viernes, 7 de diciembre de 2018

La casa


He sentido a mi padre en el jardín
podando los rosales como si fuera marzo.
Bajé a verlo cuidar la hierbabuena,
echar tierra de encina para esponjar la dura
porque el invierno ha sido largo y seco
y hay que mullirla para el tibio estiércol
(luego vendrán las lluvias y las horas de luz
jugando con las hojas del gran chopo).
A ratos se paraba, apoyado en la azada,
las botas de faena hundidas en la tierra,
y me miraba sin saberse muerto.

© Pedro Ojeda Escudero, 2018



9 comentarios:

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Me han llegado al alma tus versos...

María dijo...

Aunque ya no esté, le sigues sintiendo porque está dentro de ti.

Hermoso homenaje para tu padre, y me encanta la imagen.

Un beso.

Ele Bergón dijo...

Aunque se vayan para siempre, en nuestros recuerdos y memoria, nunca mueren, porque los llevamos dentro, y, a veces, los sentimos tan cerca, que los sentimos a nuestro lado.

Emotivo poema que llega dentro .

Besos

Sor Austringiliana dijo...

Palabras de amor y de tierra.

Fackel dijo...

La capacidad de nuestra memoria, y sobre todo de nuestra gratitud, resucita a los muertos. A mí me pasa cotidianamente lo mismo. Qué será será.

andandos dijo...

Me ha gustado mucho.Y es muy sentido lo que escribes y recuerdas.

Un abrazo

Doctor Krapp dijo...

Mañana cuando vaya a mi propia huerta quizás no me pueda desprender de esta imagen melancólica y hermosa con la que nos has seducido a algunos.

impersonem dijo...

Con estos versos me has hecho llorar recordando al mío...

Él vive en tu memoria y en tu corazón...

Abrazo

Edurne dijo...

¡Jo, este poema revuelve todo por dentro, Pedro, todos los sentimientos, toda la ternura, todos los recuerdos, todas las penas...!

¡"M'ancantao"!

Besos.
;)