Ser solo un paseante en esta playa que ha cubierto con algas la marea. No ser más que la huella de un pasado que borra el mar sin lástima. El sonido constante del mar sin ti, que acabas de pasar y ya no existes.
En algunas horas, pasear junto al mar tiene condición urbana, pero la brisa no tarda en limpiar todo, como si fuera un mal sueño de verano.
Me agacho para ver una concha desechada por los mariscadores. Así nosotros.
A veces, entre el golpear de una ola y otra, llega el murmullo del odio que se desata en esta sociedad tan crispada. Si la nueva ola tarda un poco más, qué terrible sensación de ruido se agarra al estómago.
5 comentarios:
Que solo te lleguen los buenos murmullos, buen paseo, reflexivo paseante.
Ni el silencio de la playa al amanecer corta los ecos ruidosos.
La contemplación del mar me trae buenas evocaciones, me hace reflexionar y me calma. No es poco...Estoy pensando en el Mediterráneo, claro.
Caminar junto al mar nos permite pensar sobre muchas cosas.
Confiesa que has colocado esas tres bicis ahí para la foto. ¡Confiesa!
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