo, a despecho de los creyentes en una generación del 98 enfrentada con el modernismo. Aunque no es el tipo de poesía que yo prefiero, cómo rehace su poema Venus. Donde había frustración y tristeza, donde había deseo pasivo, ahora estalla la energía:
domador del corcel de cascos de diamante,
voy en un gran volar, con la aurora por guía,
adelante en el vasto azur, siempre adelante!
Misión y condena del artista: la acción continua en busca de un imposible. Pero la energía de la búsqueda basta, aunque el deseo se frustre.
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