lunes, 11 de julio de 2022

Quedaba todo el tiempo del mundo

 


Se puede detestar las rosas. No soportar su fama de flor por excelencia, el predomino del rosal en los jardines, las rosaledas de los parques. Sin embargo, ahí está la rosa, limitándose a ser.

Nunca entenderé una rosa sin espinas.

Esta noche no corría el aire. Es el inicio de una nueva ola de calor excesivo y los próximos días serán peores en casi todo el país. Recuerdo aquellos libros escolares de geografía que comenzaban siempre con el riesgo de desertificación de la península ibérica como la gran amenaza del siglo XXI. Hoy he visto una simulación de cómo será esta tierra dentro de cincuenta años. Las zonas más bajas de la costa, inundadas -desaparecerán bajo las aguas el delta del río Ebro, las marismas de Doñana y del Guadiana, Huelva, buena parte de la ciudad de Cádiz-. Se alcanzarán habitualmente temperaturas de 50º en verano en el sur, muchos días de 40º en esta meseta. Sucederá. 

Aquellas primeras lecciones de geografía estaban al comienzo del libro, cuando este olía todavía a nuevo, mi madre acababa de forrarlo y quedaba todo el tiempo del mundo.

5 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Me entristece la desertización, la pérdida de color y el olor de los campos que corren peligro y recuerdo las rosas.
Se adaptan al ambiente y a cualquier circunstancia, las admiro, ellas son:
Madame Eugène Résal y su hermana mayor, Madame Laurette Messing,
La Comtesse Riza du Parc
Caroline Testout
Gustave Regis
El Souvenir de Catherine Guillot
Madame Falcot
La vieja Malmaison
y la más dulce, La France

Otras buscan la sombra:
Comte de Paris
Papa Gontier

y otras con el sol se solazan:
Maria Immaculata
Beauté Inconstante
Madame Jules Grolez

A la pareja Rêve d’Or y William Allen Richardson, les gusta la luz, pero la intensidad del sol meridional les deslumbra. Son una pareja admirable.

Recuerdo a las que no están entre nosotros:
Lamarque
Devoniensis
Niphetos
Maréchal Niel, que era tan amiga de los rusos.

y a Madame Hoste que, siendo bastante cruel, aun pude vencer su coquería.

Inundan el cenador con su aroma:
Madame Abel Carriere
Aimée Vibert
Glorie Lyonnaise
Cèline Forestier
Reine Olga de Wurtemberg
Madame Bérard
y su madre, Gloria de Dijon, que siempre se sitúa en medio de todas ellas

Mejor que bajo las pérgolas, todas ellas lucen en el cenador. La sombra de la pérgola es más apropiada para el paseo y la conversación reflexiva, bien lo sabían los peripatéticos. El cenador favorece los chismes civilizados.

Todas evitan el viento, aunque estiman el plein air. Ninguna soporta el siroco, que produce dolor de cabeza.

Todas emularían a la Reine Marie Henriette, aunque le reconocen un cierto aire tosco.
Un saludo
Francesc Cornadó

La seña Carmen dijo...

A rose is a rose is a rose.

Sor Austringiliana dijo...

Las rosas pinchan, la vida pincha, el mundo está pinchando. La primera página y el olor a nuevo, queda todo el tiempo del mundo, el refugio de la infancia. Qué hermosas y qué bien huelen las rosas. No las toquemos.

Emilio Manuel dijo...

Ni tienen pinchos, ni tampoco huelen, como la vida misma "ni chicha ni limoná".

Saludos

Alimontero dijo...


Quedaba todo el tiempo del mundo....y todo eso ya no está, se han ido con el tiempo, como los libros de geografía, las clases de educación cívica, etc...y las rosas? estas aún permanecen, como su aroma y también las espinas. ¿Por cuánto tiempo más? ah! el cambio climático...
Los tiempos actuales son otros, de la robótica, de la inteligencia artificial, donde no se forran los libros porque éstos hoy son digitales...
No sé cómo verán hoy los jóvenes el mundo, porque de ése, cuando quedaba tiempo... ya nada queda, sólo nosotros... y no tanto más...
Beso,
Ali