Las catalpas y los tilos han florecido. Aquellas con la elegancia de un mundo decadente y lejano, estos con la exuberante presencia de su aroma. Bajo la catalpa en flor, pasa siempre Scarlett, la niña O´Hara, con su sombrilla, soñando jardines y reuniones de sociedad. Bajo el tilo en flor, resuenan miradas enloquecidas como besos. A diferencia de la infusión que se hace con sus flores y hojas, los besos bajo un tilo florecido llevan a otros besos sin final, besos de verano eternos que ignoran septiembre.
Comienzo este verano como quien se asoma al abismo desde la azotea de un rascacielos para ver pasar el tiempo, bajo el asombro de las cosas y del empecinamiento del ser humano por repetir la historia, como si no se la hubiera aprendido.
7 comentarios:
Han vuelto. Huele a tila junto a mi ventana y me acercaré a saludar, en mi paseo, a las señoritingas catalpas. Cosas buenas de junio.
Vuelve lo que creíamos de imposible retorno, estábamos equivocados. Abismos, nos da miedo asomarnos.
¿Aprender historia? ¡¡que dices!!, vamos directos al hoyo.
Estos días la ciudad huele por doquier a tilos. Se extiende el aroma por calles y plazas cercanas a los espacios donde los hay, generando una sensación que es poderosa. Se inhala como un pensamiento puro, como una ilusión necesaria de mantener. ¿Besos? Tal vez nos llegan desde los tilos.
Oh, meu querido amigo.... mas alguma vez a História foi aprendida ?!
Estamos caminhando directamnete para o abismo!
Besos.
Por estos lados duermen los olmos, las acacias y el jacarandá; ya casi despiertan los aromos... Atención con el vértigo de altura.
El tilo es el árbol romántico por antonomasia, leo Wilhelm Müller o paseo por Unter der linden en Berlín donde los tilos me recuerdan el semblante dormido de Marlene. A pesar del expresionismo, los tilos nunca han dejado de ser románticos.
Saludos
Hace un ratito, he paseado por los castaños, que hace unos meses estaban llenos de flores blancas y rosas y ahora, ya en este tiempo de verano se han convertido en castañas resguardadas en sus pinchos. No he visto muchos tilos, quizás no los he reconocido en sus flores amarillas. El tiempo pasa y la naturaleza tiene su particular ritmo.
Besos
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