domingo, 25 de abril de 2021

Un largo paréntesis

 

En las cunetas o al abrigo de piedras y muros, florece ahora la malva silvestre. De niños comíamos los panecitos, el fruto delicioso de la planta. Eran cosas que sabíamos los niños y nos pasábamos la información de unos a otros como una cadena ancestral de conocimiento. Llegaba el tiempo de las malvas y se anunciaba que quedaba menos para el largo verano.

Al final del paseo, veo un espino florecido en la tapia trasera de una casa, la que da a la acequia. Dan ganas de cortar una rama en flor para colgarla a la puerta de la casa, proclamando la primavera.

Busco en la ciudad las huellas de la ciudad que ya no existe. La acequia de mi infancia quedó sepultada por la urbanización, los grandes almendros fueron talados, la pradera en la que jugaba junto a los gallineros yace bajo el asfalto. La ciudad ha alejado las afueras hasta desubicarme, pero cada vez soy más quien compartiera las moras de finales de verano con aquel perro de color canela y morro negro que trajo mi padre a casa en el bolso de su gabardina. Como si el resto de la vida hubiera sido un largo paréntesis que ya ha pasado. Fui a la ciudad y de la ciudad regreso.




17 comentarios:

Fackel dijo...

Buscar antiguas huellas -solamente de la infancia- en la ciudad es un imposible. Como mucho algunos edificios testigos, ciertas calles en recoveco...pero qué digo. Ni eso.

José A. García dijo...

Se llama progreso porque decirle "destrucción sistemática del pasado para lograr una mejor destrucción del medioambiente" resultaba demasiado largo.

Saludos,

J.

Sor Austringiliana dijo...

Debajo de la ciudad nueva duermen los frutos de las malvas, los almendros y el perro que comía moras de tu mano. La ciudad vieja despierta a tu conjuro. El paréntesis es largo... o corto. Siempre se regresa al paisaje de la infancia.

mojadopapel dijo...

Recordar, nos hace meritorios de la vida

Emilio Manuel dijo...

Me has hecho retroceder tropecientos años al recordarme lo de los panecillos.

Saludos

Caminante dijo...

BIENHALLADO

Myriam dijo...

Dulces recuerdos.

Besos

Myriam dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Amapola Azzul dijo...

Bonitos recuerdos.
Un saludo.

Berta Martín Delaparte dijo...

Bonitos recuerdos Pedro.

Los recuerdos a veces nos impiden disfrutar del presente ...
Un abrazo.

Rita Turza dijo...

Tus retratos de interior son mágicos.
Un placer siempre leerte.

Un abrazo.

andandos dijo...

La memoria, al final vamos desprendiéndonos de todo menos de eso.

Un abrazo

XuanRata dijo...

Pasamos la vida rastreando signos, buscando noticias fiables de nosotros mismos.

Doctor Krapp dijo...

La urbanización nos mata hasta los recuerdos.

Bertha dijo...

-El progreso : no ha hecho ,sino desubicar a las personas hacia la metrópolis y los primeros años se llevan bien, después, cuando el tiempo es tu gran aliado los recuerdos siempre vuelven a esa niñez: donde se quedo anclada y más en esos lugares que hoy son parte de la España vacía...

Un abrazo

impersonem dijo...

Yo comí unos cuantos en mi infancia...

Tu texto me ha transportado a la infancia...

En las zonas rurales, de donde yo procedo, la transformación del espacio y de la vida no ha sido tan profunda como en las ciudades... Yo, cuando voy al pueblo, sigo viendo edificios que ya estaban allí, en el mismo sitio, cuando nací y las calles por donde trotó mi infancia no han cambiado mucho, excepto por el asfalto (yo las conocí de tierra, atoché barro)... pero las huellas del pasado aún son nítidamente visibles...

Ese "reencuentro con el ayer" después de ese paréntesis que dices es significativo y te entiendo perfectamente...

Me ha gustado mucho esta visión-reflexión... sobre el ayer, sobre el hoy... sobre la existencia y las referencias vitales...

Abrazo



Ele Bergón dijo...

En mi recuerdos de niña de pueblo, no están estas flores malvas
y del espino que nos dejas por aquí. Ahora sí me fijo en ellas cuando las veo por otros lugares.

Dice Jung que "aquello a lo que te resistes, persiste".

Besos