martes, 11 de mayo de 2021

La verdad que contiene el tiempo

 


Prefiero una ruina a un pastiche, los matices del subjuntivo a la frase sin matices, directa y limpia como recién salida de fábrica, como si la realidad no los tuviera. Transitamos una época en la que todo es radicalmente de una manera o su contraria y esto convierte la existencia en una falsificación en la que es muy fácil apropiarse de las ideas ajenas porque ya no hay discurso sino ocurrencias.

En una ruina siempre entra la verdad que contiene el tiempo.

Vengo de mis cosas a mis cosas y me encuentro con la sorpresa de que me he olvidado. No sufro, tampoco era nada importante.

6 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

Posiblemente porque solo hay ocurrencias es por lo que olvidamos tan pronto.

Sor Austringiliana dijo...

Las ruinas hablan mejor que nadie el lenguaje del tiempo, algo que no existe pero ordena nuestro caos, según el filósofo que veneraba el atormentado filósofo que me daba clase en la avenida del general Vigón. Ya, que ahora no se llama así, que ese nombre es ya una ruina. Ahora hay quien quiere hacer un pastiche interesado de las ruinas, Dan miedo.
El día olía a frío, al abrir la ventana. Buen día, se me ha olvidado algo...

Ele Bergón dijo...

Los matices de los colores, hacen que la vida sea mucho más rica en todas sus variantes. El Sí o el No, o solo los contrarios lo llevan las máquinas. Por fortuna o nosotros necesitamos la variedad.

No creas, a veces la ruina también nos lleva a diferentes interpretaciones.

Bienvenido al club. Si en el intermedio del presente, se cruzan los futuros, puede aparecer el olvido y tener que rebobinar.

Besos

Fackel dijo...

Prefiero una ruina a un pastiche, dices. Esa sensación también la he tenido siempre. En mi propia ciudad he preferido viejos caserones nobiliarios que destruyeron por mor de la fiebre inmobiliaria en los 60 y 70 antes que esos edificios nuevos rompiendo todo en pleno centro. Siempre me entusiasmó la iglesia de San Agustín más incluso siendo ruina hace años que el ayuntamiento de principios del XIX o la torre y el cristo de la catedral. En fin, uno acaba por aceptar cada paso histórico aunque no tenga que participar del mismo gusto ni esperar belleza de lo que otros levantaron por intereses de mercado, de ideas o de competitividad entre ciudades. Saludos.

São dijo...

Estamos , sim, em época de negro e branco ... como se entre ambos não existisse a gradação dos cinzentos.E é pena !

Besos, amigo mio .

Doctor Krapp dijo...

Quizás el tiempo tiene demasiado prestigio, la solera no lo es todo, aunque hay que desconfiar de los fabricantes de novedades usando cadenas de montaje.