domingo, 21 de noviembre de 2021

"Ya estoy fuera del mundo y de la moral ridícula de las gentes" y noticias de nuestras lecturas

 


En la primera entrada sobre esta lectura, expuse cómo Federico García Lorca tomaba como punto de partida el teatro de títeres, aparentemente infantil -en especial en aquel tiempo-, y el ingenuismo del mismo. Hace un siglo, este punto de partida era toda una declaración de intenciones que rompía con el teatro dominante, comercial en su propósito y convencional en su estructura y conflictos. El autor no fue el primero, pero sí estaba en la dirección correcta de la vanguardia más arriesgada en cuanto a renovación teatral y subversión de los valores morales de su tiempo. El espectador no advertido -o el lector del texto- cree encontrarse en un mundo plagado de didactismo y moraleja, un espectáculo para niños aunque no haya títeres sino actores: el lenguaje tratado como un juego infantil, la caracterización de los personajes, el movimiento en escena, los decorados, todo parece llevarlo hacia ese mundo. Una vez que la obra le instala en él, lo rompe desde dentro para provocar su conmoción y resaltar, por contraste, el conflicto.

Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín aborda un tema largamente tratado en el teatro: el del hombre viejo casado con una mujer joven. Desarrollado desde la caricatura hasta el drama y desde el origen del teatro hasta los mismos tiempos de García Lorca, siempre había tenido un fin moralizante que intentaba corregir los extremos de la situación y mostrar o bien la condición ridícula de la misma o bien el drama que provocaba. Regía el bien social. Especialmente desde el barroco se veía el problema que acarreaba el exceso de este tipo de matrimonios en los que el amor no existía y la descendencia era nula o cuestionable en su legitimidad. Las consecuencias atentaban contra la célula básica de la sociedad, la familia y su posición clave: honra, legitimidad de los hijos, mantenimiento del núcleo de los asuntos familiares, el cuestionamiento moral de la viuda joven y su posición social, etc. Hay abundancia de ejemplos, desde el entremés El viejo celoso de Miguel de Cervantes hasta la comedia amarga El viejo celoso de Moratín. El tema fue también central en la reivindicación del amor en el romanticismo, pero volvió a entrar en camino convencional en la alta comedia o en las sátiras del teatro breve desde finales del siglo XIX.

Lo que encontramos en Amor de don Perlimplín y Belisa en el jardín es muy diferente. García Lorca halla la manera de adentrarse en el tema y darle una vuelta que dinamita la moral del momento. El sacrificio de Don Perlimplín, enamorado de su mujer al contemplar a escondidas su cuerpo cuando la visten de novia (el uso de esta referencia al cuerpo ya es en sí misma novedosa), destruye toda la moral convencional. Sentir ese amor le hace feliz y no le importa saber que Belisa recibe a otros hombres. Su sacrificio lo trastorna todo y lleva a otros niveles los manidos temas del viejo casado con mujer joven o el del cornudo feliz. 

Es lógico que la obra fuera prohibida en 1928 bajo el gobierno de Primo de Rivera. La policía irrumpió en el teatro en el que el grupo Caracol iba a representarla, dirigida por Rivas Cherif. Cuando se pudo escenificar, en 1936, se hizo por un grupo de aficionados, Anfistora y con una única representación. No es que no se comprendiera la obra, es que se vio desde el principio toda la peligrosidad que contenía algo en apariencia inocente.

(El texto de Federico García Lorca puede leerse en abierto en este enlace. Esta entrada del Club de lectura corresponde a las dos que deberían haberse publicado en los jueves pasados, pero me fue imposible por la acumulación de trabajo. Os pido disculpas.)

Noticias de nuestras lecturas

Carmen Ugarte escribe una extraordinaria entrada en la que parte de la ingenuidad infantil del inicio de la obra y su recepción en el momento del estreno para desvelarnos algunas las claves de su engranaje que la convierten en una obra subversiva... No te pierdas la entrada. En su segunda entrada analiza a la perfección la recepción de la obra y su significado, por lo que percibimos mejor el choque que lo aparentemente ingenuo pudo provocar en la mente bien pensante de la época. En su tercera y última entrada sobre la obra, analiza la puesta en escena, interrogándose sobre la necesidad que tuvo Lorca de acotar tanto el texto...

Luz del Olmo, al comentar la obra, presta atención en el hondo sentido amoroso de la propuesta lorquiana. Y cuánta razón tiene.

Pancho inicia su lectura de esta obra de la mejor manera. Sintetiza quién era el autor antes de esta obra, toda la polémica de su estreno y analiza el primer cuadro de la pieza. Como bien dice, nada más levantar el telón, percibimos que Federico García Lorca acaba de hacer estallar el convencional teatro comercial del momento. Y termina con la Oda a Walt Whitman de Lorca cantada por Poveda, queda todo dicho para que vayáis a leer el texto.

AVISO: La reunión del formato presencial del Club de lectura, mantenido por Alumni UBU, tendrá lugar el próximo martes 30 de noviembre. Ruego a los miembros que estén atentos al correo, puesto que se cambia el lugar de celebración de la reunión.

Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos (si me he olvidado de alguien, agradezco que se me avise). Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales), en este blog.

Para conocer la forma de seguir las lecturas de este club y sus características y la lista del presente curso, pinchar sobre este enlace.

ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.


4 comentarios:

Sor Austringiliana dijo...

García Lorca no soportaba los "sí, porque sí", ni en el teatro ni en la vida. Era, y es, difícil de asimilar el mensaje del viejo Perlimplín que por fin ha conocido el amor y ama a Belisa, con sus cuernos dorados y floridos, tras cinco infidelidades, cinco como en la plaza, en una noche. Y menos su sacrificio. Toma ya Calderón. Viva la vanguardia. El doctor Marañón huyó del teatro escandalizado, al parecer.
He quedado con Austri para hablar, y escribir, de esto. Muy buenas aportaciones las de mis compañeros.
Seguimos leyendo y comentando.

Myriam dijo...

Gracias por el enlace. Leí la obra rumbo a Brasil y ahora leo aqui tu clase que es tan enriquecedora. Pensé en el Celoso extremeño de Cervantes cuando iba leyendo la obra pero leyéndote a tí puedo apreciar mucho más lo innovadora de esta respecto a un tema tan trillado.

Mil gracias y besos, desde Praia do Rosa, Santa Catarina, Brasil

pancho dijo...

Federico García Lorca exagera hasta el disparate los hechos que narra en Amor de Don Perlimplín, la obra es una farsa y por lo tanto es un engaño. Darle la vuelta a los tópicos es su manera de teatralizar, como por ejemplo que sea una mujer la estranguladora del zapatero o que la infiel sea la recién casada, los cinco sombreros olvidados en la habitación en la noche de boda es estrafalario, y que el marido no se bata en duelo con los causantes de su infortunio es demasiado. En vez de eso usa la imaginación y la inteligencia para ganar para su causa a la belleza. No podía ser que el desenlace fuera que la sociedad cruel castigara al hombre bueno, "patito recién nacido", con los cuernos permanentes. ¿De qué se pone colorada Marcolfa en los primeros compases de la obra?
La biografía de FGL es muy conocida, intenté anotar algunos apuntes de algunas cosas que me parecían menos conocidas por los lectores corrientes, tomados de introducciones de libros del autor que encontré por casa.
Un abrazo.

Rita Turza dijo...

La obra es una maravilla como todas las que escribió Federico, una obra poco conocida, por lo menos para mí. La he disfrutado mucho.
Intento seguiros pero todavía estoy un pelín lenta.

Un abrazo enorme, Pedro.