jueves, 31 de marzo de 2022

La poesía en El escenario de Karmelo C. Iribarren y noticias de nuestras lecturas

 


En la obra de Karmelo C. Iribarren, la poesía y la vida se unen y distinguir una de otra es más una necesidad de interpretación crítica que otra cosa. Digo poesía y vida, pero debería decir poética, porque la definición de la poesía en el autor es la escritura de la vida, la vida como razón poética, que yo proponía en el primer texto que dediqué a El escenario el pasado 3 de febrero. Sin embargo, en este libro -como en otros suyos- hay un puñado de poemas (nueve, sabiamente distribuidos) que se dedican expresamente a la relación del poeta con la poesía.

En Karmelo C. Iribarren , la reflexión continua sobre la poesía va más allá de los poemas claramente metapoéticos de sus libros. La poesía, como la vida, es algo que sucede, algo que le sucede al poeta incluso aunque se limite a sus paseos habituales o a la rutina del café. Esta forma de enlazar vida y experiencia poética es una de las claves del autor:

que con ella no se sabe nunca
lo que puede pasar,
que va a su ritmo, a su aire,
y que, al igual que la vida,
tiene sus propios planes.

No se entiende la obra de Karmelo C. Iribarren sin esa estricta unidad entre lo poético y la vida, hasta un punto en el que el poeta juega con la recepción de esta unión entre biografía y poema (Gente). En la poesía tal y como la entiende el autor, no hay manera de fingir quien no se es. Esta es la verdad del estilo del autor, como en Mis palabras:

esas palabras que utiliza la gente
para hablar de los asuntos de la vida
cuando se encuentra por la calle.

Por eso, el juego irónico del texto La "gran poesía" y yo: la vida es demasiado corta como para perderla buscando algo que no coincide con su forma de ver las cosas (aquel no era mi sitio). Sin embargo, el poeta debe prestar atención permanente, A jornada completa, porque la poesía aparece en cualquier momento y podría no regresar, aunque una vez llegada el poeta debe determinar su escritura (Técnica y llanto), pero no dolerse mucho si no llegan porque se está viviendo (Los poemas de amor).

El poeta también es lector de poesía. Este ejercicio le es necesario para transitar por la tristeza y la falta de esperanza, a ver si así / duele menos (Leo poemas), hasta hallar en El último verso de Antonio Machado (Estos días azules y este sol de la infancia), la infinita condición de la poesía en las palabras más usuales. Qué gran poema este último con el que se cierra El escenario.

Noticias de nuestras lecturas

Disculpas. Una extraña mezcla de exceso de trabajo y melancolía se me ha sumado con las imágenes de la guerra de Ucrania que comenzara hace unas semanas. Esta circunstancia me ha tenido alejado del blog y de las entradas correspondientes del Club de lectura. No he querido cerrar abruptamente nuestra lectura de El escenario, que continúo aquí y prosigo en una próxima entrada. Después vendrá el comentario de un libro incorporado por acertadísima sugerencia de Carmen Ugarte y que, escrito sobre los conflictos últimos de Oriente Medio y Oriente Próximo, se ha convertido en terrible actualidad con lo que ocurre en Ucrania, El hombre mojado no teme la lluvia. Voces de Oriente Medio, de Olga Rodríguez, cuyo comentario llevamos acabo el pasado martes día 29 en el formato presencial del Club. En ese momento, incorporaré las aportaciones realizadas por los colaboradores habituales.

El pasado martes día 22 de febrero mantuvimos nuestro encuentro mensual del formato presencial del Club. Como siempre, María Ángeles Merino levanta acta de lo que allí ocurrió y puedes leerlo en esta magnífica entrada de su blog. Después, publicó su comentario sobre Insolación, la novela de Emilia Pardo Bazán que leímos hace unas semanas y que tenía pendiente. Y ha tenido que regresar su amiga Austri para que se atreva a convertir a doña Emilia en un interesante personaje secundario...


Qué alegría ver a Rita Turza regresar al club, seleccionando un poema de Karmelo C. Iribarren en su blog.

Como saben los seguidores habituales de este club, habíamos dejado sin cubrir los títulos de abril y mayo, recordando que uno de ellos debía ser de autor fallecido. Para completar el listado propongo:
  • Abril: Memorias de Leticia Valle de Rosa Chacel. Recuperamos así un libro que fue lectura recomendada en secundaria hace unas décadas, para comprobar su actualidad. Hay varias ediciones baratas en el mercado, fáciles de encontrar.
  • Mayo: Pájaros en un cielo de estaño de Antonio Tocornal (Premio València de narrativa Institució Alfons el Magnànim), publicada por Versátil Ediciones en 2020. Un libro imaginativo, que derrocha sabiduría narrativa atractiva para el lector. Puede encontrarse en librerías o directamente en la página de la editorial (aquí).
Para conocer la forma de seguir las lecturas de este club y sus características y la lista del presente curso, pinchar sobre este enlace.
ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.

Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos (si me he olvidado de alguien, agradezco que se me avise). Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales), en este blog.

3 comentarios:

Ele Bergón dijo...

Me encantó el libro de Karmelo C.Iribarren. Dices bien, es la poesia y la vida unidas y lo escribe y describe tan bien, que parece un paseo sencillo real y sin embargo está lleno de profundidad.

El libro de Olga Rodriguez lo tengo pendiente y lo poco que he leido, me parece muy intersante y bien escrito.
Para este mes Rosa Chacel, a ver si me pongo al día.
Besos.

Sor Austringiliana dijo...

No, María Ángeles Merino todavía no ha publicado su crónica de la reunión del día 29, está en ello luchando por no perder el hambre lectora de aquella bloguera que se zambullía en los capítulos del Quijote,siempre segura de encontrar información y respuestas enriquecedoras. Ayer mismo cerré el libro que tocaba y abrí el Quijote,las bodas de Camacho, un cuento alegre para soñar en medio de las penurias de aquel tiempo, también para sonreír en medio de las incertidumbres presentes. Los nombres de los compañeros, algunos desaparecidos, me hicieron revivir aquella inolvidable lectura compartida. Ahora vivimos malos momentos. Sigamos.

Sor Austringiliana dijo...

Pero ahora toca hablar de Karmelo C. Iribarren. Poesía y vida van juntas, cuidado, su poesía y él se parecen tanto que hay gente que los confunde. Y le ponen como ejemplos siempre aquellos "en los que nada me sale bien". Qué guasa se gasta el poeta con su voz poética. Ver "Gente", página 77.
"El escenario" ha sido una buena elección, Pedro. Poemas así quitan el miedo a la poesía.