sábado, 15 de octubre de 2022

Pedro, hijo de Pedro

 


Ah, viejo, si hubieras sabido lo que va de esta fotografía hasta ahora, que ya tienes cincuenta y nueve, ¿hubieras corregido tu rumbo? Cómo le explicarías su vida a este tipo que hace más de veinte años se tomaba un café en una terraza de El Burgo de Osma, qué advertencias le harías. Sonríe, fiero, que te aventarán, no vayas con el corazón en la mano, resguárdate de la ira de aquellos que te ataquen porque no haces lo que quieren a pesar de que ya lo has dado todo y lo único que te reservas es la escasa cantidad que te permite llamarte Pedro, huye de los insaciables que hasta quitarte eso quieren. Guarda celoso tu pecho, que te herirán. No eres el divino Aquiles, ni siquiera el portentoso Ayax, al que jamás ayudaron los dioses. Quizá un día de lluvia otoñal te cruzaste con Quirón en el prado de los centauros, pero se limitó a mirarte con compasión al percibir la debilidad en tu desnudez. Tú, que creías que se podía hacer equilibrios sin red y que tenías fe, ponías sonrisa al horizonte, no sabías que te esperaba el bieldo. Ahora que te han saqueado y tienes puesta a secar la piel, que ya pregonan en el mercado, qué le dirías si pudieras sentarte en la mesa y pedir un café y hablarle del tiempo. Que se le arrugará el rostro, que perderá pelo, que tendrá muchos días sin sonrisa, que le dolerá la nuca, que será utilizado, que habrá días que le duela todo antes de levantarse del lecho, que lo zarandearán diciéndole una cosa y la contraria, que buscarán cómo dañarlo por no plegarse, que se mirará en el espejo y percibirá su decadencia, sus ojeras, su mirada sin ganas, que se guarde el corazón en una caja de zapatos y que la cierre con una goma elástica. Observarás que aún lleva reloj en la pulsera y camisas de manga corta, todo lo desechaste hace tiempo, como el azúcar en el café y el interés en tu propio medro personal a costa de los otros. Le dirás que acertará en eso, que acertará también en no trabar a los demás para escalar, que será generoso con su tiempo y que hará muchas cosas sin que nadie le pague una comisión ni la dieta de la comida, que entregará su tiempo a quien le traicionará. Que se guarde su corazón, que lo proteja con las cuencas de sus manos hasta que pueda dejarlo en lugar seguro, el ligero peso de una almueza. Le dirás que no se entregue, que no ame, pero él no te hará caso. Va en su naturaleza ir ciego y con las piernas arañadas, aunque tenga que pararse a trechos en la cuneta, como si lo hubieran arrojado a los perros. Quédate un rato con él, quizá esa tarde mientras tomáis el café y déjalo hablar y que te ilusione y te recuerde que tú eres hijo de Pedro y tu nombre es Pedro y que no puedes hacer otra cosa, aunque tantas veces duela, que seguirás amando a pesar de todo y permitiendo que la luz del atardecer de un día de otoño te bese en la frente como se besa a quien ya no regresará nunca. Sigue, quizá un poco más adelante, en un claro del bosque, en la corriente lenta y fría del río, en la brisa de un atardecer, en la playa mientras anochece, tendrás sosiego.

7 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Le diría al tiempo que el empuje y las ganas eran nuestro entusiasmo, que hicimos lo que sabíamos hacer y lo que nos dejaban.
Ahora, no sé yo, si cambiaría alguna cosa, quizá los matices serían los mismos, incluso las mangas de las camisas y las gafas de sol.
Saludos

Fackel dijo...

Qué grata y a la vez agradecida introversión que tornas extrovertida para tus conjuros y para nuestros deleites. Y el valor añadido de la ternura, te felicito.

Emilio Manuel dijo...

¿Hay Pedros adelante? son los que nos hacen que queramos un mundo mejor, aunque no lo consigamos.

Sor Austringiliana dijo...

Cuando se acerca el seis se rebobina, buscamos a los que fuimos y ya no somos, también entra en juego ese "yo" que no cambiará aunque caigan chuzos de punta, moriremos con él. Ánimo en la tarea. Puede haber desencuentros.
Un abrazo a Pedro, hijo de Pedro. Y a todos los Pedros, el de la foto también.

São dijo...

Belissimo texto, querido Pedro, belissimo mesmo.

Esse Pedro sorridente da esplanada ainda está no Pedro que hoje és e continuará no Pedro que serás daqui a vinte ou mais anos.

Fuerte abrazo, amigo mio.

José A. García dijo...

Huye. Rápido. Lejos.
Sin importar de qué.
Aun de ti mismo.

Saludos,
J.

Campurriana dijo...

Haré ese ejercicio, Pedro. Me ha gustado la idea de mirar atrás para mirar adelante. Pero en otro momento futuro. Hoy me siento aún débil para hablarme así. Para poder hablarme como tú te hablas.

El Pedro que será irá acompañado por los aprendizajes y las cicatrices de la vida pasada. También habrá heridas futuras pero serán de otra manera. Eso deseamos todos, al menos. Alejarnos de sufrimientos que no lleven a ningún sitio. Acercarnos a esa esencia que es, al fin y al cabo, la esencia de nuestra propia existencia.