Como quien se levanta
en el prado, los fresnos
se estiraban al sol
más dulce de este enero
para verte pasar
diciendo a este quiero,
pero que no se olvide,
que se acabó el invierno.
Dicen que la infusión con las hojas del fresno produce sueños hermosos y plácidos. Según la mitología nórdica, un gran fresno se encontraba en el centro del mundo, el lugar en el que convergen todos los puntos cardinales. Lo cierto es que es un árbol relacionado con la intervención humana del paisaje de media montaña, en tierras con ganadería tradicional. Cortado al trasmocho cada ciertos años, al inicio del otoño, el árbol adquiere su peculiar forma y las ramas y las hojas son aprovechadas para el ganado y la leña del invierno. Arde bien la madera del fresno. Pasear entre fresnos avisa de que en esa tierra nos encontramos con una forma sostenible de ganadería, ahora tan amenazada por el comercio brutal de la carne.
5 comentarios:
Yggdrasil era el nombre de aquel fresno mitológico. Hoy en día apenas sabemos que un árbol es un árbol y poco más.
Saludos,
J.
Qué curioso. Creo que cada cultura establece su propio centro del mundo en función de sus límites territoriales. Algunas mitologías han pasado a mejor vida. Otras todavía se explotan con ansias de dominación. Que algún mesías esté por llegar siempre da mucho juego para las veleidades guerreras y en general de dominio y poder. Me quedo con el fresno, no tiene las pretensiones de otros.
El gran fresno estaba en el Walhala, allí acudían las Walkirias con los héroes que habían caído en combate.
El fresno proporciona una madera de hermosas vetas.
Saludos
A ningún político de estos de ahora se le ha ocurrido hacerse la foto junto a los fresnos, no entienden de trasmochos. Las vacas les miran como las vacas al tren, cuidado con las moñigas, no vayan a manchar sus zapatitos.
Apetece mucho adentrarse en la fotografía y en tu poema y pasear por ambos.
Un fuerte abrazo.
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