Con sus mejores galas, vino a verme la tristeza, sin más, como quien sabe que me encontrará en casa, cocinando, quizá, una calderada de patatas o limpiando el polvo con una bayeta. Es así la tristeza, te agarra cuando no la esperas y tarda en soltarte unos días. Mientras tanto, te queda el consuelo de ver el color del pimentón en el guiso y admirar que lo más sencillo -ajo, puerro, pimiento verde y rojo, unas patatas- se convierte en ritual y sinestesia de la vida. Las patatas al caldero pueden ser plato único o acompañar un plato principal, no pretende protagonismo, pero es tan bello su juego de colores.
Estos días me he lesionado uno de los dedos del pie derecho y he descubierto que no tiene nombre. A diferencia del dedo gordo y del meñique, el cuarto dedo del pie se llama cuarto dedo del pie. Los dedos de la mano son pulgar, índice, corazón, anular y meñique, pero parece ser que los dedos de los pies no merecen tener nombre propio. Fue al hacer la cama y tropezarme con la pata del sillón que tengo justo al lado. Duele. Primero se hinchó y tuvo un derrame interno. Me quité el calcetín y lo contemplé durante un tiempo, antes de poner el pie a remojo con sal. Está mejor ya. Hace tres días tuve un ligero dolor de muelas y hoy me ha dicho la dentista que es una ligera infección de encías y que no tengo caries ni necesito más que unos días de antibiótico. La dentista era joven, bueno todos los médicos que me atienden últimamente son jóvenes. Últimamente casi todo el mundo en la farmacia de mi barrio, en la panadería, en las cafeterías, en los centros de salud, en los restaurantes, en las taquillas del teatro, los interventores del tren, los operarios de telefonía, en las peluquerías, casi todo el mundo es mucho más joven que yo. No sé si de esto tiene la culpa la tristeza, pero sé que no es la causa de la tristeza. La tristeza me vino así, de pronto, al abrir la casa por la mañana para ventilarla. Entró por las ventanas que dan al oeste, como si se hubiera agarrado al alfeizar al atardecer del día anterior.
(La fotografía es de Juan Carlos González, que me la tomó en la Feria del libro de Medina del Campo mientras conversaba con Tomás Sánchez Santiago.)
8 comentarios:
Ayer entró una abeja por la venta del cuarto de mi hija mayor, vino a mí asustada, mientras yo estaba leyendo unos pasajes de “La relación del arte con la Naturaleza” (Schelling).
Solo le dije: No te alteres, deja tranquila a la abeja, no te va a hacer daño, se irá por la misma ventana por la que entró. Y así fue…
El bajón que tienes es enorme, menuda entrada te has marcado, aunque me ha gustado, tanta flor empalaga.
Saludos
Qué razón tienes. La tristeza nos llega con una mezcla de impulso melancólico y de frustración. La tristeza es el paso del tiempo. La tristeza es que nunca cualquier incidencia que tengamos dolorosa o fallida nos devolverá del todo a un estadio anterior. La tristeza es la proyección imaginaria de lo que puede acontecernos.
(Una vez se me puso un dolor intensísimo en el dedo gordo de un pie, repasé mentalmente si me había dado un golpe pues la limpieza casera tiene sus riesgos; resultó ser gota)
Cuando entra en casa la señora Tristeza no sé si hay que darle los buenos días, como la escritora gabacha, pero hay que entretenerla, es una pesada y muy capaz de mezclarse con el pimentón del guiso.
Sí, los jóvenes nos parecen cada vez más jóvenes, hay que...jorobarse.
Cuidado con los dedos de los pies, no los tenemos en cuenta y pasa lo que pasa.
Como sempre, a tua sensibilidade tocou-me através da beleza do texto.
Gostei de saber que um dos dedos da mão se chama coração .
Quanto à tristeza, acabará por se ir ...
A foto está muito boa.
Querido amigo, abrazos
Bueno, yo creo que después de comerte un plato de esa calderada de patatas y, posiblemente, un vaso de vino, viste la vida de otra manera...
La tristeza, es la otra moneda u otra cara de esos instantes efímeros que nos brinda la felicidad.
Una de cal y otra de arena, reza el sabio proverbio.
Y así, la vida...
Cuídate.
Es la tristeza del tiempo que pasa. Le llamas tristeza pero tiene más nombres. Y sí,vamos llegando a esa edad en la que todos son más jóvenes que nosotros. Y les dejamos hacer, aunque nos ignoren de vez en cuando. Luego llega la trasparencia:serás invisible para algunos, aunque estés presente. En fin, la vida.
He estado por tu Castilla, aunque ha sido muy rápido.
Un fuerte abrazo
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