lunes, 7 de julio de 2025

El trabajo bien hecho

 



Esta mañana me he comprado un cinturón de piel de color negro. En la misma tienda, el dueño se ha ofrecido a repararme uno antiguo de color marrón que debe tener más de veinte años. En principio, bastaba con aplicarle un poco de pegamento especial. Con el uso, se han despegado las dos piezas por la parte donde me abrocho la hebilla. Un par de horas después, he pasado a recogerlo. Ya lo tenía pegado y seco, pero me insinuó que quedaría mejor si cosiera todo el perfil del cinturón (viene cosido con un hermoso hilo en la parte central). No se había atrevido a hacerlo sin preguntarme antes, me dijo. Le respondí que adelante, que no importaba el precio porque tengo cariño a ese cinturón y la piel está en perfectas condiciones a pesar del tiempo o precisamente por el tiempo. Me miró sin comprenderme del todo. Es un hombre mayor, afable, debería ya estar jubilado, pero le gusta su oficio. Él y su mujer abrieron esa tienda en pleno barrio de las Delicias hace muchos años y siempre han vendido el mismo género: cinturones, bolsos, mochilas, bandoleras. Por esto no te voy a cobrar nada, cómo te voy a cobrar, me compraste este cinturón hace muchos años, me dijo. No solo venden, también reparan este género. No se va a hacer rico, le dije. Para qué quiero yo ser rico a mi edad. Mientras me hablaba, acariciaba con los dedos la piel envejecida del cinturón.

Un poco antes había dejado un pantalón que necesita algunos arreglos y una mochila textil en un cose todo que regenta una mujer musulmana en la zona de Caño Argales. Hace años que voy a su taller. Nunca le he pedido un recibo de lo que le entrego, pero siempre cumple el plazo que me da y el precio más bajo de los que me da de forma orientativa cuando le pregunto. Quedará bien, me dijo. Sé que quedará bien.

Entre ambos recados, me he tomado un café y el camarero, que me conoce de hace solo unos meses, no me ha dejado pagar mi cortado. A este te invito yo, me ha dicho sonriente. Es muy joven. Es su último día en ese café, ha aceptado un trabajo en uno de los más antiguos de la ciudad. Le ofrecen, además, formación en gestión de restauración. Se necesita aprender, me ha dicho, para mejorar.

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