miércoles, 8 de julio de 2020

Afán vertiginoso de hormiguero hasta esta malva de hoy


Junto a las tapias del cuartel abandonado, crecen las malvas silvestres. De niño, comíamos los frutos. Panecillos sabrosos. Tiene buena fama en la cocina y la medicina popular esta planta humilde, generosa y abundante, que se encuentra en el campo, en los solares abandonados de las ciudades. La flor es hermosa y siempre compensa agacharte para contemplarla de cerca. Basta ese gesto, agacharte, para devolverte a la infancia, tirado en el suelo contemplando los senderos de las hormigas, durante los largos veranos de entonces. Todo lo que vino después ha sido afán vertiginoso de hormiguero hasta esta malva de hoy, junto a las tapias del cuartel abandonado.

6 comentarios:

Ele Bergón dijo...

Este año las malvas, nacían por todas las partes. No sabía que se podían comer los frutos.

Los paisajes que recorremos ahora, nos llevan a esa infancia, en mi caso feliz, que ya se fue, pero que nos deja lo inolvidable.

Besos

Myriam dijo...

Has descrito sin querer a mi cuñada que, justamente se llama Malva.

Besos

Sor Austringiliana dijo...

De niña, y de no tan niña, me gustaba observar a las hormigas en su vertiginoso afán, acarreando su alimento, enorme para su tamaño, en fila hacia el agujero puerta del hormiguero. No sé si las malvas tienen para ellas algún interés. Para nosotros, si nos agachamos a contemplar las malvas nunca nos dirán con razón "mal vas", Vamos bien.

Doctor Krapp dijo...

Desde que tenemos huerta urbana le he cogido afición y algo de cariño a todas esas flores silvestres que se enseñorean del paisaje. Quizás algún día pueda sentir lo mismo respecto a las pretenciosas malas hierbas.

impersonem dijo...

Soy de campo, del terruño seco de Castilla... y me son familiares las malvas, tal como dices muy empleadas en medicina popular... y me son familiares los hormigueros, sobre todo los que había en las eras y el trasiego de las hormigas adueñándose grano a grano de una pequeña parte de los montones de cebada o trigo... en fin, recuerdos de infancia... no se me borran de la memoria, los tengo emocionalmente cincelados... supongo que todos estamos en ese mismo afán de las hormigas que citas...

Abrazo

andandos dijo...

Recuerdo bien los hormigueros, podíamos pasar mucho rato observando, dificultando, probando... a las hormigas. Mi hijo ha heredado algunos de nuestros gustos y tiene un hormiguero completo en casa, dentro de una especie de vitrina. Sabe mucho de hormigas, y de escarabajos (el sanjuanero, por ejemplo ahora). Y de más cosas, claro.

Un abrazo