martes, 10 de abril de 2007

Nueva luz en Salamanca

(Fotografía de Elena Ojeda.)
El sábado pasado me escapé a Salamanca con mi hija. Ya he dicho aquí que es una de mis ciudades favoritas. Recorrimos las calles, visitamos con calma la Casa de las Conchas, la Universidad, las Escuelas menores, el puente romano. Por la tarde, la Catedral Nueva y la Vieja, la Casa Lis... Las hordas de turistas matutinos habían desaparecido ya y todo era más agradable. Le fui dando las explicaciones adecuadas para su edad -hasta fabriqué una versión infantil de El Lazarillo-. Si siempre me gustó Salamanca, adquirió, para mí, una nueva luz: la de los ojos de mi hija.
La revisito hoy con las fotografías que hizo ella, que era quien llevaba la máquina -los niños entienden mejor estos aparatos modernos- y que supo buscar enfoques adecuados. Hizo fotografías de todo lo que le llamaba la atención. Algunas me sorprenden, por los detalles.
Entre ellas, la que encabeza esta entrada. Es una gárgola del patio de la Casa de las Conchas en la que este monstruoso ser parece tomar una bocanada de luz antes de sumergirse de nuevo en las sombras.

1 comentario:

lichazul dijo...

no sabes cómo me conmueven las gárgolas
son un grito de auxilio petrificado...

besitos