No importa cuándo se tomó aquella fotografía: todos los que salen en ella ya están muertos.
Ayer vi The Last Man on Eart (1964, En España, El último hombre sobre la Tierra), la película italoamericana dirigida por Ubaldo Ragona y Sidney Salkow, protagonizada por Vicent Price. La busqué a propósito para compararla con I Am Legend (2000, en España Soy leyenda). Ambas se basan en un clásico de la novela del género postapocalíptico, Soy leyenda, escrita por Richard Matheson y publicada en 1954. Me gustan más las propuestas de la novela y de la película de 1964 que la última versión, protagonizada por un musculoso Will Smith. Vicent Price compone el papel del protagonista, Robert Neville, desde el lugar de una persona normal que, de pronto, debe enfrentarse a una situación extraordinaria: la extensión de una bacteria que convierte a los infectados en seres con comportamientos similares a los de los vampiros. La sorpresa vendrá cuando descubra que hay una tercera especie de seres, infectados, pero que han desarrollado un medicamento que les permite regresar al comportamiento de los no infectados. El único ser que no es ni una cosa ni la otra es Neville, que desarrolló una inmunidad al ser mordido años antes por un murciélago. Tras tres años defendiéndose en su casa, ha desarrollado una rutina diaria que le agobia por su monotonía. Hay un momento de esa rutina que me gusta especialmente: Neville escucha en el tocadiscos música clásica y bebe whisky, nada más, quizá para salvarse de la locura de su soledad y de sus recuerdos. Dedica buena parte de su tiempo a encontrar y matar a los infectados, que duermen por el día. Buena parte de ellos pertenecen a esa nueva especie humana, que ha superado la infección mediante los medicamentos y están construyendo una nueva sociedad. Para ellos, Neville es una leyenda como lo fue Drácula: alguien que asesina a la gente mientras duerme y que debe ser combatido y eliminado. Y de esta manera, el último de los seres humanos se ha convertido en el monstruo que creía combatir.
La mejor semilla del ser humano es su mortalidad. Es el medicamento contra la soberbia.
9 comentarios:
Algo así como que la mortalidad lo cura todo, no solo la soberbia. Pero mirado desde otro ángulo, ¿no es acaso la soberbia signo de debilidad y por eso muchos la potencian tanto?
Por cierto, si no es Wamba al menos se lo parece.
he encontrado las dos peliculas completas, una en Movistar, la otra en Youtube, haré como tu, las compararé. Buen año 2025
Apocalipsis y postapocalipsis aparte, qué película cielo santo, qué fotito que nos traes, es el día que es y vamos a hacer lo propio: desearte lo mejor en el año que entra.
Los que acompañan, todos muertos y todos calvos.
Desgraciadamente, la ficción se hizo realidad hace unos años, cuando personas infectadas no interesaba que siguieran vivas. Con protocolos políticos firmados. No olvidamos.
La muerte es el temazo de la vida. A algunos hay que recordárselo (memento mori), pero otros lo tenemos presente en todo momento, desdichadamente. Mientras llega, que haga cada uno lo que le parezca. Yo, tratar de disfrutar. Feliz año nuevo, querido profesor.
Lo es, claro.
100% de acuerdo en la vacuna/semilla de la mortalidad, no somos tan importantes comparados con todo.
Un saludo !!
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