En un largo monólogo interior (dialogando con mi alma, se dice en la novela), Asís Taboada nos pone en antecedentes para comprender sus sofocos de la mañana con la que arranca la historia. Está claro que aunque iba como una santa a escuchar misa en el día de San Isidro, ya llevaba dentro la predisposición al lance amoroso, que provoca el encuentro tempranero con Diego Pacheco, joven gaditano conocido en la tertulia de la tarde anterior. Emilia Pardo Bazán subraya bien pronto esta contradicción entre lo que debe hacer una viuda como Asís y lo que siente y piensa por dentro:
Señor, ¿por qué no han de tener las mujeres derecho para encontrar guapos a los hombres que lo sean, y por qué ha de mirarse mal que lo manifiesten (aunque para manifestarlo dijesen tantas majaderías como los chulos del café Suizo)? Si no lo decimos, lo pensamos, y no hay nada más peligroso que lo reprimido y oculto, lo que se queda dentro.
Por lo tanto, este monólogo interior tiene, desde su inicio, la función de justificarse y vencer el malestar que sintió al despertar o, lo que es lo mismo, confirmarse ante la idea de que una mujer como ella debería tener los mismos derechos que los hombres. No es más que una estrategia porque el monólogo interior se dirige a los lectores y no tanto a su conciencia, en realidad, un falso monólogo interior, porque la voz narradora no suelta nunca el control para hacernos ver la psicología de la mujer (Así, punto más, punto menos, hubiera redactado su declaración la dama, si confiase al papel lo que le bullía en el magín).
Lo que está claro es que Asís se siente muy atraída desde el inicio por aquel joven moreno de ojos azules y que toma la salida a la pradera de San Isidro como una aventura en la que hacer lo que nunca ha hecho al atarse tan joven con un marido que le llevaba treinta años (mezclarse con el pueblo, comer en un merendero, beber más de la cuenta, dejarse requebrar: empezaba a tener subvertidas las nociones de la corrección y de la jerarquía social). Todo, en el relato, adopta el mismo tono ligero del despertar, pero ahora en boca de la protagonista, no ya del narrador, y anticipa que este sofoco por insolación de la viuda de clase alta, no acabará en drama como en Los pazos de Ulloa.
Cuando el recuerdo de lo pasado termina y nos encontramos de nuevo en el presente, ya tenemos claro que la marquesa es una mujer sin experiencia alguna de la vida, víctima de una sociedad que le ha impedido desarrollar sus deseos, un tanto cursi, malcriada (una niña rica, huérfana de madre, y única) e impostada, pero que, a pesar de sus dudas, remilgos y sofocos, ha iniciado un camino que no desandará. Lo que nos falta saber es cómo.
Seguiremos.
Noticias de nuestras lecturas
Paco Cuesta regresa para comentar esta novela de Emilia Pardo Bazán y lo hace por donde le hubiera gustado a la autora, mostrando su enenérgica reclamación de igualdad.
Se ha informado a los miembros del formato presencial del Club de lectura del lugar y la hora de la próxima reunión, que tendrá lugar el martes 25 para comentar esta novela de Emilia Pardo Bazán.
Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos (si me he olvidado de alguien, agradezco que se me avise). Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales), en este blog.
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4 comentarios:
Uno de los valores de esta novela, como toda la obra de la Pardo Bazán, es el vocabulario y las expresiones. Confieso que no tenía ni idea de lo que era un eucologio, que yo me quedé en el misalito.
Luego está alguna de esas expresiones que, según he podido ver por esos foros, traen de cabeza a extranjeros y autóctonos, como ese Las curiosidades son muy buenas para la ropa blanca. ¡Qué pronto hemos olvidado que la palabra curioso-a tiene más de una acepción y que con ella juega doña Emilia!
Los términos utilizados para describir los objetos que rodean a la dama, y ya no digamos el asunto de la moda, algo en la que la escritora estaba muy puesta, son para nota.
"Lo reprimido y lo oculto es lo más peligroso", palabras de doña Emilia que no parecen decimonónicas. Sí, la todavía joven viuda Asís, treinta y dos abriles, ya llevaba la predisposición aquella clara y soleada mañana de mayo. El día anterior don Gabriel y don Diego, cada uno a su manera, contribuyeron al sofoco. Al día siguiente, como una santa, iba a misa pero el aire, el cielo, las acacias, los piropos de los chulitos... Se le manifiesta tal exceso de vitalidad que se hubiera dado un chapuzón en la Cibeles, el cuerpo le pedía tonterías. Tras un encuentro con un ladino Pacheco que sabe abrir el camino, a casa a acicalarse y a la aventura en San Isidro, un baño de pueblo y...
Insolación es mucho más que una historia amorosa. Superación del romanticismo, derechos de la mujer y rechazo a la doble moral, feminismo prefeminismo o nada de eso, atinada y artístico retrato social y costumbrista... una recomendable y buena lectura desde luego.
Seguimos. A ver si me sale algo para el blog. Buen domingo, Pedro Ojeda Escudero.
Emilia Pardo Bazan: me encanta esta escritora ,articulista ,y muchas facetas más;una adelantada en su época.
Veo que esta nueva lectura entra con garra , la protagonista promete.
Seguiremos como siempre leyendo las estupendas opiniones de cada participante.
Muchas gracias a todos se merecen
¡Qué grande la Pardo Bazán!
Olé.
Besos
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