He sentido a mi padre en el jardín
podando los rosales como si fuera marzo.
Bajé a verlo cuidar la hierbabuena,
echar tierra de encina para esponjar la dura
porque el invierno ha sido largo y seco
y hay que mullirla para el tibio estiércol
(luego vendrán las lluvias y las horas de luz
jugando con las hojas del gran chopo).
A ratos se paraba, apoyado en la azada,
las botas de faena hundidas en la tierra,
y me miraba sin saberse muerto.
© Pedro Ojeda Escudero, 2018
9 comentarios:
Me han llegado al alma tus versos...
Aunque ya no esté, le sigues sintiendo porque está dentro de ti.
Hermoso homenaje para tu padre, y me encanta la imagen.
Un beso.
Aunque se vayan para siempre, en nuestros recuerdos y memoria, nunca mueren, porque los llevamos dentro, y, a veces, los sentimos tan cerca, que los sentimos a nuestro lado.
Emotivo poema que llega dentro .
Besos
Palabras de amor y de tierra.
La capacidad de nuestra memoria, y sobre todo de nuestra gratitud, resucita a los muertos. A mí me pasa cotidianamente lo mismo. Qué será será.
Me ha gustado mucho.Y es muy sentido lo que escribes y recuerdas.
Un abrazo
Mañana cuando vaya a mi propia huerta quizás no me pueda desprender de esta imagen melancólica y hermosa con la que nos has seducido a algunos.
Con estos versos me has hecho llorar recordando al mío...
Él vive en tu memoria y en tu corazón...
Abrazo
¡Jo, este poema revuelve todo por dentro, Pedro, todos los sentimientos, toda la ternura, todos los recuerdos, todas las penas...!
¡"M'ancantao"!
Besos.
;)
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