Ver crecer la fronda es puro ejercicio de geometría en movimiento. La hoja del helecho se desenvuelve en rizo, se estira para abrirse al aire de la sierra. Como si hubiera estado dormida y despertara la naturaleza entera, como hacemos nosotros para despejar el sueño. Abierto, bien abierto, hasta la punta de los dedos, hasta la punta de la hoja. Andan ya estos días los helechos con un rojizo hermoso y último, tan lejos del frescor verde de la primavera.
En las laderas en umbría, los helechos crecen como si todo fuera tierra del origen. Como un animal herido, me refugio en ellos buscando sosiego. Avanza a buen paso el otoño. La tierra debe mullirse con la lluvia lenta. Llegarán las nieves y vendrá el silencio.
7 comentarios:
Ayer casi 30º en Granada y sin ver la nieve en Sierra Nevada, otros años ya estaban trabajando por allí arriba.
Cuando se escribe de ese modo se establece un mayor vínculo con la naturaleza que, yo creo, no se ha roto jamás. Como mucho menospreciado al reducir nuestro pequeño universo individual y social.
Qué preciosos momentos. El sonido silencioso de la naturaleza abrigada.
Los helechos tienen fama de muy antiguos, mullidores de colchones rojos para el sueño geológico de la tierra. Ahora, con tus palabras, cielos, se están moviendo. Nunca los vi tal.
Llegará el invierno y explotarán los recuerdos...
Saludos,
J.
Carpe Diem. Disfrutemos ahora de este regalo, que ya habrá tiempo para el silencio.
Besos, Pedro
Los helechos siempre me llamaron la atención porque no es frecuente verlos por mis habituales caminos y si los encuentro en otros sitios, sé que allí anida la humedad.
Buen paseo para encontrar tu sosiego.
Besos
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