martes, 8 de marzo de 2022

El membrillero del jardín. Razones de un silencio

 


Estos días me ha sido imposible escribir. Las noticias de la invasión rusa de Ucrania me han dejado conmocionado. Voy a clase, preparo los actos públicos en los que participo, pero cuando me siento a escribir no puedo hilvanar unas frases. Voy y vengo casi de forma automática.

Para ir desde mi despacho a la zona de clases debo atravesar el jardín del antiguo Hospital militar que ahora es mi Facultad. Me siento privilegiado en esos cientos de metros, haga frío o calor, llueva o no. Las clases se encuentran en los antiguos barracones destinados a la tropa, unos edificios sólidos y severos que cumplen todavía eficazmente su función tras la reforma. El espacio central lo ocupa el jardín. Me gusta que algunos elementos se hayan deteriorado: bancos de madera, la fuente. No sé si es falta de presupuesto o una decisión, pero yo no los sustituiría por nuevos. Lo más llamativo del jardín son algunos árboles: pinos centenarios de un porte admirable, tejos... Aquí y allá rosales y arbustos. Uno de estos me había pasado desapercibido hasta hace dos años, un membrillero (no el árbol de los membrillos, sino uno del género Chaenomeles). En marzo del 2020, justo antes de la pandemia vírica que todavía sufrimos, Paco y yo nos paramos ante él admirados. Ambos nos citábamos a la hora del café en el jardín y solíamos pasear entre los árboles y las plantas, comprobando los cambios que producen en ellos las estaciones. Aquel breve paseo solía ser lo mejor del día. De pronto, en aquel arbusto había explotado la floración y toda la planta ardía. Cuando todo se paró, le escribí a Paco preguntándome si seguiría florecido. Hace quince días, este membrillero comenzó a abotonarse y ayer exhibía las primeras flores. Eran tantas mis ganas, que lo mencioné en clase. No sé qué pensarían de mí los alumnos cuando les pedí que, al terminar la hora, se acercaran a contemplarlo. Ojalá alguno me hiciera caso.

Sé que en el mundo las guerras son constantes y algunas no ocupan nunca un minuto en nuestros informativos occidentales. Otras solo nos preocupan unos días, hasta que otra noticia las sustituye. Vemos a los ucranianos que marchan fuera de su país y no vemos los millones de desplazados que hay en el mundo por conflictos locales. Todas estas lecciones morales me las digo a menudo, recriminándome, no hace falta que nadie me las recuerde. La injusticia y el sufrimiento es mucho en el planeta. Sin embargo, esta guerra de Ucrania se presenta con algunos elementos distintivos que nos devuelven a la historia de hace un siglo en un momento en el que el mundo ha entrado en colapso por las crisis económicas recientes, la avaricia del neocapitalismo, las soluciones extremas nacionalistas, las ideologías radicales y la pandemia. Es la primera vez desde el final de la guerra fría en el que todo lo peor puede ocurrir. Hoy es la primera vez que puedo escribir sobre todo esto y cada noticia que escucho me acerca a esa realidad: todo lo peor puede ocurrir.

El membrillero del jardín de mi Facultad florece todos los años, ignorante de nosotros. Contemplo sus ramas en flor como si en ellas estuviera la única esperanza, como si estas flores tuvieran la respuesta.

8 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

¡¡Ojalá tuvieran la respuesta las flores!!.

Tu Hospital militar, por lo que cuentas, tiene una entrada bonita, el nuestro de hace unos 500 años es la actual Escuela de Arquitectura, se encuentra a los pies de la Alhambra, hay que mirar hacia arriba, en lugar de hacia abajo.

En cuanto a la guerra, cuanta razón llevas, parece que solo hay una, las otras no existen, sus guerreros no son rubios con ojos azules.

Sor Austringiliana dijo...

Así estamos, los àrboles florecen, lo peor puede ocurrir y nuestras cabezas no sé si van a soportar esto después de lo otro, así se expresa en la calle, en los autobuses, en las conversaciones de café. El jardín anticuado del antiguo hospital militar es un oasis, vio mucho dolor también.

Myriam dijo...

La fotografía es muy linda. Las flores preciosas. Me imagino la paz que da esa pequeña caminata en el jardín de tu Facultad. Lo otro, la guerra en Ucrania es horrible. Tanto como la codicia y los extremismos; como los inconcebibles feminicidios del Siglo XXI y violencia familiar de cualquier índole; las mutilaciones genitales; la trata y la esclavitud en cualquiera de sus formas, las grandes mafias, el tráfico de armas y la corrupción. Por otro lado, hay gestos altruistas, cooperación, desarrollo sostenible y avance científico y tecnológico. Así es nuestro mundo ¿lograremos que aumente lo bueno y disminuya lo malo?. Por suerte, hay quienes no se dejan vencer por el negativismo y aportan lo suyo. Gracias a ellos, avanza la humanidad, a pesar de todo.

Besos

Doctor Krapp dijo...

Siento lo de tu malestar y entiendo esa especie de remordimiento que crea en uno que lo cercano sea más doloroso que aquello que afecta a otros continentes, pero eso es casi inevitable y dudo que podamos remediarlo.
No sé distinguir entre membrillero y el árbol del membrillo, es triste que con lo reparadora que es la botánica no le prestemos más atención.

Rita Turza dijo...

Vivimos momentos llenos de dolor y no puedo estar más de acuerdo con todo lo que relatas en esta bella entrada, que aunque es dura por todo lo que estamos viviendo, los retratos de interior siguen siendo bellísimos.

Yo también me refugio en las flores y en todo lo bello, no veo otra manera de poder seguir con tanto dolor.

Un abrazo enorme lleno de cariño, Pedro.

Alimontero dijo...

Contemplo sus ramas en flor como si en ellas estuviera la única esperanza, como si estas flores tuvieran la respuesta.
Hace algunos días también escribí brevemente acerca de esta guerra de locos, porque la verdad que a mi me queda grande todo esto...no lo quiero entender, en pleno siglo XXI, todavía con una pandemia, hay desquiciados matando, masacrando, etc...
Y sí Pedro, la flor del membrillo es una esperanza, y lo serán el mar, las aves, las montañas, los ríos porque ellos por esencia SON..y fluyen por más que les desvíen sus cauces... así somos también los seres humanos conscientes...amar, reír, disfrutar desde lo que yo puedo ofrecer, entregar, SER... desde mi pequeña existencia.
Sigue disfrutando de esas caminatas y descubriendo nuevos regalos de la naturaleza... ésa será tu fuente.
Beso,
Ali

São dijo...

Francis Fukuyama anunciou o fim da História e há quem ainda hoje afirma que a História não se repete: como é possível?!

Estamos debruçando-nos sobre o abismo.

Quem tem oportunidade de ver in loco monumentos megalíticos e a forma como se alinham astrologicamente, entre outras características, não tem nenhuma dúvida sobre a existência de seres inteligentes na Terra antes da presente Humanidade e com um conhecimento superior ao actual.

Por algum motivo, ignorado por nós, tudo desapareceu. Sinceramente, creio corrermos o risco de seguirmos o mesmo destino.

Querido amigo, bom fim de semana e forte abraço.

José A. García dijo...

A la naturaleza no le importamos, por eso nos empecinamos en destruirla, creyendo que de esa forma algún día notará nuestra presencia...

Saludos,
J.