Conocí a Manuel Vicent, uno de los mejores columnistas españoles de la actualidad, en Málaga. Recuerdo que le oí una sugerente intervención en un Congreso sobre Literatura y Periodismo en la que no rehuyó las preguntas más comprometedoras, incluso sobre el periódico en el que está en nómina. Después, nos fuimos a tomar una cerveza con él. Me encontraba en el pequeño grupo de los favorecidos con su palabra, junto a Irene Vallejo y Amparo Quiles. En la barra de una cafetería del Campus de Teatinos de la Universidad de Málaga, nos habló con palabras que eran imágenes, olores y colores. Allí nos contó que, para construir sus columnas dominicales de El País, se imponía la disciplina de no pensar en ellas hasta el sábado anterior. Y ese día escribía a partir de un motivo que le salía al paso. De no hacerlo así, temía obsesionarse durante toda la semana, darle mil vueltas al tema y acabar amanerando el resultado. O de bloquearse ante la página en blanco. Nos dijo que su muy reconocida columna de poco antes sobre unos pomelos la escribió cuando el sábado abrió el frigorífico y se encontró con dos piezas de esa fruta. Desde allí completó las líneas de su artículo. Después le acompañamos, en el coche de Amparo, al aeropuerto. Cuento esto porque esta mañana, al abrir mi nevera para hacerme un zumo, no tenía pomelos.
2 comentarios:
Querido Pedro: a diferencia de ti, yo no he tenido el placer de tomarme cañas con Manuel Vicent, pero desde hace quince años me tomo con él los vermuts del domingo. Sus columnas de El País son para mí un abrevadero de sensaciones. Viviendo en un país de lengua bárbara descubrí que, semana tras semana, había alguien capaz de condensar en mi propia lengua y en un espacio minúsculo un haz de imágenes, olores, colores (por usar tus palabras), sonidos, sabores y texturas (por completar el catálogo de la sensualidad). Desde entonces tengo carpetas llenas de esas columnas que son oro en paño y ya he perdido la cuenta de cuántas van. Nos vemos en el tren, un abrazo y ánimo con el Blog. Julio
Querido Julio: Gracias por tu comentario. Nos vemos en el tren, que para nuestra desgracia no es el tranvía a la Malvarrosa de Vicent...
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