Ogigia es una isla mítica que aparece en la Odisea. En ella es en donde la ninfa Calipso retiene a Ulises durante siete años prometiéndole la inmortalidad y la eterna juventud. Sin embargo, Ulises prefirió renunciar a estos dones y prosiguió su camino de regreso a Ítaca. Echaba de menos a Penélope y todo lo que acarrea la condición de mortal. Dejaba atrás un mundo en el que todo le era regalado y dos hijos que tuvo con Calipso. Sin duda, este es el punto de partida -y final- de este poemario de Jesús Coria, en cuyo último poema se interroga sobre si Ulises, en algún momento posterior al relato homérico, regresó a la isla para recordar la belleza y el amor que experimentó en ella. En el fondo, todo el libro canta ese regreso melancólico en el que consiste la vida, en busca siempre de esos dos conceptos claves en la poética de Coria, que se declara expresamente un poeta decadente y melancólico en el poema "Melancolía". Toda la búsqueda se concreta en ese espacio simbólico de jardín, que aquí se nos presenta evanescente, es decir, tenue y a punto de no poder ser encontrado o desaparecer. Toda declaración vital y literaria del autor.
Jesús Coria (Zamora, 1954) ha sido catedrático de secundaria en Geografía e Historia en Bilbao, Cartagena y, desde 1987 y hasta su jubilación, en Palencia, en donde reside. Se declara apasionado por el mundo clásico y sus referencias se mueven entre los clásicos griegos y romanos, la arquitectura que busca la belleza y los poetas románticos y sus derivaciones diversas hasta la actualidad cuyo panteón reúne Coria en el Cementerio Acatólico de Roma: Keats, Shelley, Wilcock, Belleza, Rosselli, Corso.
El jardín evanescente. Regreso inesperado a Oggia (Platero, 2025) está prologada por el escritor y antropólogo Luis Díaz Viana ("De la evanescencia perfumada que dejan los dulces amores"), cuenta con una introducción del propio autor ("De jardines evanescentes") y se estructura en un Prohemio, tres partes o libros ("De la primavera y los sueños", "Del tiempo vestido de recuerdos", "De regreso") y un Epílogo en dos estancias. Cada una de las tres partes representa una etapa en ese viaje de ida y regreso constante que es la vida a través de la poesía (o la poesía a través de la vida), un viaje que busca siempre los dos conceptos ya mencionados que parte de la expulsión de un paraíso previo, como en el poema inicial "De cuando fuimos argonautas", aunque en realidad no fue tanto una expulsión como una decisión de vivir en la mortalidad, tal y como decidió Ulises al alejarse de Ogigia:
amanecimos desnudos en las playas de Lemnos,
rodeados de mujeres hermosas y crueles,
perfumadas
con aromas de tomillo, menta y flor de almendro.
Fuimos felices en el verano.
Pero tan solo eso.
La decisión de abandonar ese estado y continuar el viaje provocará el sentimiento melancólico que impregna gran parte de los textos del libro, una melancolía que tiende siempre a revisitar los lugares vividos y recordar lo visto y leído (espacios, edificios, libros) y las personas amadas. En gran medida, esta experiencia del viaje poético se hace a través del recorrido personal por los lugares vividos (París, Roma, Zamora, Denia, Grecia), pero también a través de la mirada cultural que ofrece el arte o la literatura y, por supuesto, de la propia experiencia vital. Así, por ejemplo, su regreso al jardín más evanescente del que dispone el ser humano, la recuperación de los espacios de la infancia y la juventud, los amores perdidos o imaginados. En este libro hay un puñado significativo de poemas que hacen referencia a Zamora y con ella los recuerdos de la ciudad de la infancia ("Alguna vez"). Uno, en concreto, "La ciudad y el antihéroe", me ha resultado muy interesante porque en él se funden muchos de los elementos más característicos del libro y se revela uno latente en todo él, un cierto humor que nace de la propia experiencia de la vida:
ya no despierta de la siesta.
En él se utiliza la figura de Francisco de Valdés, un personaje de la guerra civil que vivió Castilla en el siglo XV y que "aún sigue desaparecido de las páginas centrales de la Historia", como afirma el autor en una nota. El poema es un paseo por la ciudad en la que aparecen en el mismo plano el presente, la historia y el recuerdo poderoso de una infancia que ha trasformado definitivamente la experiencia en melancolía teñida de un distanciamiento escéptico.
El libro adquiere, en gran medida, una vivencia generacional: las lecturas y referencias, los lugares visitados (físicamente o a través de la cultura; existentes o míticos), la experiencia amorosa, el recuerdo de una vida en mayor consonancia con el ritmo humano que es la infancia o la madre ("Conversación"), la vivencia del amor (mejor aún, la búsqueda permanente de esa vivencia, que se fusiona inevitablemente con la búsqueda permanente de la belleza, aunque ambas realidades nunca lleguen a poseerse del todo más que en el recuerdo: Me envolverán las tinieblas / y entonces recordaré sus ojos)… Sin embargo la experiencia, por muy común a todos, siempre será personal y también las conclusiones del recorrido desde que se abandonó aquella tentación de inmortalidad que ofrecía Calipso:
lo que me dejan ser los recuerdos.
Pájaro ingrávido en el tejado.
El jardín evanescente. Regreso inesperado a Ogigia es el segundo poemario de Jesús Coria tras Arqueología metódica (2020) y consolida una voz propia, apartada singularmente de las tendencias más en boga actualmente. Esto y la calidad de sus poemas y la intención de la obra hacen merecedor al libro de una lectura atenta. En pocas ocasiones aparece una voz tan madura y tan definitiva en sus características en la actualidad poética.
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