sábado, 5 de septiembre de 2020

Entre serpientes. Pensamientos y aforismos.

 



En Xochimilco sostuve aquella serpiente. Su tacto resultaba atractivo y carnoso, pesaba como toda la historia del mundo que llevan dentro los reptiles.
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Una vez probé carne de serpiente. Me supo a flecha arrojada a un horizonte futuro.
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He tenido amores que asfixiaban más que una pitón. De otros he muerto tiempo después de su mordisco, cuando ya no pensaba en el veneno.
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En los primeros años de la época de la transición hacia la democracia desde la dictadura franquista, mi padre leía la prensa local en la cocina de casa y, cuando se topaba con algún nombramiento, decía por lo bajo: Son los mismos, son los mismos. En los papeles, los hijos sucedían a los padres y a los abuelos. Incluso cuando recaían en partidos de centro e izquierda, mi padre, por los apellidos, sabía que uno era hijo de aquel abogado con tan buenas relaciones con el régimen anterior, sobrino del que fuera jefe del Movimiento, primo de aquel inspector de Hacienda que juró el cargo brazo en alto, hermano de aquel otro que fuera un magistrado severo que aplicaba escrupulosamente las leyes durante los años más terribles sin tener jamás mala conciencia. De vez en cuando, un nombre nuevo, sin genealogía conocida previa que, inevitablemente, ha dejado sucesores. Las familias nuevas no han desplazado a las antiguas, han encontrado la forma de relacionarse. A veces no son más democráticas aquellas que estas. Incluso entre los que siempre están en la oposición suelen pedirte el árbol genalógico. Cuando yo entré a estudiar en la Universidad, el bosque de nombres de algunas Facultades, en un sentido o en otro, impedía muchas veces ver el cielo. Por eso, cuando se encuentra alguien que no viene de familia conocida ni  pretende herederos, hay que cuidarlo como cuando se planta un árbol para iniciar un jardín.
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En el mundo de la poesía española, el silbido de las serpientes es atronador. Tanto, que ensordece la literatura.
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Aquel crítico literario se enroscaba a los editores como la serpiente del Paraíso al árbol de la sabiduría, para aprovecharse de sus frutos y utilizarlos en beneficio propio.
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Y a fin de cuentas, las serpientes tienen mala fama. Ellas se limitan a ser serpientes, no sé bien cuál es nuestra excusa.

12 comentarios:

São dijo...

Pois, os animais só são animais e isso os justifica.Quanto a nós, seres ditos superiores, as coisas complicam-se e muito.


Bela foto!


Besos, amigo mio

Fackel dijo...

Para mí lo más apasionante de las serpientes es su reptar. Hay individuos humanos que también reptan, unos por exceso, otros por defecto.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Cuántas y variadas reflexiones a partir del pobre bicho! jejee

Sor Austringiliana dijo...

Sí, hay muchas clases de serpientes y no todas son reptiles. Pesan lo suyo y mejor no probarlas. Ni tocarlas.
La endogamia en los cargos sustanciosos es endogámica en nuestra piel de toro, en mi Burgos ni te cuento...
Poetas, críticos, mujeres constrictoras, uy. Linneo no dio tanto de sí.

Emilio Manuel dijo...

Hay algo que practica el ser humano y que el resto de seres vivos no sabe ni lo que es, se llama hipocresía, lo más parecido que encontramos en los animales es el camuflaje. En España, la hipocresía es un arte.

Berta Martín Delaparte dijo...

Las serpientes tienen verdaderamente mala fama, pero no debemos olvidarnos de las cultura egipcia, o china, para ellos la figura de la serpiente estaba asociada con algunos dioses, o como portadora de sabiduría divina; en la cultura celta asociaban a la serpiente con los dones de la sanación nacidos de las aguas profundas.
No ignoremos que el símbolo de la serpiente está asociado a la medicina. El báculo o vara de Esculapio, entrelazada por una serpiente representa el poder curativo de Asclepio el dios de la medicina y la curación, hijo del dios Apolo y la mortal Coronis.

Ahora bien, es cierto que en nuestra España, antes y ahora , existen nidos de víboras tan bien protegidos, que no permiten a los extraños adentrarnos en sus posesiones. Ellos se lo guisan y se lo comen.
Mi padre, decía: Son los mismos con diferente percal.

Acabar con un nido de víboras- ( ellas pobrecitas tan ajenas a nuestros comentarios) seguro que es más sencillo, que acabar con un nido de incompetentes e ignorantes.

Pero no debemos de cejar en el empeño.
Pedro 💚😍✔







Francesc Cornadó dijo...

Hay genealogías que se enroscan al poder, si conviene mudan la piel como las serpientes o escupen el veneno cuando se ven amenazadas.
Hay serpientes de larguísima tradición reptadora y otras que imitan subiendo por el tronco hasta alcanzar el fruto deseado.
Saludos
Francesc Cornadó

LA ZARZAMORA dijo...

A mí me mordió una en el jardín del Edén...
;)

Besos, Pedro.

Luis Antonio dijo...

Me gusta ir calzado. Dicen que las serpientes sólo muerden a los que van descalzos...

andandos dijo...

Hay humor también en tu crítica, y eso relativiza y siempre es bueno tenerlo.

Un abrazo

Myriam dijo...

Permíteme comentar hoy sólo la foto:

¡Es estupenda! ¡Me encanta!

Besos

impersonem dijo...

Tienes razón Pedro, ellas se limitar a ser fieles a su naturaleza; nosotro no tenemos ninguna excusa, no hay nada que pueda justificar nuestro comportamiento depredador...

Estableces analogías significativas y es verdad que están ahí, en el transitar de la vida...

Tu padre tenía razón... "son los mismos"... ahora y antes... esa es la cuestión y ese es el problema... pues normalmente "los hijos de los gatos carzan ratones"... ¿Cómo cambiar, cómo avanzar?