El escenario comienza con un poema, El puente, que contiene la expresión filosófica de la forma de entender la vida por la voz poética construida por Karmelo C. Iribarren: mientras se cruza de uno a otro lado suceden otras cosas, es decir, la vida misma. El río que pasa por debajo, es un llanto eterno que no puede retenerse. Con este punto de partida en la que actualiza la antigua metáfora del río y el puente, es fácil de comprender que la vida pasa inevitablemente y que, al entrar en la vejez, cada vez queda menos tiempo. Algunos de los versos más certeros de este libro abordan esta cuestión:
Igual que a tantas otras
que forman parte de mi vida,
a esta imagen tampoco le queda mucho.
Pero la expresión no es dramática ni esta reflexión conduce a la desesperación. Iribarren no pierde nunca el tono que ha caracterizado su obra, que le ha ayudado a construir una de las más sólidas y reconocibles poéticas de las últimas décadas en la poesía española. Como mucho una nota triste de aceptación de lo inevitable (Envejecer). Esto le permite mirar la vida desde su rutina: paseos, cafés, lecturas, trenes, habitaciones de hotel. También desde sus espacios habituales (la ciudad). Al pasado se regresa constantemente como recuerdo inevitable, como una nota que refuerza sus decisiones presentes y como una constatación de que las cosas pudieron haber salido de otra manera, no siempre mejor:
Da vértigo pensarlo.
Pensar
que todo pudo suceder de otra manera,
que tú perfectamente
podrías ahora no estar a mi lado.
De ahí el refugio adecuado de la melancolía frente al engaño de la esperanza y la distancia con aquellos que parecen haber triunfado (Compañeros de viaje). Al poeta le basta con mirar al mar en soledad para comprender la vida de verdad: ser a la vez / sedentario y nómada (El mar triste).
En El escenario hay un poema (Hotel frente al mar) que lo concreta todo en la ratificación del presente como único espacio en el que es posible hallar la afirmación de la vida sin tener que contar su argumento biográfico y sus anécdotas, uno de esos pocos momentos en los que la vida parece explicable, con una forma que desestructura el haiku y otras formas poéticas tan de moda en la actualidad, mejor, que las invalida y supera desde la verdad y que no me resisto a copiarlo entero porque es deslumbrante:
El día
arde
en el horizonte.
Nosotros
aquí.
También hay una concreción de todo en el contexto de la pandemia que todavía sufrimos y que data el libro (Días de pandemia): el poeta aún puede contarlo. Al final, la lección aprendida se hace filosofía y poética en Las cosas importantes, las únicas que merecen de verdad que el paseante detenga su paso.
En El escenario, Karmelo C. Iribarren ratifica que es uno de los poetas españoles actuales con mayor coherencia en su voz poética, en la que la vida y la escritura son la misma cosa. Un libro en el que hallamos algunos de sus mejores poemas, esos en los que nos cuenta en gran medida nuestra vida contando la suya.
Noticias de nuestras lecturas
Disculpas. Una extraña mezcla de exceso de trabajo y melancolía se me ha sumado con las imágenes de la guerra de Ucrania que comenzara hace unas semanas. Esta circunstancia me ha tenido alejado del blog y de las entradas correspondientes del Club de lectura. No he querido cerrar abruptamente nuestra lectura de El escenario, que continúo aquí y prosigo en una próxima entrada. Después vendrá el comentario de un libro incorporado por acertadísima sugerencia de Carmen Ugarte y que, escrito sobre los conflictos últimos de Oriente Medio y Oriente Próximo, se ha convertido en terrible actualidad con lo que ocurre en Ucrania, El hombre mojado no teme la lluvia. Voces de Oriente Medio, de Olga Rodríguez, cuyo comentario llevamos acabo el pasado martes día 29 en el formato presencial del Club. En ese momento, incorporaré las aportaciones realizadas por los colaboradores habituales.
Próxima lectura
La lectura correspondiente al mes de marzo pasado fue este extraordinario libro de Olga Rodríguez, El hombre mojado no teme la lluvia. Voces de Oriente Medio (Debate, 2020). La autora, periodista y reportera de guerra, ha escrito un texto que emociona, ilustra y nos ayuda a comprender los conflictos últimos de Oriente Próximo y Oriente Medio, que conoce de primera mano. El azar ha querido que su lectura en este club haya coincidido con la guerra en Ucrania y que podamos cotejar las muchas similitudes entre lo relatado en el libro y lo que ocurre estas semanas. No dejará a nadie indiferente.
Aunque ya haya trascurrido el mes de su lectura y celebrado el encuentro del formato presencial del club, no quiero dejar pasar los comentarios que merece este libro, que publicaré en próximas entradas.
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Como saben los seguidores habituales de este club, habíamos dejado sin cubrir los títulos de abril y mayo, recordando que uno de ellos debía ser de autor fallecido. Para completar el listado propongo:
- Abril: Memorias de Leticia Valle de Rosa Chacel. Recuperamos así un libro que fue lectura recomendada en secundaria hace unas décadas, para comprobar su actualidad. Hay varias ediciones baratas en el mercado, fáciles de encontrar.
- Mayo: Pájaros en un cielo de estaño de Antonio Tocornal (Premio València de narrativa Institució Alfons el Magnànim), publicada por Versátil Ediciones en 2020. Un libro imaginativo, que derrocha sabiduría narrativa atractiva para el lector. Puede encontrarse en librerías o directamente en la página de la editorial (aquí).
Para conocer la forma de seguir las lecturas de este club y sus características y la lista del presente curso, pinchar sobre este enlace.
ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.
Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos (si me he olvidado de alguien, agradezco que se me avise). Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales), en este blog.
1 comentario:
Merece comentarios, también de los legos. Karmelo es sentimiento, contenido pero muy vivido y elaborado.
Seguimos.
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