(Figura masculina, cultura Djenné, Malí, siglo X.
Fundación Alberto Jiménez-Arellano Alonso. Universidad de Valladolid)
La soledad como sosiego. Decía Lord Byron que en la soledad es cuando menos solos estamos porque en ella se despierta la sensación del infinito. Desde esa soledad, contemplar el vuelo saeta de una golondrina o el trabajo eficaz de una araña, una fila de hormigas, el cabeceo de una espiga de cereal aún verde cuando la ondea el aire. En esta soledad, el mundo se puebla de vida.
Al pasar por el parque, las crías de los patos siguiendo a su madre. Una docena. Un anciano sentado en un banco, sonreía.
Junto a la gran fuente de la plaza, llovía. No llovía, era el viento moviendo finas gotas de agua de los chorros de la fuente. Aquella muchacha se acercó y su rostro, salpicado, mostraba tanta vida que su pareja la tenía agarrada por la cintura y la contemplaba. Reían.
8 comentarios:
Observando la vida desde fuera te das cuenta de lo afortunados que somos de pertenecer al exclusivo mundo de los seres vivos y sí, a solas, sin duda, es cuando más consciente se es de lo acompañados que estamos, si como tú, aprecias la compañía constante de todo lo que nos rodea por insignificante que pueda parecer.
Un beso
Muy atinada la reflexión de Byron. Coincido. Un abrazo
Gostei muitissimo do teu texto.
A solidão sempre ( me) foi boa companheira.
A escultura da foto me encantou.
Amigo mio, te abrazo.
Un ratito solo, esta bien, mucho rato, ya no tanto.
Necesitamos la soledad para ver la vida diminuta, la mejor expresión de vida. Los que no se detienen te miran raro y te llaman friki o cosas peores. Ellos se lo pierden.
Y más si es escogida esa soledad te enriquece...
Yo la prefiero a estar soportando tensiones inútiles muchas veces...
Feliz jueves
Me gusta esa soledad rodeada de vida por todas partes y sentida, en su apariencia, por la persona solitaria.
La mirada de la experiencia, siempre se detiene en lo esencial.
El amor es la vida que viene y se va, sin pedirnos ningún tipo de permiso.
Besos
Pienso,Pedro, que la soledad, o su concepto, es ambivalente. Ella nos explica y quienes nos rodean son testigos. Obviamente la soledad se recorta en la medida que el cuerpo se agota, pero siempre hay algún margen donde nos explicamos (nos encontramos) a nosotros mismos.
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