martes, 27 de octubre de 2020

Sol y cerro

 


En cambio, amaneció más tranquilo, sin el dramatismo de otros días. Avanzado el otoño, el sol sale cada vez más cerca del cerro de San Cristóbal. Este es un otero, un cerro testigo que dibuja la línea de la antigua planicie, antes de la erosión del valle. El franquismo lo mancilló con un grupo escultórico que homenajeaba a quien fuera responsable de atrocidades en la retaguardia de los montes Torozos durante la Guerra Civil, al frente de la patrulla del amanecer. Qué diferente sensación del amanecer de hoy al de aquellos días de julio de 1936. El otero luce despejado, con su antena enhiesta señalando el cielo. Dentro de unos días estará más cerca, para alejarse de nuevo sin haber llegado a rozar el cerro. Desde la casa en la que vivía de niño veía el cerro también. Durante la romería del santo en julio, por la noche, contemplaba la hilera de las luces de los automóviles que ascendían la carretera en curva hasta la cima para celebrar al patrón de los conductores. Como mi padre era conductor de profesión, sentía aquella romería, que nunca hice, como algo mío. Hoy contemplo el cerro desde otra perspectiva, como un avanzado vigilante sobre el valle.

12 comentarios:

São dijo...

O avanço do Outono nos levará a dias mais escuros , o que nada me agrada. E ficou mal com esta mudança de hora.

Nem o eteu belo texto me consegue animar por estes dias.

Beso, querido amigo

Emilio Manuel dijo...

Hoy miras el cerro con otros ojos, pero el otero es el mismo.

Sor Austringiliana dijo...

El sol sigue su camino indiferente a nosotros, en los cerros que un día lejano alguien eligió como amparo y refugio de una ciudad naciente. El sol fue indiferente a la sangre derramada repetidamente a lo largo de la historia. Seguimos vigilantes al sol, como lo hicieron los que nos precedieron. Y nos alegra, está ahí, la vida sigue. Adelante, a la lucha. Hay días que amanecemos más tranquilos. Como reza mi madre: "bendita sea la luz del día".

Bertha dijo...

Buenos amaneceres y sobre todo cuando van acompañados de esas vivencias...

Una abrazo desde este rinconcito del atlántico estimado Pedro

María dijo...

Es normal que lo mires desde otra perspectiva, los años van cambiando y con ellos nosotros también.

Me encanta leerte y esa imagen es preciosa.

Un gusto estar arquí.

Besos, Pedro.

Luis Antonio dijo...

Me quedo con la anécdota de tu entrada, pero te confesaré que nunca me han gustado las antenas desde el punto de visa estético. Pero tampoco soy coherente porque también las tengo y uso...

Alimontero dijo...


Todo está con los ojos con qué se mire...
Tu mirada serena es el regalo.

Preciosa imagen,
un beso,

Ali

Doctor Krapp dijo...

Hermosos cerros acariciados pro el sol del atardecer y contaminados con efímeras chorradas humanas: que si una antena, que si un aerogenerador, que si un monumento más de la necedad sanguinaria franquista.

Fackel dijo...

Mi experiencia de adolescente consistió en ir a buscar por sus laderas piezas de yeso cristalizado, ya sabes, puntas de lanza, puntas de flecha, maclas de espatos, en fin, tesoros sencillos, pero es que el cerro, como muchos otros que hay por el valle del Duero, son de ese material. Cuando inauguraron el lamentable monumento que citas. que además era feo de narices y desproporcionado, vino el jefe number one de la tribu a refrendarlo. Nos sacaron de los colegios para apostarnos por las calles a vitorear al prócer dictador, pero no recuerdo la fecha con emoción de ninguna clase. Ni siquiera la tengo registrada como experiencia. Ya ves. Afortunadamente, tras muchos años de tener la cima afeada y las laderas son vegetación llegó la limpieza de arriba y la repoblación forestal por los lados. Hoy luce de otro modo, si no fuera por un aparato de telefonía o de emisión, que también lo afea. Siempre ha pagado un precio el pobre cerro.

Ele Bergón dijo...

Desde mi ventana en el lugar que nací, veo un paisaje algo parecido al tuyo. Yo solo tengo dos cerrillos por donde desaparece el sol y siempre me gusta mirar esa imagen, hasta que poco a poco desaparece, para decirnos adiós. Es como si nos diesen oportunidad de despedir al tiempo.

Besos

Myriam dijo...

Nuestras vivencias y-o percepciones de los lugares cambian conforme crecemos. Que triste lo del 36, que sin duda quedará en la memoria del lugar, aunque ya no hubieran recordatorios físicos. El dolor impregnado en el ambiente, siempre queda.

Besos

LA ZARZAMORA dijo...

Y ¿qué me dices de los Pazos? Ahora especialistas dan cuenta de que Dª Carmen "La Collares", destruyó la correspondencia entre D.Benito y Dª Emilia por parecerle una inmundicia, e inmoral en su vasto contenido; vaya, en resumen que las hizo desaparecer ya que a la Sra le impactó el vocabulario indecente entre los susodichos...

Ojalá alguien la salvara de la hoguera...

Besos, pedro.